18/11/14 Por Carlos Fermín
Ecoportal
Es triste reconocer que la majestuosa
geografía latinoamericana, viene siendo salvajemente golpeada por una serie de
inconvenientes ecológicos, los cuales perjudican la riqueza natural de sus
paisajes y destruye la paz verde de los ecosistemas, debido a la mano
todopoderosa del Hombre que privatiza la salud de la Naturaleza, y la convierte
en un espejo de los ecocidios cometidos en nuestros ancestrales territorios.
Desde los vientos
aztecas que soplan en Michoacán de Ocampo, pasando por la aguerrida población
carioca de Florianópolis, y llegando hasta el clímax argentino en la fría
ciudad de Ushuaia, existe una total disonancia en la interacción del binomio
Ambiente-Sociedad, que es la clave para afianzar el conservacionismo en la
ciudadanía y preservar el equilibrio holístico del planeta Tierra. Vemos que la
posible voluntad de cambio en los habitantes, para evitar el impacto ambiental
negativo en sus comunidades, es siempre arruinada por un modo de vida egoísta,
conformista y ajeno a practicar los valores de la Ecología.
En la actualidad de
nuestro continente, se observa un total eclecticismo en los percances
ecológicos latentes. Por ejemplo, tenemos el famoso Rally Dakar, visto
como un evento pseudo-deportivo que estropea el acervo arqueológico de las
fronteras multiculturales. Los espectáculos de maltrato animal como las
sangrientas Corridas de Toros, que se escenifican en los monumentales antros de
la muerte. El sistemático malgaste del agua potable que abre
las oxidadas tuberías de la infame burocracia. Y la entrometida contaminación visual
que capitaliza el apego a lo material con tanta oferta publicitaria en las
calles.
Sin embargo, para
comprender la gravedad de la crisis ambiental que padece Latinoamérica, es
importante definir a la Ecología
como una ciencia que estudia las relaciones de los Seres Vivos entre sí y con
su entorno, asumiendo que la Humanidad tiene la gran responsabilidad de
cuidar los tesoros naturales de Gaia, buscando establecer el soñado desarrollo
sostenible y sustentable de sus ciudades. Con el fin de iluminar el sagrado
mapa de Vespucio, explicaremos los 10 problemas socio-ambientales que aquejan
el cuerpo y el alma de los senderos latinoamericanos.
En el décimo lugar
encontramos la estruendosa Contaminación Acústica,
que revienta los tímpanos del manto asfáltico recorrido por la Sociedad Civil.
Muchos individuos se acostumbran a escuchar el fastidio del claxon y de las
alarmas de los carros y camiones, el salvaje cilindraje de las furiosas
motocicletas, la música con altísimo volumen que invade de megáfonos las
calles, y la descontrolada bullanga de la colectividad en los espacios
públicos. No obstante, la locura auditiva en la selva de cemento provoca un
continuo malestar emocional en las personas, que predispone el mal genio, la
ofensa al prójimo y la peligrosa violencia vial en los desesperados
conductores. Si bien el ruido es el mejor amigo del tráfico citadino, de los
semáforos y del embotellamiento vehicular en Sao Paulo, Caracas, Buenos Aires,
Bogotá, Quito, Lima, Santiago y Ciudad de México, al final de tanta demencia
cronometrada al volante, el único perjudicado termina siendo el ciego, sordo y
mudo Medio Ambiente.
En noveno lugar
hallamos el Tráfico ilegal deFauna exótica, que
cada año lucra los bolsillos de los prófugos delincuentes latinoamericanos,
quienes se dedican a invadir los templos benditos de la biodiversidad, a cambio
de sedar, ocultar y vender el destino de todo el reino animal en un avión sin
pasaje de vuelta. Es lamentable apreciar como especies autóctonas que
enriquecen la historia, la evolución y el patrimonio natural de nuestros
países, se encuentran al borde de la extinción por la no misericordia del Homo
Sapiens. Los cazadores tienen en jaque al Jaguar, a la Guacamaya Roja, al oso
Frontino, al Cardenalito, al Ocelote, al Tucán, al Armadillo Gigante, a la
Tortuga olivácea, a la Nutria Gigante, al Cauquén colorado, al Paují de Yelmo,
y a miles de otros angelitos que se toparon con el demonio. De hecho, ya
extinguimos a la Tortuga gigante de Floreana, al Oso Mexicano, al sapo de
Monteverde, al pato poc de Guatemala, a la foca monje del Caribe, al Guacamayo
Glauco y al hermoso Ara Tricolor.
En octavo lugar se
ubica la elevada Polución del Aire que ocasiona una gigantesca nube negra a
cielo abierto, intoxicando las vías respiratorias de la ciudadanía y asfixiando
los pulmones vegetales del Ambiente, mediante la improvisada industrialización
de zonas urbanas y rurales que se transforman en chimeneas llenas de reacciones
químicas, producto de las actividades conllevadas por el sector económico
latinoamericano. No hay duda que la mezcla del clásico smog callejero con el
exagerado uso de combustibles, viene acelerando lacontaminación ambiental
que cubre la bellísima plaza del Zócalo, la cual resiente los daños de la
gasolina con plomo, del monóxido de carbono y de las cenizas por quema de
residuos sólidos, que a su vez, refleja la sobrepoblación de las metrópolis, el
mal estado de las unidades de transporte público y el vil capricho de los
usuarios en utilizar carros particulares para ir a sus trabajos, centros
educativos y hogares.
