Nicaragua

Madre, que dar pudiste de tu vientre pequeño

tantas rubias bellezas y tropical tesoro,

tanto lago de azures, tanta rosa de oro,

tanta paloma dulce, tanto tigre zahareño.



Yo te ofrezco el acero en que forjé mi empeño,

la caja de armonía que guarda mi tesoro,

la peaña de diamantes del ídolo que adoro

y te ofrezco mi esfuerzo, y mi nombre y mi sueño.


Rubén Darío (1889).



Anidando en el porche

Anidando en el porche
dzu2012

martes, 7 de septiembre de 2010

Plan ante desastres socio ambientales o plan antes del desastre?


Doraldina Zeledón Úbeda

Cierto, ha llovido mucho, desde mayo, y sin parar. Los estragos se sienten. Pero esto no es sólo a causa de las lluvias, también es por falta de prevención e irresponsabilidad De todos: los gobiernos, nacional y municipales, de hoy y de siempre. De prácticas inadecuadas del comercio, la industria, la producción, el consumo, la población. Unos que hacen muy poco y permiten todo a pesar de las leyes, y otros que contaminan y ayudan a que los problemas sean mayores. Me contaba una señora que ha visto a personas sacar la basura cuando llueve, para que se la lleve la corriente. O quienes la tiran a los cauces. Debería haber policías para controlar esto. La educación es lo más efectivo, pero a largo plazo. Hay que aplicar la ley. Si se multa al que tira la basura, la pensará para volverla a tirar. Pero también habría que disminuir la producción de residuos. Igualmente se debería ser estricto con los funcionarios que no funcionan. Realmente el pueblo no sólo es el presidente, sino el empleador; porque pobre, pero con sus impuestos paga puntualmente a sus empleados. ¿Por qué algunas autoridades demoran tanto en responder?

Ya es tiempo de que los gobiernos, nacional y municipales, comiencen a prevenir de verdad. ¿Por qué si se conocen lugares sumamente vulnerables se espera la lluvia para atenderlos? ¿Por qué reubicar a la carrera? ¿Que no hay terrenos? Creo que Nicaragua es lo que más tiene. Además, falta una ley de evacuación forzosa y reubicación obligatoria. Alguien decía que van a tratar de persuadir, eso debería ser antes; cuando ya el problema es grave hay que actuar.
En una noticia se decía “El teniente coronel Silva hizo énfasis en que las afectaciones de las lluvias no representan alarma, ya que cada invierno esas mismas comunidades enfrentan este tipo de situación y aclaró que “no hay un fenómeno extraordinario para decretar alerta”. Un fenómeno extraordinario sería que Malacatoya, Acahualinca, el barrio Hugo Chávez, no aparecieran en los diarios por inundaciones; que sabiendo que "cada invierno esas mismas comunidades enfrentan este tipo de situación", se pusiera en marcha un verdadero plan de prevención. ¿Porqué esperar que Motastepe se derrumbe? O los pobladores del Atlántico queden incomunicados y a la intemperie. Hay que buscar alternativas antes. Debería haber profesionales, técnicos, funcionarios, universidades, no sólo detectando sitios vulnerables, sino las soluciones para prevenir, buscar alternativas. Por ejemplo, qué hacer si el cerro La Gavilana dejara incomunicado a Estelí. Y también la población debe participar. Son los del lugar los que mejor conocen los problemas, podrían ayudar a detectar sitios vulnerables y o para la reubicación. Y prevenir evitando el deterioro del ambiente. Pero realmente prevenir, no para reubicar a última hora. Por ejemplo, qué alternativas dar a los habitantes de Motastepe y qué hacer para que la extracción de arena no continúe, qué hacer para crear condiciones que eviten el derrumbe. Porque no basta con reubicar a los que están cerca; los afectados pueden ser muchos, no sólo los que sufren directamente. Se ha dicho que las arenas llegarían a varios barrios de Managua. Por tanto, también se requiere del trabajo conjunto de los municipios. Y que la propia población afectada actúe. ¿Por qué esperar a que otros reaccionen por mí?
La prevención implica investigación, planificación, organización, sensibilización, negociación, porque no es igual que la gente salga a la fuerza a que lo haga sabiendo que es lo mejor. Y reubicación, condiciones, de nada serviría sacarlos y llevarlos a que sufran más. O que los saquen hoy y mañana regresen al mismo lugar. Y también se necesita rehabilitación de los reubicados. Y restauración o transformación del lugar evacuado, si es necesario. Creo que a corto plazo se podrían buscar alternativas de largo plazo. Y, como nos falla la memoria, sería provechoso recopilar la historia de catástrofes. En qué se falló, por qué. Puntos críticos por deslizamientos, inundaciones, terremotos, tornados, maremotos, incendios, corte de carreteras, de puentes. Qué se hizo, qué hacer y qué evitar en cada caso. Para sobrevivir el momento, para relocalización, rehabilitación, reconstrucción, albergues, alimentación, agua, salud, evitar saqueos y malos manejos. Pero no sólo para recopilar información, sino para darla a conocer, para utilizarla.
También es necesario el análisis del cumplimiento de las leyes, coordinación entre autoridades, participación ciudadana, procedimientos. Conocer las características y usos del lugar afectado y el de reubicación; cantidad de población afectada y sus actividades económicas, pues una reubicación no sólo tendría que ver con dotarlos de un terreno con sus servicios básicos, también con el empleo. Sin trabajo la gente vuelve al lugar. Esto no se puede hacer de emergencia, la prevención requiere tiempo.

