Nicaragua

Madre, que dar pudiste de tu vientre pequeño

tantas rubias bellezas y tropical tesoro,

tanto lago de azures, tanta rosa de oro,

tanta paloma dulce, tanto tigre zahareño.



Yo te ofrezco el acero en que forjé mi empeño,

la caja de armonía que guarda mi tesoro,

la peaña de diamantes del ídolo que adoro

y te ofrezco mi esfuerzo, y mi nombre y mi sueño.


Rubén Darío (1889).



Anidando en el porche

Anidando en el porche
dzu2012

miércoles, 27 de febrero de 2013

Antenas: a falta de certeza, precaución

27 de febrero de 2013

Managua, Nicaragua | elnuevodiario.com.ni

Doraldina Zeledón Úbeda | Opinión

Es indiscutible la importancia de las tecnologías de la comunicación. Y es maravilloso que mediante un pequeño dispositivo podamos comunicarnos y vernos; estudiar y trabajar sin importar las distancias.

Pero estas tecnologías puede que por un lado ayuden y por otro estén afectando negativamente, si no se prevén sus efectos en la salud, o si no se cumple con los requisitos de instalación. O lo que es peor, si no contamos con regulación legal.

Según nota de un diario nacional, el director de Telcor considera que no será necesario retirar las antenas para celulares de las áreas urbanas porque “la Organización Mundial de la Salud establece que la antena y la torre no es dañina”. ¿Y las radiaciones que emiten serán inofensivas?

La Organización Mundial de la Salud dice que no hay evidencia científica de que afecten, pero continúan las investigaciones porque tampoco hay pruebas de que no afecten, y recomienda se aplique el principio de precaución, reconocido mundialmente y recogido en las leyes: “Cuando haya peligro de daño grave e irreversible, la falta de certeza científica absoluta no deberá utilizarse como razón para postergar la adopción de medidas eficaces en función de los costos para impedir la degradación del medio ambiente” (Declaración de Río sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, 1992).

Y algunas investigaciones ya aseguran que sí afectan. Entonces, ¿faltan evidencias, se desconocen o se esconden? ¿No conviene divulgarlas como pasó con los efectos del tabaco? ¿O por presiones económicas? Y si no causa daños ¿por qué en otros países tienen leyes estrictas?

Si la solución es que todas las empresas de telefonía estén en la misma antena, ¿no disminuiría la potencia de transmisión de datos?, ¿no aumentarán las radiaciones electromagnéticas? La salud y el medioambiente deberían estar por encima de los costos económicos.

Los políticos deberían acercarse a los científicos, más que a los empresarios, que por conveniencia dicen que las antenas no afectan. Y los funcionarios públicos, ¿responden a los intereses de la población o de las empresas? Hay bastante literatura como para aprobar leyes duraderas y evitar que se cambien al día siguiente. ¿O vamos a esperar ver qué pasa? No podemos esperar. Las leyes son para prevenir.

Esta tecnología avanza con gran rapidez, mientras la legislación permanece en intenciones. ¿Podremos detener las posibles consecuencias a corto y largo plazo? A finales del 2012 instalaron una antena a 70 metros del hospital dermatológico, cuando se debería evitar que estén cerca de centros infantiles y de salud. Está en un pequeño patio y entre viviendas. La gente de los alrededores sólo se quedaba viendo el gigante que se enseñoreaba en el espacio aéreo y terrestre.

La población tiene derecho a saber no sólo sobre los posibles efectos, sino sobre la instalación. Conocer el área de influencia. Incluso, debería ser informada antes de instalarse. Tenemos derecho a la salud, a vivir en una casa digna, segura, en un ambiente saludable; pero algunas personas tienen miedo que, en una ciudad tan sísmica como Managua, la antena les caiga encima. Eso estresa, y el estrés enferma.

Además, las antenas devalúan las propiedades. Nadie va a querer una casa amenazada por semejante monstruo metálico. A esto se agregan los efectos antiestéticos, la afectación al paisaje visual. Si don Quijote de la Mancha viniera por estos lugares, no le daría tiempo otra vida para enmendar tantos entuertos y librar batallas, no contra los molinos de viento, sino contra estos gigantes urbanos.

