Igual
que en toda persona encontramos cualidades que no siempre se aprecian a simple
vista; así las ciudades guardan tesoros que entretejen la red interior que
alimenta el alma, porque no sólo de pan vive el ser humano.
Caminado, durante un frío atardecer de enero, me topé con la Casa Manos
Nicas. Qué bonita artesanía: muñecas, flores, floreros, angelitos; todos de
tusa, hechos con manos femeninas. Además promueven trabajos de otros artesanos,
elaboradas con marmolina, hojas de pino, madera, barro.
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Siguiendo mi caminata cultural, me quedé extasiada al ver la
interpretación pictórica de tres obras de Rubén Darío ("El rey
burgués", Sonatina y A Margarita Debayle), de John Alaniz, director de la
Escuela de Arte Renacimiento. Ha pintado además en algunas iglesias,
así supe de este joven artista que dice pintar también angelitos negros. Claro,
porque “también se van
al cielo todos los negritos buenos”.
Sonatina |
Al otro lado del realismo de Jonh, está el surrealismo (y más) del conocido pintor, arqueólogo, docente y escritor, Bayardo Gámez. Su taller está al fondo, alejado del ruido comercial. Un rinconcito colorido y acogedor, repleto de dibujos, pinturas, retratos, murales. Y una enriquecedora conversación.
Estelí
es también “La ciudad de los murales”. Es Funarte, Fundación de
Apoyo al Arte Creador Infantil, la que ha coloreado historias, luchas,
sueños, alegrías; en muros y paredes, pues “la obra debe expresar el sentir y
el pensar de quienes las elaboran.” Pero el objetivo no es el mural, dice su
director Pablo Antonio Blandón, éste es la expresión final de un proceso de
aprendizaje de la temática que abordan y un crecimiento en valores. Trabajan temas
como violencia basada en género, medioambiente, derechos humanos; de ahí salen
los murales. Y ya existen otros grupos, como el de Julio César Moreno, nacido
en Funarte.
Pinturas en Funarte |