Pero como no hemos prevenido, tenemos que prepararnos para actuar a última hora. La población puede contribuir a identificar los sectores vulnerables: cauces, cerros, ríos, casas. Población: personas mayores, enfermos, discapacitados, niños, embarazadas. Y animales domésticos. Y apoyar en la búsqueda de soluciones.

La prevención comienza con la protección del medioambiente. ¿Algún partido político estará pensando en el cambio climático o sólo les interesa el cambio de gobierno, de candidato? La verdad que ni eso. Parece increíble que estemos en semejante situación y que algunos políticos se estén peleando por seguir en el poder; desde arriba, desde abajo o de la mano.

miércoles, 4 de agosto de 2010

Derecho humano al agua y al saneamiento

Doraldina Zeledón Úbeda.

Hace varios años fuimos a una comunidad rural a realizar una encuesta. Quise aprovechar para distribuir volantes sobre el lavado de las manos y el aseo en general. Al regreso nos reíamos, o más bien se reían de mí, pues en el lugar el problema más sentido era la falta de agua, las grandes distancias que tenían que recorrer para conseguirla. No recuerdo haber visto niños caretos. Entonces, cuando no se aseaban, probablemente no era por falta de consejos, sino por falta de agua. El problema era el acceso no el aseo.

La Declaración Universal de los Derechos Humanos consagra como tales, el derecho a la salud y el bienestar, a la vida. El artículo 25 expresa que “toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios…”; sin embargo no contempla el derecho al agua, sin la cual otros derechos, como a la salud, a la alimentación y a la vida, no son posibles. Esto se subsanó el 28 de agosto pasado, cuando, “reconociendo la importancia de disponer de agua potable y saneamiento en condiciones equitativas como componente integral de la realización de todos los derechos humanos”, la Asamblea General de las Naciones Unidas (ONU) declaró “el derecho al agua potable y el saneamiento como un derecho humano esencial para el pleno disfrute de la vida y de todos los derechos humanos”.

La Declaración recuerda que “aproximadamente 884 millones de personas carecen de acceso al agua potable y más de 2.600 millones no tienen acceso al saneamiento básico, y que cada año fallecen aproximadamente 1,5 millones de niños menores de 5 años y se pierden 443 millones de días lectivos a consecuencia de enfermedades relacionadas con el agua y el saneamiento.”

El reconocimiento de este derecho, por sí solo no va a resolver el problema para esos millones de personas que no tienen cómo instalar el agua y servicios básicos. Se necesitan condiciones y voluntad política. Es por eso que el Consejo de la ONU “exhorta a los Estados y las organizaciones internacionales a que proporcionen recursos financieros y propicien el aumento de la capacidad y la transferencia de tecnología por medio de la asistencia y la cooperación internacionales, en particular a los países en desarrollo, a fin de intensificar los esfuerzos por proporcionar a toda la población un acceso económico al agua potable y el saneamiento...”

El agua en Nicaragua no es escasa, el problema es el acceso. Entonces, el asunto está en que el Estado garantice que esté al alcance de todos los hogares y en condiciones aptas para su consumo. Y que la población exija, no su derecho al agua, sino el acceso, las condiciones, para que se cumpla el nuevo derecho humano. Y no sólo exigir, también cooperar, porque en muchos casos la población, las industrias, las instituciones, contaminan, acaparan, lesionando el derecho de los demás. Y al cortar o contaminar el agua, cortan todo tipo de vida en el ambiente. Entonces, parte de esa garantía estatal debe ser cumplir y hacer cumplir las leyes, porque si yo construyo una represa aguas arriba, estoy limitando el acceso de los que están aguas abajo. Si vivo en un sector bajo y dejo la llave abierta, los situados en el sector alto, se quedarán sin agua. Si una fábrica contamina un río, los pobres que utilizan esa fuente, la utilizarán así, contaminada. Esto significa que el acceso al agua debe ser limitado y equitativo, porque los derechos no son absolutos, sino que, según nuestra Constitución, están limitados por los derechos de los demás y por las exigencias del bien común. Por supuesto, sin limitar tanto, a tal punto que nos dejen todo el día o varios días sin agua, como pasa desde hace un tiempo. El límite debe ser para quienes consumen sin medida.