En séptimo lugar
tenemos los campamentos de Minería ilegal, que
extraen los legendarios recursos del suelo aborigen bajo la brillante luz del
Sol. La insaciable búsqueda de oro, plata y diamante por parte de seres
inescrupulosos que irrumpen los nobles territorios de los pueblos originarios,
termina embriagando de mercurio las comarcas, los ríos y los bosques de los
hermanos indígenas, quienes observan como su espíritu de lucha es convertido en
un trágico etnocidio anunciado. Es consabido que en Perú, Colombia, Ecuador,
Brasil y Venezuela, existe toda una mafia “clandestina” que deteriora
drásticamente las áreas verdes protegidas, regalándole costosas joyas a los
gobiernos de turno, para que sus organismos ambientales se queden calladitos y
no interfieran con el valeroso ecoturismo de los narcotraficantes, de los
guerrilleros y de los mineros. Basta con viajar a la región de Madre de Dios en
Perú, al Parque Nacional Canaima en Venezuela, al Bosque Protector de la Cuenca
del Río Paute en Ecuador, al Parque Natural Nacional Farallones de Cali en
Colombia, y a cualquier punto cardinal de la Amazonía sudamericana para
verificar el delito in fraganti.
En sexto lugar aparece
la plaga de los Cultivos de alimentos Transgénicos,
que desarrolla la transnacional Monsanto y sus criminales aliados comerciales.
Los organismos genéticamente modificados (OGM) son una verdadera enfermedad
envasada de venta libre en los supermercados latinoamericanos. Además, se
tiende a esconder la etiqueta que visualiza la toxicidad del alimento, por lo
que nuestras familias son engañadas al creer que están comprando soya y maíz
cosechado en la fértil hierba de la Naturaleza, sin saber que consumen un
producto químico creado en los sucios laboratorios de la ciencia
norteamericana. Sabemos que en países como Argentina, Brasil, México, Uruguay y
Chile, la seguridad alimentaria se pone en franco riesgo ante la amenaza que
representan los OGM para la ciudadanía. Es un secreto a voces que la semilla
transgénica provoca alergias, resistencia a medicamentos, inflamación en el
hígado y en los riñones, disminución de la capacidad de fertilidad y
tumoraciones.
En quinto lugar emerge
la letal Fractura
Hidráulica, que no se cansa de perforar el corazón de una gran
piedra preciosa llamada planeta Tierra, la cual es taladrada con un mortífero
coctel líquido para que el dinero salga de los pozos en forma de gas. La
técnica extractiva del fracking es una bomba sísmica no convencional que
agrieta los linderos de la sensatez humana, e incrementa la contaminación de
los mantos acuíferos, vierte un caudal de aguas residuales, fuga metano y ácido
sulfhídrico en el aire y quebranta la calidad de vida de los inocentes
lugareños. Los estragos ambientales del Fracking se evidencian con fuerza en
México, donde la reforma energética legalizó el desastre ecológico en
localidades como Coahuila, Nuevo León, Tamaulipas, Durango, Veracruz y
Chihuahua. Y en Argentina, donde la aprobación de la Ley de Hidrocarburos en
octubre del 2014, permitirá que por 35 años se siga financiando el ecocidio del
fracking en los suelos argentinos, buscando que la amarga experiencia de Vaca
Muerta, acredite más jugosas concesiones en contra de la paz del Medio
Ambiente.
En cuarto lugar resalta
el Abuso del Consumo Eléctrico,
debido a que no practicamos la Eficiencia Energética por voluntad propia,
generando una altísima demanda de energía eléctrica que satura de contaminación
lumínica el firmamento latinoamericano. Quedamos ciegos en la penumbra de los
apagones por la sobrecarga del mencionado servicio. La ausencia de una
diversificación energética en las comunidades que habitamos, nos esclaviza a
rendirle tributo al color amarillo que resplandece con tantas bombillas
incandescentes que jamás son apagadas, con tantos aparatos tecnológicos que
nunca desconectamos del tomacorriente, y con tantos electrodomésticos que se
enchufan para simplemente beber té verde. El elevado cobro mensual por
electricidad en Venezuela, México, Panamá, Argentina, Brasil y Chile, perjudica
el consecuente ahorro eléctrico de Bolivia, Paraguay, Honduras, Guatemala, El
Salvador y Nicaragua.
En tercer lugar,
sobresale la inmensa Contaminación del Agua que inunda los
cuerpos de agua dulce y salada de nuestros milenarios lagos, ríos y mares.
