Nicaragua

Madre, que dar pudiste de tu vientre pequeño

tantas rubias bellezas y tropical tesoro,

tanto lago de azures, tanta rosa de oro,

tanta paloma dulce, tanto tigre zahareño.



Yo te ofrezco el acero en que forjé mi empeño,

la caja de armonía que guarda mi tesoro,

la peaña de diamantes del ídolo que adoro

y te ofrezco mi esfuerzo, y mi nombre y mi sueño.


Rubén Darío (1889).



Anidando en el porche

Anidando en el porche
dzu2012

domingo, 31 de enero de 2010

Contaminación visual

Doraldina Zeledón Úbeda

Cada ciudad tiene su fisonomía, su personalidad; y, como en las personas, la primera impresión entra por los ojos. La publicidad, la arquitectura, el comercio, el ordenamiento territorial son, en gran parte, responsables de esa fisonomía. Carteles de todo tamaño, pintas, mantas, amontonamiento de basura publicitaria en las paredes; cables, antenas, construcciones inadecuadas, alteran el paisaje y generan la contaminación visual, que se refiere a cualquier elemento que afecte la visibilidad y la estética del paisaje natural o urbano.

Además de los grandes rótulos en las calles y carreteras, también hay soportes publicitarios en aceras y andenes, que impiden el paso y la visibilidad. Esto tiene que ver con la seguridad ciudadana. No se debería permitir el exceso de publicidad en muros y fachadas, con papeles que nadie lee. Colocar cualquier cantidad de rótulos, pintas, mantas, afea la ciudad y puede causar problemas de salud, como estrés, dolor de cabeza, y hasta llegar a cuasar la muerte, por ejemplo en un accidente de tránsito, al impedir la visibilidad y tapar información vial o distraer la atención de conductores y peatones. El exceso de publicidad y su ubicación inadecuada, estresa, cansa, atiborra el cerebro, afecta la atención hacia otros elementos del ambiente o hacia la actividad que se realiza.

También constituyen contaminación visual las telarañas de los cables para la energía eléctrica. Y los postes que instalan frente a puertas o ventanas. O los vehículos mal estacionados que no permiten ver y que la policía no ve.

El comercio informal también incide. Las ventas en calles y aceras quitan visibilidad y afectan la estética de la ciudad. No es que se cuestione esta fuente de trabajo, sino que se ordene. La misma gente podría contribuir. He visto en algunas ciudades que, aunque sean en la calle, están limpitas y ordenadas. En las aceras angostas no se debería permitir ventas, ni talleres en la calle. También el comercio formal genera contaminación visual. En varias ciudades las tiendas se han salido a las puertas y aceras. Y hasta se toman las calles. Quitan visibilidad y el que pasa puede enredarse en las mercaderías que cuelgan como matapalos. Y pasa en todas las ciudades, incluyendo la bonita Granada. La preocupación por el centro histórico debería extenderse a toda la ciudad. O más bien, extender la preocupación por el turismo a la preocupación por la calidad de vida de todos los pobladores.

Como vemos, no es sólo cuestión de publicidad, son varios los sectores e instituciones involucrados: comercio, ordenamiento territorial, turismo, arquitectura, seguridad ciudadana, transporte, medioambiente, salud, energía, construcción. Pero es la municipalidad la responsable principal. Y hay varias leyes que podrían contribuir. En el caso de la publicidad, para Managua está el Reglamento de Rótulos. Pero primero es la propaganda política y después el control de la contaminación visual, esté quien esté en el poder. Igual sucede con la contaminación acústica.

El Código Penal contiene dos artículos relacionados con el tema. El 556 se refiere a las pintas. “El que sin autorización del propietario, haga pintas o pegue carteles o papeletas en muros, paredes, puertas o ventanas de edificios públicos o privados, será sancionado con diez a veinte días multa, o trabajo en beneficio de la comunidad de diez a veinte días de dos horas diarias” Si permito que la pared de mi casa la forren con todo tipo de publicidad, no hay problema. Hacen falta normativas que regulen esto, independientemente de que el dueño lo permita.

El artículo 364 dice: “Quien altere de forma significativa o perturbadora el entorno y paisaje natural urbano o rural, de su perspectiva, belleza y visibilidad panorámica, mediante modificaciones en el terreno, rótulos o anuncios de propaganda de cualquier tipo, instalación de antenas, postes y torres de transmisión de energía eléctrica de comunicaciones, sin contar con el Estudio de Impacto Ambiental o las autorizaciones correspondientes, o fuera de los casos previstos en el estudio o la autorización, será sancionado con cien a trescientos días multa. En este caso, la autoridad judicial ordenará el retiro de los objetos a costa del sentenciado.”

Se refiere al entorno y paisaje urbano y natural. Aquí entra todo: parques, calles, rotondas, aceras, edificios, monumentos, áreas “protegidas”, costas, carreteras, barrios. “Modificaciones en el terreno” tiene que ver con la alteración del paisaje y con la visibilidad. No sólo en las vías de comunicación, también en la visibilidad del paisaje escénico. Por eso no se debe permitir la construcción de edificios de varios pisos a la orilla de las costas.

No tenemos una ley de ciudad limpia, como en Sao Paulo, pero hay normativas. Que no se aplican. Por eso la participación de la población es esencial. No se puede dejar la protección de la ciudad, de los bosques, de nada, sólo en manos de instituciones. Quien vive cerca, quien siente los efectos, aprecia los paisajes escénicos, valora los recursos naturales o quiere su pedacito de calle, de barrio, de parque, de costas, de río, es quien debe cuidar, para por lo menos disfrutar del derecho a ver. El que quiere de verdad a su ciudad, a su país, es quien puede preocuparse de verdad. Los demás, en muchos casos, estarán preocupados por un salario u otros intereses.

Podríamos comenzar con una limpieza de basura publicitaria, como las pintas, los papeles que forran las fachadas y las mantas rotas que visten de andrajos la ciudad.