Y con el abuso en la utilización del agua, se limitan otros derechos, por ejemplo, a un ambiente saludable, al trabajo, a la educación, a una vida digna. A elegir el domicilio, pues la falta de agua llevaría a emigrar. Y junto con la migración ambiental se van las costumbres, las tradiciones, las amistades y hasta las familias se desintegran, porque los derechos son interdependientes, de ahí que el texto recién aprobado reafirme “la responsabilidad de los Estados de promover y proteger todos los derechos humanos, que son universales, indivisibles, interdependientes y están relacionados entre sí, y que deben tratarse de forma global y de manera justa y equitativa y en pie de igualdad y recibir la misma atención… “

La declaración de la ONU no obliga a los Estados, pero en el caso de Nicaragua, por efecto del artículo 46 de nuestra Constitución, “en el territorio nacional toda persona goza de la protección estatal y del reconocimiento de todos los derechos inherentes a la persona humana, del irrestricto respeto, promoción y protección de los derechos humanos y de la plena vigencia de los derechos consignados en la Declaración Universal de los Derechos humanos...” y otras declaraciones relacionadas. Además. Contamos con la Ley General de Aguas y otras, como la de medioambiente.

La nueva resolución de la ONU se basa en una iniciativa presentada por el gobierno de Bolivia. Votaron a favor de la propuesta 122 naciones, nadie votó en contra, y hubo 41 abstenciones, entre ellas Australia, Bulgaria, Canadá, Dinamarca, Grecia, Irlanda, Israel, Japón, Luxemburgo, Estados Unidos.

martes, 27 de julio de 2010

Campaña para no tirar la basura

Doraldina Zeledón Úbeda
END - 21:16 - 26/07/2010

Sí, una campaña para no tirar la basura, y no para recogerla. Cuando veo brigadas recogiendo bolsas de plástico, me pregunto si no será más efectiva una campaña casa por casa, calle por calle, persona por persona, para que no las tiren a la calle. (Claro, si ya se tiró, hay que recogerla). Y que todos y todas seamos promotores de la salud ambiental. Que a quien tire una bolsa o una cáscara al suelo, se le invite a levantarla. Y que haya donde depositarlas. Posiblemente más de una persona nos tratará mal, nos dirá que no tenemos qué hacer o que nos vayamos a otro barrio o a otro país. Todo eso ya me lo han dicho porque reclamo el derecho a un ambiente sonoro saludable. Cada causa cuesta, pero es obligación cuidar nuestra ciudad. Y es preocupante que haya tantos residuos por todos lados. Pareciera que no nos importa y que las campañas de educación para nada sirven. Como se dice, el hecho de ser pobres no nos da derecho a ser cochinos. Pero también hay personas con poder económico e instruidas, que arrojan la basura a la calle.

¿Por qué algunos mercados están sucios, si allí hay dinero y empresarios con mucha iniciativa? Así como tienen trabajadores que resguardan sus negocios, podrían tener una brigada de educación ambiental que proteja el bien común más preciado: el medioambiente, que genera los demás bienes.

Los recolectores y recicladores hacen una gran labor, además de crearse su fuente de trabajo. Pero mientras ellos recogen y limpian la ciudad, otros ensucian: compran, rompen la bolsa, se comen el contenido y lo demás, a la acera. Pasan niños, viejos, jóvenes, mujeres, varones, a pie, en bus, en carro, todo mundo tirando basura. Van dejando el rastro de la mala educación y de la irresponsabilidad. Algunos quizás no tengan culpa, es producto de hábitos arraigados y la educación no llega a todos lados. También los carretones y camionetas depositan la basura en cauces, solares, caminos. Y las empresas que generan residuos no se responsabilizan por recogerlos. Ni se les obliga. Venden miles de botellas con agua, miles de gaseosas y miles de envoltorios con todo tipo de productos; pero, ¿cuántas botellas recolectan en plazas y playas?

¿Por qué no vemos los efectos, comenzando por las inundaciones cuando se obstruyen los cauces, en la contaminación del agua o en la reproducción de mosquitos y zancudos? Esto no lo sufrimos por ser pobres, sino por ser irresponsables, yoquepierdistas, cochinos. Nos importa nuestra actividad, nuestro negocio, y punto. A veces creo que en parte es por lo contradictorio de los mensajes. Se pide que se separen los residuos desde el hogar, pero el camión lo revuelve todo, porque no hay recogida selectiva.

Que no se revuelvan baterías con los residuos domiciliares, pero no hay alternativas. Que se coloque la basura en su lugar y no hay donde echarla. Que el aceite de la cocina no se eche en las tuberías de aguas residuales, pero no se dice qué hacer. Que los residuos verdes son muchos, pero no se explica qué árboles sembrar en cada lugar, a qué distancia de los edificios y cómo darles mantenimiento para que no perjudiquen y así evitar cortarlos, como cuando se llenan de plagas o se siembran pegado a la casa del vecino y dañan techo, paredes, alcantarillas. Que no se queme basura, pero algunos empleados municipales lo hacen. Y con las campañas para recolección, indirectamente se está tolerando que otros ensucien, pues hay quien recoja. Y algunos partidos políticos tienen promesas verdes, pero dejan las plazas llenas de plásticos y papeles.