¿Viviremos sano, bonito y seguro con tanta armazón aérea? ¿O son la estructura para un bosque urbano de exuberantes árboles de Navidad? ¿Al director de Telcor le gustaría tener uno de estos en su patio? Hay que armonizar desarrollo tecnológico con desarrollo humano.

doraldinazu@gmail.com

lunes, 25 de febrero de 2013

Regulación de altoparlantes

25 de febrero de 2013

Managua, Nicaragua | elnuevodiario.com.ni
http://www.elnuevodiario.com.ni/opinion/278636-regulacion-de-altoparlantes

Doraldina Zeledón Úbeda | Opinión

En varias ciudades existe el perifoneo, “baratas”, altoparlantes o publicidad móvil. A toda hora. A todo volumen. Y a veces con grabaciones nada agradables. De Granada y León me han comentado que es tremenda, igual en Managua, y también en Estelí. Inclusive, me han dicho que algunas “caponeras” ya tienen sus bocinas. Y hasta las bicicletas y carretones con tienditas móviles.

Y no es sólo la publicidad ambulante, también los altoparlantes fijos que instalan las tiendas y los organizadores de ferias. Pasar por esos locales es un atentado contra la salud. Es el caso de una fotocopiadora de Estelí, que no tiene necesidad de hacerse publicidad porque es conocida de sobra. O la empresa Claro que hace temblar el parque-mercado.

A propósito, el miércoles estuve en el centro comercial de Linda Vista, en Managua, me dio mucho gusto ver despejados los pasillos y que habían barrido los parlantes. El gallo rectangular y gigante, que no canta en la madrugada sino que grita a toda hora, sonaba decente al interior de su tienda. Y las promociones que el supermercado ofrecía afuera, estaban limpias de ruido. ¡Qué alegría sentí! Como vemos, es sencillo. Sólo basta la voluntad, no se necesitan escobas, ni camiones, ni palas ni dinero ni brigadas para barrer los altos decibeles.

El perifoneo hace una labor social, especialmente cuando se emiten mensajes de duelo o sobre eventos, como campañas de salud. Sin embargo, a veces madrugan y anochecen con sus anuncios, cuando la población quiere descansar. Un día hice un comentario, y alguien me contestó que para eso pagan. Una cosa es que paguen por el permiso y otra que abusen.

Desconozco si existe alguna disposición actual, pero como el ruido es ruido, independientemente de la fuente que lo emita, se pueden aplicar artículos de diferentes leyes.

Lo que encontramos fue la Ley 142 publicada en La Gaceta 139 del 28 de junio de 1948, y reformado por el Decreto 1341 publicado en La Gaceta 156 del 13 de julio de 1967. Norma los horarios de la publicidad ambulante y prohíbe los altoparlantes fijos frente a los establecimientos. Copio dos artículos:

“Arto.1-Queda terminantemente prohibido el uso que algunas personas o empresas acostumbran para su negocio particular o como propaganda para negocios ajenos, estacionar alto-parlantes o magna voces frente a sus establecimientos o casas de habitación.”

”Arto. 2-Queda asimismo prohibido a los alta voces ambulantes estacionar funcionando, ni por un momento, en ninguna parte del radio de la población.

Estos aparatos solamente podrán funcionar en las calles de la ciudad, dos veces al día, así: de las 8 a las 11 de la mañana, y de las 3 a las 6 de la tarde”.

Puede leer el documento completo en mi blog “Construyendo paz sonora” o en el sitio web “Ruido, un problema en Nicaragua”, que organiza y mantiene la alemana Gunthild Jochims, incansable compañera en esta causa.

Es necesario definir también el nivel sonoro, lugares que no deben ser afectados, como centros escolares, hospitales, centros infantiles, hogares de la tercera edad. Y el contenido del mensaje, pues a veces sale uno que otro fuera de tono. Lo mismo que establecer el uso de protectores auditivos para los conductores. Y los requisitos e institución competente para otorgar el permiso y controlar su cumplimiento.

