Nicaragua

Madre, que dar pudiste de tu vientre pequeño

tantas rubias bellezas y tropical tesoro,

tanto lago de azures, tanta rosa de oro,

tanta paloma dulce, tanto tigre zahareño.



Yo te ofrezco el acero en que forjé mi empeño,

la caja de armonía que guarda mi tesoro,

la peaña de diamantes del ídolo que adoro

y te ofrezco mi esfuerzo, y mi nombre y mi sueño.


Rubén Darío (1889).



Anidando en el porche

Anidando en el porche
dzu2012

sábado, 3 de diciembre de 2011

El Museo de Sandino: ¡lo dejamos caer!

Doraldina Zeledón Úbeda

Me impactó la noticia de El Nuevo Diario. El Museo del General Sandino se desplomó. Ya lo esperaba, pues desde hace años que se vienen desmoronando, sin que nadie haga nada. Conocí la casa-telégrafos cuando pequeña. Luego, cuando visito la ciudad, lo he visto esfumarse poco a poco, incluyendo las reliquias históricas.

Comparto este artículo publicado hace más de diez años, y que sigue siendo actual. Parece que el olvido es parte de la historia del Museo.

Itinerario de un viaje al Museo del General Sandino
Joya histórica en abandono
Hay muchos motivos para visitar San Rafael del Norte, la mayoría va por el Museo al General Sandino, o conocer la iglesia. (Ahora también para pedir milagros al Padre Odorico). Yo fui por eso y más: visitar familiares.

Al entrar a la ciudad, lo primero que vino a mi mente y a mi vista, fueron mis muertos, pues si los recuerdos nos fallan, el cementerio, que está a la entrada, nos recuerda nuestro origen y nuestro fin.

Me quedé en San Rafael, donde mi querida tía Angelina. Ahí pasé la noche, y poco a poco vinieron los recuerdos: mis maestras y maestros, mis compañeros y compañeras de primaria, mi escuelita querida; las brisas y vientos de noviembre a enero, el frío, las charcas en la plaza, donde hoy es un bonito parque. Los pinos del Cerro del Panal... que siempre los recuerdo, como Rubén Darío, "Oh pinos del Norte sois bellos también". Me pareció que el tiempo había retrocedido.

Realmente la ciudad está muy cambiada, está bonita y limpia. Así la vi, y así quiero sentirla. Llegar a ella, ya no es una odisea: toda la carretera está pavimentada, y las dos horas o más para llegar desde Jinotega, ahora se convirtieron en unos veinticinco minutos. El adelanto ha llegado.

Pero además de los recuerdos y de la carretera, comprobé que vivimos en la aldea global: los pinos estaban solos, uno por aquí y otro por allá, se veían de lejos los pocos que quedan. Y en la iglesia, me sorprendieron los niños: igual que en los semáforos de Managua... La única diferencia es que estos niños eran blancos y andaban limpios...La globalización de la pobreza no puede quedarse fuera de la civilización y el desarrollo...

La historia viva se está destruyendo

Al día siguiente visité el Museo del General Sandino, la vieja casa donde estaban los telégrafos y teléfonos. La misma que sirvió de cuartel al General Sandino, la casa de la familia de Blanca Aráuz, "la telegrafista de San Rafael". Al entrar, recordé las anécdotas y versos que nos contaba mi padre: " A cinco centavos les vendo cabezas de americanos..." Pero al dar el primer vistazo, pensé en lo que sucede siempre: a pesar de ser el General Sandino un héroe nacional, y latinoamericano, como dijo Gabriela Mistral, los gobiernos han abandonado el Museo, están dejando perder la historia, que con el polvo y la humedad, y el desgaste lógico por las vistas, se ha deteriorado; desde que una entra se puede sentir que realmente "estamos en el aire", como nos dijo el profesor José Jesús, encargado del museo. Las vigas que sostienen el piso de madera, se han podrido, las tablas están como hamacas, en cualquier momento, con el paso más suave o con el peso más leve, se quebrarán.

Pero no es sólo el piso de tambo, es toda la casa, es la historia que nos cuenta la casa, la que se está perdiendo. Y no es sólo la casa histórica, también se han perdido o se han ido a otro sitio, las cosas que ahí había, que ahí deberían estar. Porque no es lo mismo ver una fotografía original y que el guía nos diga: "esta foto se tomó ahí, en la plaza, donde ahora está el parque, o esta máquina era la que usaba Blanca Aráuz." y poder ubicar el objeto en su lugar natural, que ir a verlo lejos, en otro museo, descontextualizado. Así, el visitante podría ver los objetos y leer la historia en su propio lugar, porque como dijo Pablo Neruda: se escribía la historia "en las paredes interminables de la noche".

De lo que fueron los telégrafos y correos, sólo pude ver una máquina de escribir y unas piezas del telégrafo; y un archivo de los correos, que utilizó Blanca Aráuz. "Lo demás se lo han llevado para Managua, o para el museo de Niquinohomo" nos dijo el profesor. De lo que fuera del General y su "Pequeño Ejército Loco", sólo quedan unos fusiles, un baúl que utilizó él, que fue rescatado a los marines; la máquina de su secretario, una pequeña Remington, también rescatada a los marinos. Lo demás, son fotos y recortes de periódicos de la época. Y las personas que ahí laboran, también son héroes. No tenemos presupuesto... se oye nuevamente al profesor...

Da lástima cómo está la casa, en abandono, porque los héroes y mártires sólo son bandera política, según los intereses del momento; después, se les anda de arriba para abajo, en los edificios, en las plazas, que hoy llevan sus nombres y mañanas los borran, según el político de turno...Es la triste historia patria.

"Estamos trabajando en el aire, no tenemos ninguna institución que diga vamos a dar una partida para operar, lo estamos haciendo en forma voluntaria, para darle realce al pueblo y a la historia del General Sandino, más que esta zona y esta ciudad fueron escenarios...".

Quizás haya un político, un diputado, un patriota, que recuerde que "el general Sandino carga sobre sus hombros vigorosos de hombre rústico, sobre su espalda viril de herrero o forjador, con la honra de todos nosotros." (Gabriela Mistral), y proponga incluir en la Ley Anual del Presupuesto Nacional, una partida para el Museo de San Rafael.

"Los hispanizantes políticos que ayudan a Nicaragua desde su escritorio, o desde un club de estudiantes, harían cosa más honesta yendo a ayudar al hombre heroico, héroe legítimo, como tal vez no les toque ver otro, haciéndose sus soldados rasos (Al cabo tiene Nicaragua dos fronteras no demasiado pequeñas y que es posible burlar). Cuando menos, si a pesar de sus arrestos verbales no quieren hacerle el préstamo de sí mismos, deberían ir haciendo una colecta continental, para dar testimonio visible de que les importa la suerte de ese pequeño ejército loco de voluntad de sacrifico. Nunca los dólares, los sucres y los bolívares suramericanos, que se gastan tan fluidamente en sensualidades capitalinas, estarían mejor donados". (Gabriela Mistral).

Publicado originalmente en El Semanario, 19-25 octubre del 2000.