Como vemos, entre los mensajes expresos y las acciones, hay muchas contradicciones. Esto, sumado a la falta de valores e incumplimiento de las leyes, contrarresta los esfuerzos de las campañas ambientales. De ahí la necesidad de la educación y buscar alternativas, lo mismo que la aplicación de leyes. Y de una congruencia entre la práctica y los mensajes. No sólo en las aulas, la educación ambiental debería ampliarse a las calles, mercados, plazas, ferias, bares, buses, costas, caminos, carreteras, movilizaciones partidarias, celebraciones religiosas, etc. Y los responsables de las actividades y productos generadores de desechos, deberían ser quienes los recolecten. Tiendas, pulperías, ferias, mercados, fábricas, distribuidoras, deberían tener recipientes, además de los que instalan las alcaldías.

Y como tirar la basura es tan común, y casi todo mundo lo hace, ni vergüenza da. Por eso, después de las concentraciones, las plazas quedan rebasadas. ¿Qué tal si las brigadas ecológicas funcionaran durante las movilizaciones? Y si cada partido, cada organización, tuvieran su brigada que esté atenta, no a recoger lo que otros tiran, sino para decirles que no tiren las bolsas y botellas en la plaza, y si lo hacen, pedirles que las recojan. Junto a las campañas políticas, religiosas, ferias, festivales, se deberían organizar campañas ambientales. Y también para bajar el volumen y reducir la basura acústica, pues aunque a veces no moleste, el ruido puede afectar, igual que los otros residuos.

sábado, 6 de marzo de 2010

Una computadora por cada escolar: herencia de Tabaré Vázquez

Doraldina Zeledón Úbeda

Cuando leí la noticia sobre los 300 niños que recibieron sus computadoras de manos de la Fundación Zamora Terán (END, 19-02-2010), me dije: entonces, también aquí es posible.

Desde el año pasado galopan en mi mente, imágenes que me hacen soñar con niños campesinos que montados en sus caballos llevan en las mochilas un mundo de información, de comunicaciones, de aprendizaje. Cargan en su espalda un país con un gran futuro. No son de Nicaragua, porque aquí los niños campesinos no van a la escuela a caballo sino sobre sus zapatos, y en algunos casos, saltando sobre sus talones, entre los charcos, en invierno; y en verano, para no sentir el polvo caliente del camino. Además, en la realidad, no veo un niño con una computadora, ni en el campo ni en la ciudad, pues la inseguridad se las arrebataría sin terminarlas de estrenar. Esos pequeños que vi volando en sus caballos, compartiendo la computadora con sus padres o usándolas en el patio de la escuela o en algún sitio de la ciudad, son de Uruguay, donde las escuelas y hogares viven una utopía posible: una computadora para cada alumno.

Cuando leí por primera vez la noticia me causó tremenda admiración. Busqué más información y me encontré con el sitio web oficial del programa Ceibal, impulsado por el gobierno de Uruguay, para lograr que la población tenga igual acceso a la tecnología y la educación. Incluye computadoras para niños ciegos, con discapacidades motrices, sordos. ¡Qué belleza! Tienen dispositivos y programas para el arte, como pintura y música. Pero no sólo es entregar la computadora. También significa conexión a Internet, mantenimiento, capacitación a docentes, programas, sitios web. En cambio, según informe de la CEPAL, Nicaragua es el país donde el servicio de Internet es el más caro de América Latina, además de la imposibilidad, para la mayoría, de acceder a mayor velocidad. Es el producto de los monopolios.

La imagen de esos niños volando en sus caballos me toma la cabeza a cada momento. Y veo también, niños de nuestra Costa Atlántica en pangas sobre los ríos, felices con su computadora. Y pienso si algún día será posible que los niños de San José de Cusmapa, donde los árboles tocan las nubes, puedan tener una computadora, que, abriendo al mundo una ventana virtual, muestren esas hermosas vistas que se pueden observar desde los miradores naturales. Pero para que esto suceda habrá que sembrar mucho maíz, llenar muchos estómagos y hacer realidad primero otros sueños. Porque una vez fui a supervisar clases con el Ministerio de Educación. Y no había clases. Ni comida.

Pero si cada empresario actuara como la Fundación Zamora Terán, otro país tendríamos. Este hecho no sólo transmite tecnología, sino solidaridad, esperanza, valores. Y si los gobiernos asignaran más presupuesto a educación, si hubiese menos corrupción y menos juicios por corrupción que sólo dejan más gastos; si hubiese menos diputados, menos magistrados y más interés por salir del subdesarrollo, entonces, podríamos ver niños volando sobre sus pies, para llegar a la escuela con alimento en su estómago y la computadora en su mochila.