Aunque el vital líquido evoca el nacimiento de la vida en cada rincón
latinoamericano, nos duele aceptar que dicha agua se encuentra muy contaminada,
por tanta basura doméstica e industrial que se acumula en sus costas, lo que va
destruyendo la pureza de los manantiales tropicales. Hoy en día, el fondo
marino es el mejor relleno sanitario creado por las personas para desechar la
chatarra. Ellos también visualizan las colosales redes pesqueras que carcomen a
los animales acuáticos, y el derrame de hidrocarburos en manos de las empresas
petroleras, que dejan una imborrable huella de crudo en sus aguas. El caos
incluye al Lago de Maracaibo, al río Usumacinta, a los Pantanos de Centla, al
río Saracuruna, a la isla San José, al Lago Cocibolca, al Humedal La Segua, al
río Matanza-Riachuelo, al Lago Titicaca, al río Guaire y demás espacios
naturales.
En segundo lugar, nos
topamos con la agresiva Deforestación que
anualmente le arrebata millones de hectáreas y lágrimas a la agonizante
Pachamama, por la tala indiscriminada de árboles con la infalible voz de la
motosierra, por la continua expansión de la frontera agrícola para comer carne
con droga envuelta en palma aceitosa, y por la atroz urbanización del siglo XXI
que transforma una reserva de biosfera en un metalizado centro comercial. El
fuego, la madera y el hacha pelean a muerte con los campesinos, los leñadores y
los latifundistas. La realidad de los agrotóxicos arrasa con la promesa de la
agroecología. Por eso, la amazónica deforestación en Brasil aumentó en un 290%
durante el mes de septiembre del 2014, comparándolo con el mes de septiembre
del 2013, resumiendo la fatal tendencia que desertifica al Chaco Paraguayo, a Bosawás,
al Cerro de Amalucan, al Impenetrable Chaqueño, a la Reserva forestal Guarayos,
y a un sinfín de otros paisajes.
Y en primer lugar, se
posiciona la falta de Cultura de Reciclaje en el
discernir de los ciudadanos latinoamericanos. Es insólito que la gente todavía
lance en las principales calles, parques y plazas de nuestras ciudades: las
latas de Coca Cola, los empaques de las golosinas, los pañales desechables, los
discos compactos rayados, las cajas de equipos electrónicos y el resto de los
residuos orgánicos e inorgánicos consumidos. Si ni siquiera vierten la basura
en el genérico contenedor multiusos que ya todos conocemos, es imposible que se
atrevan a separar el plástico, el vidrio, el cartón, el metal y el papel, para
luego depositar esos materiales en los contenedores de colores que especifican
el sitio idóneo en donde arrojar la basura. Lo peor, es que los ministerios
ambientales de América Latina NO fomentan en absoluto la práctica de las 3Rs
(reducir, reutilizar y reciclar), porque los hombres y las mujeres que allí
trabajan, tampoco saben cómo practicarla.
Tan sólo debemos viajar
al Chaco Paraguayo, para tener una vista en 360 grados de la impunidad
ambiental en Latinoamérica. En enero del 2014, se demostró que sus bosques
nativos tienen la mayor tasa dedeforestación a
escala global, por el avance de la actividad ganadera con capital extranjero,
que es autorizada y legalizada por los entes gubernamentales paraguayos. Esa
terrible situación, afecta el modus vivendi de los indígenas ayoreos que por
siglos han protegido el legado celestial de sus tierras, y forman parte del
histórico mestizaje cultural del Paraguay. En junio del 2014, la Cámara
Paraguaya de Exportadores de Granos, firmó un convenio con la empresa Monsanto
para que siembre soja transgénica en el Chaco Paraguayo, y así lograr que los grandes
tentáculos del monocultivo malogren
la vida del agonizante pueblo ayoreo. Y en octubre del 2014, se confirmó el
hallazgo de petróleo convencional a casi 4000 metros bajo tierra, para que las
multinacionales inglesas junto al gobierno paraguayo se dediquen a extraer el
crudo del Chaco Paraguayo, que romperá los pies descalzos de la tribu ayoreo.
Tras desglosar el
artículo, vimos que los 10 problemas socio-ambientales que cotejan las naciones
latinoamericanas, son causados por la gran codicia de las transnacionales que
compran a los gobiernos de turno, para que sus organismos públicos adjudiquen
los permisos de exploración y las licencias de explotación de los recursos
naturales, sin considerar los Estudios de Impacto Ambiental (EIA), que no se
evalúan al momento de aprobar los mega proyectos extractivos. Toda esa
perversión ecológica, es fomentada por la indiferencia de la gente común y
silvestre que NO denuncia los continuos atropellos que maltratan la salud de la
Pachamama, y terminan siendo testigos y cómplices de la desidia que sufren sus
localidades, porque ellos jamás proyectan la Educación Ambiental en el afer de
sus comunidades.
Las malas decisiones
ambientales castigarán el futuro de Latinoamérica, y no deseamos que el
sentimiento de culpa se apodere de nuestro puño y letra. Cada quien es dueño de
su propia verdad, y la voluntad de cambiar el presente, depende del compromiso
ecológico en estimar el activismo de calle, el conservacionismo y el amor por
la Naturaleza. Es necesario internalizar los errores del pasado, y ayudar con
la recuperación de los mágicos entornos del Medio Ambiente.
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