No es indispensable una ley, una ordenanza puede agilizar la regulación; pero como se ha dicho infinidad de veces, de nada sirven más leyes si no se cumplen, con lo que tenemos ya podemos vivir sin ruidos, y contribuir así a vivir sano, agradable y seguro.

viernes, 22 de febrero de 2013

Vivir bien, bonito, no barato y con ruidos

12 de febrero de 2013

Managua, Nicaragua | elnuevodiario.com.ni
http://www.elnuevodiario.com.ni/opinion/277252

Onofre Guevara López | Opinión

Mientras empezaba a escribir, expuesto al ruido de fogosos ritos, dizque religiosos de un “tabernáculo” vecino, recordé un artículo de doña Doraldina Zeledón (END, 26/1/13). Ella es Quijote en lucha contra los ruidos. No escribo Quijota, porque esa no existió para Cervantes (menos con @ que tampoco existe en el alfabeto).
 
Con semejantes ruidos, imposible “vivir bonito” aunque lo ordenen desde el califato de El Carmen. No pido un sonoro aplauso para premiar la cruzada de doña Doraldina, sino un minuto de silencio, aunque esté tan viva como la frase insignia del insigne don Benito (que no repito por lo manida que la tienen quienes no respetan el derecho ajeno ni aman la paz).

Ella ha escrito sobre las leyes que hacen referencia al delito y a las penas que merecen los productores de ruidos ofensivos contra la salud y el bienestar humanos. Aunque, entre esas leyes, no hay ninguna específica contra el ruido.

Pero de nada valdría que existiera esa ley, porque correría la suerte de todas las leyes en este califato. Moriría por el silencio de las autoridades ante el ruido. Por eso, ella aconseja que “…con ley o sin ley, busquemos cómo restituir nuestro derecho a la salud y a la tranquilidad: no hagamos ruido. Es sencillo. Y es señal de educación y consideración”.

Pero no es sencillo, sino imposible como “vivir bonito” por decreto. Ni que el decreto agregara: vivir bien, bonito y barato. Y eso, también es imposible.

Reinciden desde los dueños de motos sin escapes, hasta quienes dicen alabar a Dios, practicando su fe con tremendos ruidos. En ese momento, ni Dios tiene piedad de sus víctimas.
En el Código Penal hay artículos “que pueden aplicarse y reclamar como delito” (…) “la alteración en la salud y cualquier otro daño a la integridad física o psíquica de las personas, siempre que sean producidos por causa externa”, dice doña Doraldina, pero fuera del texto no vale. (Si no, que les pregunten a quienes viven bonito violando el Artículo 147 constitucional). Causas externas de esos daños están en varias “iglesias”. Existen excepciones: unas son menos ruidosas que los actos de los CPC, pronto “gabinetes de la familia”. (*)

Las autoridades no atienden las quejas, tal vez porque esas “iglesias”, estando en las comunidades, no las consideran “causas externas” del ruido. ¿O será que las autoridades no actúan conforme las leyes, porque son sus feligresas?

Como víctima y quejoso burlado, pienso que las autoridades del Medioambiente municipal no actúan contra el ruido celestial, porque quizás entre ellas hay “pastores” o socios de alguno. Hasta policías hay entre los feligreses ruidosos.

Doña Doraldina, en su artículo: “No existe ley del ruido”, menciona dos leyes, un título, siete artículos y un inciso en los cuales hay referencias al ruido, a sus daños, prohibiciones y penas. Pero siendo que la solución es sencillo, no haciendo ruido, ¿por qué gente de sagrada profesión de fe no deja “vivir bonito” sin ruidos?

¿Será cuestión de intereses, dado que pastores sin feligreses fanatizados con sus ruidosas “oraciones” no conseguirían “diezmos y primicias” (más financiamiento externo)? ¿Será que hay autoridades complacientes con ellos, porque representan sus creencias? Lo confirmado es que a los creyentes fanatizados les parece que con los ruidos de cantos y alabanzas llegan a Dios más rápido en busca de llenar sus elementales necesidades espirituales.

Y como entre quienes nos enseñarán a vivir “bien, bonito”, pero no barato, están los pastores, confieso que solo serán admitidos en mi casa, hasta cuando dejen de hacer ruidos. Es decir, nunca.