Confieso que sé poco sobre Uruguay. Por eso, no hace mucho le pregunté a un amigo, ¿qué atractivos tiene tu país? Hizo silencio. Luego respondió: hay paz y mucha tranquilidad. Cuando leí la noticia sobre el programa “una computadora para cada escolar” me dije, sin tranquilidad y seguridad, no podría un niño andar con su computadora en las manos o en la mochila. Porque no es sólo tener acceso a la computadora. Aquí ni un celular de los más baratos dura en poder del dueño original. Y recordé a los estudiantes de la UCA que me decían, ahora no son cadenas ni relojes los que nos arrancan, sino las mochilas y los celulares.

Y también pienso en los sitios web de los ministerios e instituciones públicas de nuestro país. A veces no hay forma de cómo contactarse, todavía no se puede resolver problemas mediante la red, y si publican la dirección de un funcionario o abren una a ventana para hacer un reclamo, de todos modos pocos contestan. Entonces, si no cambiamos de actitud, de nada serviría tener una computadora conectada a Internet.

Y no es que una máquina por sí sola arregle el mundo, pero cuánto se podría hacer si la tecnología llegara a los rincones del Norte o de la Costa Atlántica, donde los huracanes dejan incomunicada a la población. Cuánta destrucción se podría evitar si se pudiera informar a tiempo sobre un incendio que acaba con los bosques. O sobre el tráfico de madera. O cuánta capacitación vía Internet. Porque lo importante no es tener la tecnología sino utilizarla para mejorar la calidad de vida. Por ello, en Nicaragua habría que agregar la ética, pues de nada serviría un sistema de información si no se informa o no se escucha. O una tecnología que afecte negativamente, si no se toman las medidas necesarias con la infraestructura y el contenido de la información.

Con este proyecto, Tabaré Vázquez; presidente de Uruguay hasta febrero de 2010, debe sentirse sumamente dichoso. Es el único país del mundo que cumple la meta de una computadora por cada alumno de primaria en escuelas públicas. Después van con la enseñanza media. Es un proyecto de país, de ahí que se asegure la continuidad. ¡Cuánto por hacer tenemos en Nicaragua! De esto nos deberíamos copiar.

Amigo, ¡cuánto atractivo tiene Uruguay!

Publicado en El Nuevo Diario, Managua, Nicaragua, jueves 4 de marzo de 2010. http://impreso.elnuevodiario.com.ni/2010/03/04/opinion/120129

domingo, 31 de enero de 2010

Contaminación visual

Doraldina Zeledón Úbeda

Cada ciudad tiene su fisonomía, su personalidad; y, como en las personas, la primera impresión entra por los ojos. La publicidad, la arquitectura, el comercio, el ordenamiento territorial son, en gran parte, responsables de esa fisonomía. Carteles de todo tamaño, pintas, mantas, amontonamiento de basura publicitaria en las paredes; cables, antenas, construcciones inadecuadas, alteran el paisaje y generan la contaminación visual, que se refiere a cualquier elemento que afecte la visibilidad y la estética del paisaje natural o urbano.

Además de los grandes rótulos en las calles y carreteras, también hay soportes publicitarios en aceras y andenes, que impiden el paso y la visibilidad. Esto tiene que ver con la seguridad ciudadana. No se debería permitir el exceso de publicidad en muros y fachadas, con papeles que nadie lee. Colocar cualquier cantidad de rótulos, pintas, mantas, afea la ciudad y puede causar problemas de salud, como estrés, dolor de cabeza, y hasta llegar a cuasar la muerte, por ejemplo en un accidente de tránsito, al impedir la visibilidad y tapar información vial o distraer la atención de conductores y peatones. El exceso de publicidad y su ubicación inadecuada, estresa, cansa, atiborra el cerebro, afecta la atención hacia otros elementos del ambiente o hacia la actividad que se realiza.

También constituyen contaminación visual las telarañas de los cables para la energía eléctrica. Y los postes que instalan frente a puertas o ventanas. O los vehículos mal estacionados que no permiten ver y que la policía no ve.

El comercio informal también incide. Las ventas en calles y aceras quitan visibilidad y afectan la estética de la ciudad. No es que se cuestione esta fuente de trabajo, sino que se ordene. La misma gente podría contribuir. He visto en algunas ciudades que, aunque sean en la calle, están limpitas y ordenadas. En las aceras angostas no se debería permitir ventas, ni talleres en la calle. También el comercio formal genera contaminación visual. En varias ciudades las tiendas se han salido a las puertas y aceras. Y hasta se toman las calles. Quitan visibilidad y el que pasa puede enredarse en las mercaderías que cuelgan como matapalos. Y pasa en todas las ciudades, incluyendo la bonita Granada. La preocupación por el centro histórico debería extenderse a toda la ciudad. O más bien, extender la preocupación por el turismo a la preocupación por la calidad de vida de todos los pobladores.

Como vemos, no es sólo cuestión de publicidad, son varios los sectores e instituciones involucrados: comercio, ordenamiento territorial, turismo, arquitectura, seguridad ciudadana, transporte, medioambiente, salud, energía, construcción. Pero es la municipalidad la responsable principal. Y hay varias leyes que podrían contribuir. En el caso de la publicidad, para Managua está el Reglamento de Rótulos. Pero primero es la propaganda política y después el control de la contaminación visual, esté quien esté en el poder. Igual sucede con la contaminación acústica.

