Nicaragua

Madre, que dar pudiste de tu vientre pequeño

tantas rubias bellezas y tropical tesoro,

tanto lago de azures, tanta rosa de oro,

tanta paloma dulce, tanto tigre zahareño.



Yo te ofrezco el acero en que forjé mi empeño,

la caja de armonía que guarda mi tesoro,

la peaña de diamantes del ídolo que adoro

y te ofrezco mi esfuerzo, y mi nombre y mi sueño.


Rubén Darío (1889).



Anidando en el porche

Anidando en el porche
dzu2012

miércoles, 6 de enero de 2010

México debe reivindicar Copenhague

Doraldina Zeledón Úbeda
END - 20:58 - 05/01/2010
http://www.elnuevodiario.com.ni/opinion/65493

¿Qué pasó en Copenhague? Lo que se esperaba: no habría clima para negociaciones y deciden los poderosos. Cinco decidieron: Estados Unidos, China, India, Sudáfrica y Brasil. ¿Qué acordaron? Que la temperatura media global no debería sobrepasar los 2ºC, pero no definen el porcentaje de reducción de emisiones para que eso se cumpla. Cada país decide lo que le parece. Antes, algunos habían prometido 10.000 millones de dólares anuales hasta 2012, y un monto de 100.000 millones hasta 2020; pero el acuerdo no especifica la distribución ni de dónde saldrá el dinero. China aceptó la supervisión del cumplimiento de la reducción de emisiones. Y acordaron que los países subdesarrollados también deben disminuirlas. Esto, más adaptarse al cambio climático, significa muchos recursos para los países pobres, por lo que califican de limosna lo que se les ofrece. Sin embargo, no es obsequio ni limosna. Recordemos que somos acreedores, debido a la deuda ecológica y su mora; que ha sido fundamentada pero no concretizada.

¿Impusieron los acuerdos o se lo permitieron? Como sea, eso es lo que se esperaba, se envió un mensaje pesimista y los líderes lo materializaron. Tras dos semanas de negociación entre 193 delegaciones, llega el carismático moreno de la Casa Blanca y conquista a cuatro países emergentes. Después de aparentemente estar al sur, estos cuatro se pasaron a la acera del norte. ¿Se les obligó a negociar? Sencillamente están cruzando la calle para colocarse en la misma fila. Obama vio claro las necesidades de ellos y como imán los atrajo porque tienen intereses comunes: no detener su crecimiento material y obedecer al gran capital. Por tanto, no podían comprometerse a reducir más las emisiones ni a soltar más dinero. No es falta de capacidad, ni de conocimientos, sino de voluntad, es la defensa de un crecimiento que carcome. Pero bien, si esperábamos eso, no deberíamos extrañarnos de los resultados. Lo cual no implica aceptarlos.

No se discute la maestría de Obama, pero también le dan poder las estrellas. Desde que llega, ya se sabe que Washington dirigirá la orquesta. Está predeterminado que va a liderar. Hay como una predisposición de los demás presidentes para permitirlo. ¿Por qué, si él es nuevo en la Casa Blanca, y en cambio hay gobernantes que hasta han reeditado su historia al frente de sus países? Y si el documento de cinco nada concreto acordó, los demás nada hicieron para impedirlo y actuaron conforme lo programado por el pesimismo y la autodevaluación. Como dice Gandhi: “Estoy absolutamente convencido de que ningún hombre pierde su libertad sino por su propia debilidad.”

Una negociación de cinco sobre 188 pudo parecer victoriosa en el primer momento y que salvó la Cumbre, pero a la larga unos “acuerdos impuestos” serán una vergüenza. Tanto para quienes lo redactaron y firmaron como para quienes lo permitieron. El enojo de algunos presidentes debe ser de vergüenza por haber sido incapaces de impedir que cinco decidieran.

¿Qué nos queda? Adaptarnos al cambio climático, lo cual implica conocer nuestra vulnerabilidad, los efectos concretos en nuestro territorio y crear los mecanismos para que el impacto sea lo menos posible. Y reducir las emisiones de gases contaminantes. Esto, más el hambre de siempre y el atraso, requieren de capacitación, recursos técnicos y financieros. El financiamiento le corresponde a quienes más han contaminado.

Pero algo bueno dejó la Cumbre: una mayor concienciación sobre el problema, el seguimiento que se le dio, la mayor publicaron en los medios, poner el tema del cambio climático en la agenda mundial. Y el despertar de algunos países. Esto ha sido el logro, porque un acuerdo nada resolverá sin la participación de la sociedad. Lástima que nuestros políticos no han despertado y seguramente el tema del Globo pasó de noche. Ellos sólo están pendientes de elecciones y pactos por cuotas de poder.

Ahora queda saber trabajar la Cumbre de México: ya no hay que enviar un mensaje contradictorio o pesimista, sino exigir unos acuerdos claros y jurídicamente vinculantes. Y para que los ricos no decidan solos, se necesita que los países pobres se unan y se preparen, unidos en un discurso y una práctica común, con propuestas concretas y alternativas para no improvisar ni dejarse imponer. Y saber identificar a los aliados. No hay que permitir que unos pocos decidan. Hay que enviar ese mensaje claro. Se deberá exigir más, no sólo los presidentes en la Cumbre. Los movimientos ambientalistas y la sociedad en general debemos exigir a los gobiernos una actuación digna. La Cumbre de México debe reivindicar a la de Copenhague.

Hemos buscado cómo aprovechar y dominar la Tierra, ya la exprimimos hasta secarla y la herimos hasta desangrarla. Es el momento de buscar cómo parar el consumismo para que otros consuman. De usar la razón y el corazón para generar alternativas. También hay que exigir a los políticos que se ambientalicen un poco, no para pintarse de verde sino para que los niños no mueran verdes. Si es que les importan. Al menos recuerden que un día van a votar y los pueden botar.

El derecho al medioambiente sano y adecuado para todos los seres debe estar por encima de todos los derechos, inclusive del derecho a la vida. Si defendemos el medioambiente defendemos la salud, los alimentos, el agua, el trabajo, en fin, la vida misma. Por eso es tarea de todos los sectores. Tengamos fe y esperanza de que todavía haya tiempo. Y certeza de que el tiempo no espera.


doraldinazu@gmail.com