Y entre tanto, ¿qué hacemos sus víctimas? ¿Dejar sola a doña Doraldina… y seguir viviendo feo bajo los ruidos?

(*) Gabinete: lugar acondicionado con lo necesario para una determinada profesión; conjunto de ministros del gobierno. Gabinete de familia: conjunto de activistas del gobierno para el control de la gente que no vive en mansiones; es decir, el pueblo.

jueves, 7 de febrero de 2013

Managua es bonita

 Doraldina Zeledón Úbeda


Managua es bella por naturaleza. Cierto, está desordenada, sucia y ruidosa. Pero esos  son atributos transitorios. Está así ahora, no es que así sea. Es como una niña despeinada y sucia,  si la vemos detenidamente, iremos descubriendo los rasgos que la hacen bonita. Y a medida que se arregle, se verá muy linda. Eso pasa con Managua.

Desde que la conocí me gustó. Mi papá venía a hospitalizar a mi hermano Raúl. Y nos decía el nombre de los lugares por donde pasábamos. Cuando llegábamos a Managua, nos dijo: ése es el lago. Yo saqué la cabeza por la ventana. Mi pobre hermano venía calladito. Me impresionó ver semejante cantidad de agua.

Años más tarde vine a estudiar, y como nos sucede con frecuencia, me quedé trabajando aquí. Comencé a conocerla, me gustaban los parques y las lagunas; incluso, a veces íbamos a resolver tareas de la universidad, a Xiloá. Cumplíamos y nos divertíamos. Pero como también pasa, sólo aprovechamos las oportunidades y  hacemos poco o nada a cambio de la posada.

El año pasado me propuse redescubrir sus bellezas. Quise disfrutarla, para eso tenía que verla con otros ojos. Me dije: no le hagás caso a la basura ni al ruido, ahora vas a ver lo que hay más allá. Me dispuse a admirar cada elemento, natural y cultural. A disfrutar de los árboles, las aves y  la amabilidad de las personas; pues aunque parezcan indiferentes a primera vista, si nos acercamos, descubriremos que sus habitantes son amables. Así me pasó con un joven, cerca del cementerio San Pedro. Era un muchacho del vecindario. Yo sentí confianza. Conversamos mientras caminábamos. Me contó sobre el barrio Bóer y el camposanto.  

Cada vez aprovecho una salida para admirar el entorno de mi gira. Así, un día que iba para el Teatro, como ya no estaba la exposición de pintura, fui al parque central. Está bien cuidado. Me senté. Escuché los pájaros y pensé en Rubén Darío. Observé las plantas y al manso lobo de Francisco de Asís. Conversé con un lustrador. Me mencionó  las aves y árboles que hay (yo pensaba: hace falta rotularlos con sus nombres científicos y regionales). Me gustó que hubiese carteles contando nuestra historia. ¿Qué tal si escucháramos la viva voz de los protagonistas? Bueno, tal vez sea mejor en un museo.

Luego fui hacia el malecón. Siempre me impresiona el lago. Si lo veo mil veces, mil veces lo admiro. Me gustan las crestas suaves de las olas, parecen cabellos ondulados. ¿Serán la cabellera de Managua? Desde ahí divisé el puerto Salvador Allende. Ya lo habíamos visitado otras veces. Está bonito y acogedor. Se puede conversar sin la molestia de ruidos, mientras se disfrutan las pinceladas anaranjadas del atardecer.   

Otro día recorrí el Parque Luis Alfonso Velásquez. Me imaginé uno así en cada ciudad. También anduve por el Parque Japonés, me gustó la tranquilidad, parece poco visitado. Quizás fue el momento en que llegué.

Anduve por Asososca. Qué bondadosa es la naturaleza y qué privilegiada es Managua, otra laguna que le da belleza y además le calma la sed. Y con frecuencia paso por Tiscapa. ¡Una laguna en el propio centro de la ciudad! Y arriba, un mirador natural. Mientras pasaban los vehículos, imaginé una calle peatonal, un paseo bajo frondosos árboles, sin ruido de autos; sólo voces, risas y cantos de aves. Es un lugar para gozar de la naturaleza y apreciar nuestra capital.