El Código Penal contiene dos artículos relacionados con el tema. El 556 se refiere a las pintas. “El que sin autorización del propietario, haga pintas o pegue carteles o papeletas en muros, paredes, puertas o ventanas de edificios públicos o privados, será sancionado con diez a veinte días multa, o trabajo en beneficio de la comunidad de diez a veinte días de dos horas diarias” Si permito que la pared de mi casa la forren con todo tipo de publicidad, no hay problema. Hacen falta normativas que regulen esto, independientemente de que el dueño lo permita.

El artículo 364 dice: “Quien altere de forma significativa o perturbadora el entorno y paisaje natural urbano o rural, de su perspectiva, belleza y visibilidad panorámica, mediante modificaciones en el terreno, rótulos o anuncios de propaganda de cualquier tipo, instalación de antenas, postes y torres de transmisión de energía eléctrica de comunicaciones, sin contar con el Estudio de Impacto Ambiental o las autorizaciones correspondientes, o fuera de los casos previstos en el estudio o la autorización, será sancionado con cien a trescientos días multa. En este caso, la autoridad judicial ordenará el retiro de los objetos a costa del sentenciado.”

Se refiere al entorno y paisaje urbano y natural. Aquí entra todo: parques, calles, rotondas, aceras, edificios, monumentos, áreas “protegidas”, costas, carreteras, barrios. “Modificaciones en el terreno” tiene que ver con la alteración del paisaje y con la visibilidad. No sólo en las vías de comunicación, también en la visibilidad del paisaje escénico. Por eso no se debe permitir la construcción de edificios de varios pisos a la orilla de las costas.

No tenemos una ley de ciudad limpia, como en Sao Paulo, pero hay normativas. Que no se aplican. Por eso la participación de la población es esencial. No se puede dejar la protección de la ciudad, de los bosques, de nada, sólo en manos de instituciones. Quien vive cerca, quien siente los efectos, aprecia los paisajes escénicos, valora los recursos naturales o quiere su pedacito de calle, de barrio, de parque, de costas, de río, es quien debe cuidar, para por lo menos disfrutar del derecho a ver. El que quiere de verdad a su ciudad, a su país, es quien puede preocuparse de verdad. Los demás, en muchos casos, estarán preocupados por un salario u otros intereses.

Podríamos comenzar con una limpieza de basura publicitaria, como las pintas, los papeles que forran las fachadas y las mantas rotas que visten de andrajos la ciudad.

sábado, 30 de enero de 2010

Sábato: Los valores son los que presiden las grandes decisiones

Doraldina Zeledón Úbeda

En artículo reciente expresé que lo más importante es defender el derecho al medioambiente, pues está por sobre los otros derechos. Ahora que leí La Resistencia de Ernesto Sábato (Argentina, 1911), pienso que lo primero a defender son los valores. Porque ¿cómo vamos a tener solidaridad con las generaciones futuras si no les dejamos ni agua? O, ¿cómo la educación va a crear valores si en la práctica crecen los antivalores?

Sábato es novelista, ensayista, pintor, Doctor en Física, candidato a Premio Nóbel de Literatura varias veces, incluyendo este año, y con premios en su país y en el mundo. Publicó en el 2000, en género epistolar en la edición digital de Clarín, La Resistencia. Primera carta: Lo pequeño y lo grande; Segunda carta: Los antiguos valores; Tercera carta: Entre el bien y el mal; Cuarta carta: Los valores de la comunidad; Quinta carta: La resistencia; Epílogo: La decisión y la muerte. A la vez que habla de la pérdida de valores, reconoce que todavía hay esperanzas e invita a resistir, lo que no es igual que resignarse, aclara. Comparto aquí algunas citas seleccionadas, tituladas y ordenadas a mi manera. Más que comentarlas, prefiero dejar sola la belleza de estas perlas cultivadas durante un siglo. Gracias al amigo que me sugirió el libro. ¡Y gracias al autor!

Antiguos valores. Las sociedades desarrolladas se han levantado sobre el desprecio a los valores trascendentes y comunitarios y sobre aquéllos que no tienen valor en dinero sino en belleza.

La vida de los hombres se centraba en valores espirituales hoy casi en desuso, como la dignidad, el desinterés, el estoicismo del ser humano frente a la adversidad. Estos grandes valores, como la honestidad, el honor, el gusto por las cosas bien hechas, el respeto por los demás, no eran algo excepcional, se los hallaba en la mayoría de las personas.

