APROBADO POR UNANIMIDAD
Lima, Perú | AFP
La ciudad "solo albergará espectáculos culturales y artísticos que honren la vida y no la muerte", señaló el gobernante
Por elnuevodiario.com.ni | Globo
Concepción, en la región región andina de Junín (este), se declaró 'la primera ciudad antitaurina del Perú', al aprobarse un decreto municipal que prohíbe las corridas de toros, informó el jueves la prensa regional.
Una moción del alcalde de ese distrito, Jesús Chipana, aprobada el miércoles por unanimidad de los regidores, señala que "desde ahora no habrá más corridas de toros en Concepción".
La ciudad "solo albergará espectáculos culturales y artísticos que honren la vida y no la muerte", señaló el gobernante.
Chipana recordó que en Concepción se acostumbraba celebrar las festividades locales con corridas de toros, "donde se podía ver sufrir al animal o salir heridos a los aficionados que se lanzaban al ruedo", una tradición "fomentada por los empresarios agrarios y autoridades de la localidad".
Capital de la provincia del mismo nombre y ubicada a 315 km al este de Lima, Concepción fue fundada por el conquistador español Francisco Pizarro el 8 de diciembre de 1536 con el nombre de La Purísima Concepción de Lapa. Lapa era el nombre indígena del lugar.
Anidando en el porche
jueves, 28 de junio de 2012
miércoles, 27 de junio de 2012
Declaración de Río+20
Doraldina Zeledón Úbeda
27 de junio de 2012
Managua, Nicaragua | elnuevodiario.com.ni
La Conferencia de Desarrollo Sostenible, Río+20, realizada del 15 al 22 de junio, en Río de Janeiro, dejó como resultado la declaración “El futuro que queremos”, un documento con muchas ideas, recuento y reconocimiento de acuerdos anteriores. Y muchos compromisos. Generales. Y sin financiamiento, pero con gran énfasis en el crecimiento económico y la erradicación de la pobreza gracias a la “economía verde”.
Entre los acuerdos están: liberar al mundo del hambre y la pobreza; los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que deben estar listos para el 2014, y reemplazar a los Objetivos de Desarrollo del Milenio, en el 2015. Crear un nuevo indicador global de riqueza, que incluya datos sociales y ambientales; un foro mundial político de alto nivel de carácter intergubernamental y universal; y el fortalecimiento del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, Pnuma.
Después de 20 años, con el desarrollo tecnológico, investigaciones, mayor conciencia ambiental y los grandes problemas actuales, se esperaba algo más concreto y con sentido de urgencia. Con plazos y metas claras.
Sin embargo, se puede sacar ventaja a esas ideas generales, y tomar el documento como “un punto de partida y no de llegada”, como dijo la Presidenta de Brasil. Como nada quedó definido, hay oportunidad para que se concretice con más participación.
A pesar de lo abstracto de las declaraciones, es un logro que reconocieran y retomaran los acuerdos de cumbres pasadas: “Renovamos nuestro compromiso en pro del desarrollo sostenible y de la promoción de un futuro económico, social y ambientalmente sostenible para nuestro planeta y para las generaciones presentes y futuras”. Y reafirman los Principios de Río y los planes de acción anteriores, “incluido, entre otros, el de las responsabilidades comunes pero diferenciadas”.
También es importante que reconocieran la necesidad de un cambio en los patrones de consumo y producción, y la promoción de modalidades sostenibles. Sin esto no será posible ni el desarrollo sostenible ni la erradicación de la pobreza, que son los principales temas que recoge el documento: “la prioridad máxima del mundo es la erradicación de la pobreza, y la segunda prioridad es un cambio de los patrones de consumo y producción”.
Y es interesante que el cambio climático los haya alarmado; en este sentido, “ponemos de relieve que la adaptación al cambio climático representa una prioridad mundial inmediata y urgente”.
En cuanto a la “economía verde”, se afirma que es uno de los instrumentos más importantes para lograr el desarrollo sostenible y que podría erradicar la pobreza. Además de tener su propio espacio, es el tema transversal y omnipresente en el documento, de forma expresa o implícita, que deja translúcida la preocupación por la crisis económica. Y es como una repetición del significado y requerimientos del desarrollo sostenible, un llover sobre mojado. Y sin embargo, también quedó verde, con mucho por madurar.
En síntesis, el documento hace un recuento de los problemas y compromisos. Entre otros temas incluye: biodiversidad, océanos y mares, deforestación, montañas, bosques, residuos, educación, igualdad entre los géneros y empoderamiento de las mujeres, capacitación, agua y saneamiento, energía, turismo sostenible, ciudades y asentamientos humanos, empleo pleno y productivo, reducción del riesgo de desastres, minería, salud y población.
En cuanto a los medios para la ejecución y el financiamiento, reafirma los señalados en el Programa 21. Y reitera que “cada país debe asumir la responsabilidad primordial de su propio desarrollo económico y social y que nunca se insistirá lo suficiente en la importancia del papel que desempeñan las políticas nacionales, los recursos internos y las estrategias de desarrollo.” Y reconoce “la necesidad de una movilización importante de recursos procedentes de diversas fuentes y el uso eficaz de los fondos a fin de apoyar firmemente a los países en desarrollo en sus esfuerzos por promover el desarrollo sostenible.”