Cuando íbamos a ver los altares de la Purísima, admiré las casitas coloridas de los  sobrevivientes del Nemagón. Ya se acabaron las champas de plásticos negros. Qué alegría ver también obras sociales.

Me faltan lugares que admirar. Invito a que lo haga usted también. Pero para disfrutar de Managua, hay que aprender a quererla y cuidarla. Creo que deberíamos “amarla a la antigua”: “cantarle canciones, escribirle poesías, llenarla de rosas”. 

doraldinazu@gmail.com

jueves, 29 de noviembre de 2012

Paradojas de la fe con pólvora

Doraldina Zeledón Úbeda

Creía que la iglesia católica no podría evitar la explosión de pólvora, que si le pidiera a la población que no dispare cohetes, ésta siempre lo haría. Un sacerdote me aclaró: cuando comenzaban los rezos de la Purísima, lo escuché invitando a sus feligreses, desde una radioemisora. Decía que a las cuatro de la madrugada comienzan a tirar cohetes para que la gente se concentre, pero que la procesión comenzaba a las cinco. Las primeras detonaciones son el reloj despertador... ¡Pudieran dejarme dormir una hora más! Creía que la pólvora no era asunto de los párrocos porque cuando pasa la procesión el cura pide a María por “la salud de los que viven en este sector”.

Nos despiertan con el ruido, contaminan con el olor y las partículas, nos ponen en riesgo con las varillas de los cohetes que, todavía con fuego, caen sobre el zinc, quedan entre los árboles, se clavan en los patios y hasta se ensartan en la ropa tendida. Esto puede herir a alguien o generar incendios, como sucedió en los tramos de pólvora, causado por un cohete que cayó en el patio. Así, mientras piden por la salud, afectan el medioambiente y la salud.

¿Será imposible hacerlo sin pólvora y sin parlantes? Un día pasó una procesión diferente. Me llamó la atención y salí a ver. ¡Qué bonito se escuchaban las voces humanas puras! Y eran más claras que cuando pasan con los parlantes, que anulan las voces de la gente, dejando oír sólo la del cura.

La Policía asegura que la venta y uso de pólvora se haga sin problemas, que no haya quemados ni incendios. ¿Y la contaminación atmosférica? ¿Y el olor que queda en las calles y encerrado en las viviendas? ¿Cuánta gente salió afectada por el ruido? ¿Cuánto estrés causa? Y no es un día, se juntan los rezos a la Purísima, la Virgen de Guadalupe, al Niño Dios y por Año Nuevo.

“Policía: Exitoso “Plan María” 2010”, decía un titular. ¿Es un éxito contaminar el ambiente? ¿Es un éxito enfermar por ruido y con todos los contaminantes que componen la pólvora? En nota sobre el trabajo de los Bomberos, se cita que “el manejo de la pólvora ha estado efectivo”. Si contamina y afecta la salud, ¿habrá manejo efectivo? Además, “sólo hubo siete incendios” por “malas prácticas”. Por buenas prácticas, ¿algún periodista preguntó cuántas pérdidas de audición hubo? Claro, como dice un amigo, la pérdida de audición no es tan espectacular como ver los dedos de la mano volando por el aire.

El Ministerio de Salud se prepara para atender a los quemados. ¿Cuántos también tuvieron pérdida de audición? ¿Cuántos de los que llegan por problemas respiratorios fue por causa de la contaminación? ¿Cuánta presión arterial alta fue a causa del ruido? Cuánta acidez estomacal, náuseas, dolor de cabeza, etc. Sería interesante tener estadísticas.

La Procuraduría Ambiental dice que para ella “el ruido es una prioridad”. Y ha invitado a la población para que denuncie. ¿Por qué no incidir para la prevención en vez de esperar que se queje? Cuando la gente reclama es porque ya el problema se dio y es insoportable; es decir, porque quienes tienen la obligación de prevenir, han fallado. Desde que invitan a denunciar es porque poco hicieron para evitarlo.