Vejez. Así nos es dado ver a muchos viejos que casi no hablan y todo el tiempo parecen mirar a lo lejos, cuando en realidad miran hacia dentro, hacia lo más profundo de su memoria. ¡Qué poco tiempo le dedicamos a los viejos! (…) El abandono que los hombres de nuestro tiempo hacen de las personas mayores, de los padres, de los abuelos, esas personas a quienes les debemos la vida. Nuestra “avanzada” sociedad deja de lado a quienes no producen. ¡Dios mío!, ¡dejados a su soledad y a sus cavilaciones!, ¡cuánto de respeto y de gratitud hemos perdido!

Ruido. En todos los cafés hay, o un televisor, o un aparato de música a todo volumen. Si todos se quejaran como yo, enérgicamente, las cosas empezarían a cambiar. Me pregunto si la gente se da cuenta del daño que le hace el ruido, o es que se los ha convencido de lo avanzado que es hablar a los gritos. En muchos departamentos se oye el televisor del vecino, ¿cómo nos respetamos tan poco?

Vergüenza. ¿Han notado que la gente ya no tiene vergüenza y, entonces, sucede que entremezclados con gente de bien uno puede encontrar, con amplia sonrisa, a cualquier sujeto acusado de las peores corrupciones, como si nada? En otro tiempo su familia se hubiera enclaustrado, pero ahora todo es lo mismo y algunos programas de televisión lo solicitan y lo tratan como a un señor.

Corrupción. No debemos ser asesores de la corrupción. No se puede llevar a la televisión a sujetos que han contribuido a la miseria de sus semejantes y tratarlos como señores delante de los niños. ¡Ésta es la gran obscenidad! ¿Cómo vamos a poder educar si en esta confusión ya no se sabe si la gente es conocida por héroe o por criminal? Dirán que exagero, pero ¿acaso no es un crimen que a millones de personas en la pobreza se les quite lo poco que les corresponde? ¿Cuántos escándalos hemos presenciado, y todo sigue igual, y nadie —con dinero— va preso?
Cuando fuimos niños aprendimos el comportamiento viendo a los hombres que simplemente cumplían con el deber —una expresión hoy en desuso— esperando recibir una recompensa digna por su trabajo, pero que nunca hubieran aceptado ningún soborno. Eran personas con dignidad: no se hubieran metido en el bolsillo lo que no les correspondiera, ni hubieran aceptado sobornos ni bajezas semejantes.
Miles de hombres se desviven trabajando, cuando pueden, acumulando amarguras y desilusiones, logrando apenas sostenerse un día más en la precaria situación mientras casi no hay individuo que tras su paso por el poder no haya cambiado, en apenas meses, un modesto departamentito por una lujosa mansión con entrada para fabulosos autos. ¿Cómo no les llega la vergüenza?

Libertad. Como hombres libres en un campo de reclusos nuestra misión es trabajar por ellos, de todas las formas a nuestro alcance. “La verdadera libertad no vendrá de la toma del poder por parte de algunos, sino del poder que todos tendrán algún día de oponerse a los abusos de la autoridad. La libertad personal llegará inculcando a las multitudes la convicción de que tienen la posibilidad de controlar el ejercicio de la autoridad y hacerse respetar”, afirmó Gandhi.

Tolerancia y diversidad. Debemos hacer surgir, hasta con vehemencia, un modo de convivir y de pensar, que respete hasta las más hondas diferencias.

Competencia. Es crucial que comprendamos que la primera huella que la escuela y la televisión imprimen en el alma del chico es la competencia, la victoria sobre sus compañeros, y el más enfático individualismo, ser el primero, el ganador. Genera una gran confusión enseñarles cristianismo y competencia, individualismo y bien común.

Niñez ante contradicciones. Quizá sean los chicos los que nos vayan a salvar. Porque, ¿cómo vamos a poder criarlos hablándoles de los grandes valores, de aquellos que justifican la vida, cuando delante de ellos comprueban que se hunden millares de hombres y mujeres, sin remedios ni techos donde protegerse? O ven cómo poblaciones enteras son arrasadas por inundaciones que pudieron evitarse.

Esperanza. Invitación a resistir. Hay una manera de contribuir a la protección de la humanidad, y es no resignarse. No mirar con indiferencia cómo desaparece de nuestra mirada la infinita riqueza que forma el universo que nos rodea, con sus colores, sonidos y perfumes.

Los hombres encuentran en las mismas crisis la fuerza para su superación.
El ser humano sabe hacer de los obstáculos, nuevos caminos porque a la vida le basta el espacio de una grieta para renacer. En esta tarea lo primordial es negarse a asfixiar cuanto de vida podamos alumbrar.

