Doraldina
Zeledón Úbeda
Estelí,
diciembre 20016.
Frío viento violento, brisa fría,
frío frío. Yo acurrucada en mi tibia
cama. El viento se mete por las hendijas.
Se cuela por el petate, se pega en las sábanas gastadas. Amanece húmedo
el sol. Veo la bruma. Saboreo el café caliente. Y salieron a chambear, sin
nada, a rebuscar, envueltos en la sonrisa ingenuamente renovada. Y allá lejos, también
salen sin nada. Caminado entre el viento que azota. El terruño que llama. Y la ilusa
esperanza que calma. Larga noche larga, como el camino sin agua ni posada. Frío
en el alma…
Dan, din, dan, las campanitas
sonando están… con la magia de la Navidad y Año Nuevo. La época más linda. Regalos
y música, que a veces enmascaran carencias y sustituyen sentimientos. Y faltos de
solidaridad, dan, dan. Cuántos se quejan por una niñez sin Navidad. Cuántos ni siquiera
se quejan por falta de una cena, un día cualquiera. Pero no pude negarse, hay
quienes comparten. Para bendecir el
futuro. También el que no tiene mañana seguro. Porque lo sabe.
Sí, veo lo bueno y lo bonito, lo siento y lo agradezco. Y también lo “malo”, que me reta. Pero
no puedo obviar el recuerdo del niño en el hospital, enfermo por desnutrición. Un viejo sin medicinas. Un niño enchancletado,
sonriendo tras las luces de los juguetes y zapatos nuevos. Una vida joven que
se va y un proyecto que la retiene. Una madre sin su hijo, un hijo sin su
madre. Las flores del cementerio y el rocío que brota del corazón de las madres
de Xiomara. Y la gota que moquea, porque estás lejos o lejos está una flor. Una
sociedad pujante, que triunfa y crece, pero no siempre ve lo que crece a su
alrededor. Mucho menos las miradas
ambulantes de los Alepo destruidos.
Una tierra asolada, los árboles
tumbados, los animalitos de Dios desapareciendo, los nativos en peligro de
extinción, los desplazados de guerra y los desplazados ambientales, los
campesinos jugando a la lotería con las cosechas. El vende frutas consumido por
el viento y el sol de Managua. De repente lo vi viejo. El minero que muere poco
a poco, porque las minas no son para todos, pero afectan todo. Las tabacaleras
dando vida a la ciudad y a la muerte. Facilitando pagar las deudas cada viernes
para volver el otro viernes. Y el
comercio subiendo el volumen. Llamando clientes. Al menos, hay vida. Y hay que ser agradecida.
La Navidad es linda, preciosa su
música, con volumen decente. Pero no es para todos. Depende de tu actitud,
dirán los que "piensan positivamente". Y yo: ¿qué hago con pensar? Si por lo
menos pudiera quemar este viejo pensamiento.
Y ya que al fin, es contagiosa
esta alegría: ¡disfrutemos la pólvora! Si contamina, da igual. Si hay quemados,
fueron pocos. Si ensordece, no hay pruebas.
¡Feliz Navidad y buen Año Nuevo! Con mucho y con poco. Que la magia de la estrella de los magos nos envuelva. La paz, la dulzura y la inocencia de los recién nacidos, nos abracen.