El Instituto de Turismo podría impulsar celebraciones sin pólvora, pero ya hasta sobre las aguas del Río San Juan estalló el ruido. A lo mejor también retumbó en el Cañón de Somoto. Y la Alcaldía, responsable por el medioambiente y la salud de los habitantes de su municipio, ¿qué hace para evitar el ruido? Podría fomentar actividades sin amplificadores y sin pólvora.

Y en algunas noticias pareciera que los Medios la promueven, como sucede con la nota titulada “Cuidado con la pólvora de baja calidad. La del dragoncito es la original.” Según la ¿información? ¿publicidad?, esta marca es mejor, no como las “que ponen en riesgo a las personas que manipulan esta pólvora y a la población en general”. La otra, la “buena”, ¿no pone en riesgo el medioambiente y a las personas? Inclusive se recuerda que esta marca “de buena calidad” da instrucciones para manejarla: “en los combos de pólvora que ellos diseñan para niños, jóvenes y adultos viene un menú instructivo donde se indica cómo se debe usar”. Me da la impresión que la redactó el dragoncito.

Así, en medio de contradicciones, con ruido y pólvora le cantamos a la Embajadora de la Paz. Y, desde el Estado laico, se celebra como un acto religioso.

Pero es alentador saber que Nagarote se perfumó con el olor de la flor del madroño para recibir a María y a su Niño: en vez de cortarlos para adorno, sembró más. Ojalá que el Alcalde vele para que el gris olor a pólvora no manche el blanco olor de nuestro árbol nacional. Y que los ruidos estruendosos no enmudezcan los arrullos de la Madre para que nuestro Pipito lindo pueda dormir en Nagarote.


Pintura de Leoncio Sáenz

¿Qué hacer ante la complicidad y omisión de las autoridades?
- Aléjese del lugar donde se explota la pólvora
- Use tapones auditivos
- Donde la contaminación atmosférica es mucha, o si tiene problemas respiratorios, use mascarillas
- Proteja a los niños y a personas mayores
- Proteja a su perro
- Para la próxima, podemos promover celebraciones con coros, sin pólvora y sin parlantes. Cada iglesia, cada escuela, cada barrio podría formar sus grupos. Sería maravilloso oír voces humanas armonizadas en las procesiones y en los altares.


¡Feliz Navidad! Y un Año Nuevo con menos ruido.

Publicado en El Nuevo Diario
END - 17/12/2010Sábado, http://www.elnuevodiario.com.ni/opinion/90559

jueves, 13 de septiembre de 2012

Violencia acústica intrafamiliar

Doraldina Zeledón Úbeda
http://www.elnuevodiario.com.ni/opinion/271720-violencia-acustica-intrafamiliar

Según la Ley 779, “Ley Integral contra la Violencia hacia las Mujeres y de Reformas a la Ley 641, "Código Penal", violencia psicológica es la acción u omisión destinada a degradar o controlar las acciones, comportamientos, decisiones y creencias de la mujer por medio de la intimidación, manipulación, coacción, comparaciones destructivas, vigilancia eventual o permanente, insultos, amenaza directa o indirecta, humillación, aislamiento o cualquier otra conducta que implique un perjuicio en la salud mental, la autodeterminación o su desarrollo personal”

La violencia acústica, forma de violencia ejercida a través del sonido (F. Miyara), es una de esas otras conductas que pueden perjudicar la salud, intimidar, degradar, destruir, humillar. Dice el principio de no violencia: “La violencia contra las mujeres constituye una violación de las libertades fundamentales limitando total o parcialmente el reconocimiento, goce y ejercicio de los derechos humanos”. ¿Y por qué será necesaria una ley para no gritarle a la mujer?

Recuerdo tres hechos: un niño que se escondía cuando el papá le gritaba a su esposa. Y en otro, era a los niños a quienes mal-trataba, pero ellos no hacían caso, sino que también gritaban. El pequeño apenas comenzaba a hablar, no se le entendía, pero utilizaba el mismo tono que el padre. Los gritos no convencen y sólo pueden generar más violencia, resistencia o intimidación. Dice la Ley que “en el caso de niños, niñas y adolescentes, no se podrá alegar el derecho de corrección disciplinaria”. ¿Y por qué códigos, leyes, tratados, convenciones, para no gritarles a niños y a niñas?