Los valores son los que nos orientan y presiden las grandes decisiones. Unidos en la entrega a los demás y en el deseo absoluto de un mundo más humano, resistamos. Esto bastará para esperar lo que la vida nos depare.

sábado, 23 de enero de 2010

Solidaridad preventiva

Doraldina Zeledón Úbeda
END - 18:59 - 22/01/2010

Es admirable la solidaridad ante las catástrofes socionaturales. La gente se mueve sin pensarlo dos veces. Ante un terremoto, un maremoto, un huracán, sobra ayuda, al menos al comienzo. Se comparte lo mucho y lo poco. Ver heridos, amputados, muertos, sobrevivientes, huérfanos, como en Haití, impacta y genera el desborde solidario. A mí me impactó también el relato de Ronie Zamor, haitiano residente en Nicaragua, que se sumó a la brigada de rescate, como traductor (END 20 enero). Esa historia de amor entre dos manos en medio de los escombros. La mano viva quedó amputada de la mano muerta. ¿Cuál dolor sería más grande, el de la mano se apaga o el de la otra que tiene que soltar la mano inerte? Conmueve. Precisamente por ese dolor que no puede ser curado, esto también nos debería con-mover a disminuir el impacto de los desastres naturales y a evitar los desastres sociales de siempre. Y para poder escuchar señales de vida, dicen los socorristas, necesitaban del silencio. Así es, haciendo un poco de silencio podemos escuchar no sólo los sonidos como símbolo de vida; también las necesidades, dolores y alegrías de los demás. Por eso se dice que el ruido puede llevar a la insolidaridad.

Estos fenómenos nos deberían dejar motivados a prevenir la vulnerabilidad. De todo tipo. ¿Por qué esperar que Tepalón se inunde, que el cerro Motastepe se derrumbe, los ríos se desborden o las casas se desplomen? Si se caen por mala construcción, ¿por qué no una solidaridad preventiva? Si vivimos en una ciudad amenazada por terremotos, nos podríamos con-mover para que los daños y pérdidas de vida sean lo menos posible. Se publican listados de puntos vulnerables y fallas geológicas que predicen un sismo, se dice que ya hay planes ante desastres. Debería haber un plan para antes del desastre. Desconozco si hay un censo claro, no un cálculo, de viviendas sobre fallas geológicas o "terremoteadas", de casas mal construidas. ¿Cuántas que aguantaron el terremoto todavía están en pie? ¿Hay alguna valoración de sus condiciones? ¿Cuántas necesitan ser reforzadas o reconstruidas? ¿Cuántas personas pueden hacerlo y cuántas necesitan solidaridad preventiva? ¿Quién supervisa las construcciones de los pobres? Porque están bien las recomendaciones y el Código de Construcción; pero no sirven de mucho si no se pueden implementar.

Las universidades, especialmente las carreras de ingeniería civil y arquitectura, podrían hacer el censo, asesorar y supervisar. El gobierno y los organismos internacionales, financiar. Las alcaldías, facilitar las gestiones para construcción; pues seguramente en muchos casos no se solicita permiso porque falta dinero. Y la empresa privada, bajar el precio de los materiales, y evitar subirlo ante la demanda. De paso, se crearían empleos. Igual se podría hacer en caso de la vulnerabilidad ante huracanes, inundaciones, deslizamientos de tierra. Y no es sólo facilitar techo, sino asegurar la vida con casas bien construidas y en lugares seguros. Si se desaloja a la gente para desarrollar un emprendimiento, como una hidroeléctrica, ¿por qué no se le obliga a salir de un lugar inseguro? Por supuesto, dándole alternativas.

Y no sólo ante catástrofes que sangran a la vista de todos. Porque hay otras permanentes que van amputando sin gritos, sin sangre y sin hedor: la sierra estruendosa del hambre y la desnutrición va amputando el cerebro y la vida; el desempleo amputa la familia que se desgrana por las fronteras; y amputa la salud y la educación. La falta de agua amputa los derechos humanos y la vida misma. En una familia donde falta un hijo, el padre o la madre están lejos; donde el desempleo, la enfermedad o las deudas mantienen en zozobra, desesperación y hasta alteradas o inertes a las personas, también se amputan las relaciones, las ilusiones y las sonrisas. A veces hasta los consejos, la fe y la claridad mental son amputadas, porque quien está al borde del abismo está bloqueado. Quizás podemos contribuir para que al menos no se vaya la esperanza.

Entonces, ante cada causa de fenómenos socioambientales habría que tender un puente de prevención solidaria. Una redistribución de agua, de alimentos, de plazas laborales. Se tendría que hacer un censo de familias sin agua; de personas con varios empleos y de las desempleadas. Me refiero a quienes tienen buenos salarios, no a los que andan de trabajo en trabajo para poder juntar unas monedas. Y crear opciones para los jóvenes que salen de la Universidad con la ilusión de poder ayudar a su familia, pero que van directo a las filas de la migración y la incertidumbre. O darle oportunidad a una madre desempleada. También se podrían construir más centros técnicos, pues realmente ofrecen una salida laboral, tanto a jóvenes como a mayores. Y más promoción e incentivos a la creación de empleos.

Y creo que no deberíamos hacer gala de nuestra solidaridad. Sí reconocer el trabajo de quienes ayudan, de quienes se exponen por amor al prójimo; pero hasta ahí. Aquí el silencio también es necesario. El sufrimiento de otros y la solidaridad no deberían ser incentivo publicitario, de imposición o competencia.

http://www.elnuevodiario.com.ni/opinion/66652