Pero los gritos no son sólo por enojo o una forma de reprender al niño o pleitos entre los padres, también está la costumbre de tirar puertas, el alto volumen del televisor o la música, mientras otros de la familia duermen, leen, hacen sus trabajos. Eso también es una forma de violencia y maltrato, de irrespeto. ¿Es tan difícil bajar el volumen?

En el tercer caso, padre y madre les gritaban, pero no sólo era eso, también las palabras: desde estúpido, chancho, tonto, hasta las peores. Esto ya no sólo es violencia acústica, es también “violencia semántica”. Entonces, no son solo los gritos, los golpes en la mesa, los platos contra el piso, los portazos; también las palabras, el tono y el contenido mismo de lo que se dice. Por ejemplo, si le gritan “estúpida”, es más que gritar, es descalificar a la persona, denigrarla, torturarla y hasta destruirla. Si a un niño le dicen constantemente “inútil” probablemente pensará que no sirve para nada. ¿Qué haría usted, varón, si le gritan ¡estúpido!?

Los gritos van afectando la salud y las relaciones, como canta Joaquín Sabina, “y hubo tanto y tanto ruido que al final llegó el final”. Igualmente, afecta la tranquilidad y la formación de niños y niñas, que reproducen esta forma violenta de expresarse, construyendo cadenas hereditarias.

Inclusive, esta cultura se transfiere en cada círculo de poder: el jefe le grita al trabajador, el trabajador a la esposa, la esposa a los niños, el mayor al menor; y la descarga, la intimidación, también llegan al perro. La violencia acústica es una herencia cultural dañina. “¿Por qué mi mamá me grita? Los gritos también hieren”, decía un joven.

Por eso, es interesante ver que la Ley contempla medidas de protección y capacitación, y programas de orientación, atención y prevención dirigidos a modificar conductas violentas y evitar la reincidencia. Y sobre todo, que haya instituciones y organizaciones que contribuyen a que esto se haga realidad.

Hay otras formas de violencia acústica: con frecuencia elevamos la voz para imponer un punto de vista. Dicen algunos que así somos, que es parte de nuestra cultura. Hablar a gritos puede ser costumbre, pero a nadie le gusta que le griten y probablemente seamos rechazados junto con nuestro planteamiento. También he visto cómo algunos profesores de danza, teatro, deportes, les gritan a los estudiantes. Y probablemente no sea por el ruido ambiental. ¿Será necesario?

Y a veces también podemos decir palabras en el tono más dulce, o gritar con la mirada o con el silencio; pero esto ya es capítulo aparte.

La autora es profesora, comunicadora y abogada.
doraldinazu@gm

lunes, 2 de julio de 2012

CCJ condena a Costa Rica por daños al río San Juan

Por Wilder Pérez
edicion.digital@laprensa.com.ni

Con un fallo unánime, la Corte Centroamericana de Justicia (CCJ), condenó a Costa Rica por los daños causados al río San Juan, tras la construcción de una carretera en el margen sur.

La sentencia declara que el Estado de Costa Rica está sometido a la jurisdicción y competencia obligatoria de la CCJ, y que "actuó de manera unilateral, inconsulta, inapropiada y apresurada, violentando los compromisos internacionales".

Además, la Corte Centromericana declara que Costa Rica inició la obra sin contar con los estudios y análisis exigidos en el derecho internacional.

"Costa Rica construyó una obra de alto riesgo y peligrosidad ambiental que debió evitar", señala la sentencia.

Entre los convenios que se violaron con la construcción de la carretera tica, la CCJ enumera 20 convenios internacionales, lo que "incurrió en responsabilidad por daños ecológicos y conexos con el río San Juan".

El escrito también añade que "Costa Rica cometió desacato al inculplir la medida cauterlar de suspender las obras".

Luego de esta sentencia, queda pendiente que la CCJ determine lo que es Estado de Costa Rica debería pagar en concepto de la reparación por los daños causados al nicaragüense río San Juan.

Los demandantes fueron el Foro Nacional de Reciclaje y la Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Sostenible.


http://www.laprensa.com.ni/2012/07/02/ambito/107065-ccj-condena