Para los líderes participantes y para la ONU, el resultado es una serie de principios, acciones y estrategias para una transición hacia una “economía verde inclusiva”, que tenga en cuenta el combate a la pobreza y la preservación del medio ambiente. Pero sin plazos, ni metas ni compromisos concretos, ni financiamiento. Una declaración tan general, como “una visión sobre la cual podemos construir nuestros sueños” para “el futuro que queremos”.
27 de junio de 2012
Managua, Nicaragua | elnuevodiario.com.ni
La Conferencia de Desarrollo Sostenible, Río+20, realizada del 15 al 22 de junio, en Río de Janeiro, dejó como resultado la declaración “El futuro que queremos”, un documento con muchas ideas, recuento y reconocimiento de acuerdos anteriores. Y muchos compromisos. Generales. Y sin financiamiento, pero con gran énfasis en el crecimiento económico y la erradicación de la pobreza gracias a la “economía verde”.
Entre los acuerdos están: liberar al mundo del hambre y la pobreza; los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que deben estar listos para el 2014, y reemplazar a los Objetivos de Desarrollo del Milenio, en el 2015. Crear un nuevo indicador global de riqueza, que incluya datos sociales y ambientales; un foro mundial político de alto nivel de carácter intergubernamental y universal; y el fortalecimiento del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, Pnuma.
Después de 20 años, con el desarrollo tecnológico, investigaciones, mayor conciencia ambiental y los grandes problemas actuales, se esperaba algo más concreto y con sentido de urgencia. Con plazos y metas claras.
Sin embargo, se puede sacar ventaja a esas ideas generales, y tomar el documento como “un punto de partida y no de llegada”, como dijo la Presidenta de Brasil. Como nada quedó definido, hay oportunidad para que se concretice con más participación.
A pesar de lo abstracto de las declaraciones, es un logro que reconocieran y retomaran los acuerdos de cumbres pasadas: “Renovamos nuestro compromiso en pro del desarrollo sostenible y de la promoción de un futuro económico, social y ambientalmente sostenible para nuestro planeta y para las generaciones presentes y futuras”. Y reafirman los Principios de Río y los planes de acción anteriores, “incluido, entre otros, el de las responsabilidades comunes pero diferenciadas”.
También es importante que reconocieran la necesidad de un cambio en los patrones de consumo y producción, y la promoción de modalidades sostenibles. Sin esto no será posible ni el desarrollo sostenible ni la erradicación de la pobreza, que son los principales temas que recoge el documento: “la prioridad máxima del mundo es la erradicación de la pobreza, y la segunda prioridad es un cambio de los patrones de consumo y producción”.
Y es interesante que el cambio climático los haya alarmado; en este sentido, “ponemos de relieve que la adaptación al cambio climático representa una prioridad mundial inmediata y urgente”.
En cuanto a la “economía verde”, se afirma que es uno de los instrumentos más importantes para lograr el desarrollo sostenible y que podría erradicar la pobreza. Además de tener su propio espacio, es el tema transversal y omnipresente en el documento, de forma expresa o implícita, que deja translúcida la preocupación por la crisis económica. Y es como una repetición del significado y requerimientos del desarrollo sostenible, un llover sobre mojado. Y sin embargo, también quedó verde, con mucho por madurar.
En síntesis, el documento hace un recuento de los problemas y compromisos. Entre otros temas incluye: biodiversidad, océanos y mares, deforestación, montañas, bosques, residuos, educación, igualdad entre los géneros y empoderamiento de las mujeres, capacitación, agua y saneamiento, energía, turismo sostenible, ciudades y asentamientos humanos, empleo pleno y productivo, reducción del riesgo de desastres, minería, salud y población.
En cuanto a los medios para la ejecución y el financiamiento, reafirma los señalados en el Programa 21. Y reitera que “cada país debe asumir la responsabilidad primordial de su propio desarrollo económico y social y que nunca se insistirá lo suficiente en la importancia del papel que desempeñan las políticas nacionales, los recursos internos y las estrategias de desarrollo.” Y reconoce “la necesidad de una movilización importante de recursos procedentes de diversas fuentes y el uso eficaz de los fondos a fin de apoyar firmemente a los países en desarrollo en sus esfuerzos por promover el desarrollo sostenible.”
Para los líderes participantes y para la ONU, el resultado es una serie de principios, acciones y estrategias para una transición hacia una “economía verde inclusiva”, que tenga en cuenta el combate a la pobreza y la preservación del medio ambiente. Pero sin plazos, ni metas ni compromisos concretos, ni financiamiento. Una declaración tan general, como “una visión sobre la cual podemos construir nuestros sueños” para “el futuro que queremos”.
domingo, 17 de junio de 2012
Cumbre de la Tierra Río+20
Del 15 al 23 de junio se está realizando en Río de Janeiro, la cuarta Cubre de la Tierra “Río+20”, para dar seguimiento a Río92.
La primera cumbre fue la “Conferencia sobre el Medio Ambiente Humano". Se realizó en Estocolmo, Suecia, en 1972, del 5 al 16 de junio. Fue la primera vez que mandatarios del mundo se reunieron para discutir sobre la protección del medioambiente.
Veinte años después, del 3 al 14 de junio de 1992, en la Cumbre de Río92, se reunieron para evaluar los logros, y por la creciente destrucción del medioambiente. Aquí se aprobaron importantes acuerdos, como la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático; Convenio sobre la Diversidad Biológica, los Acuerdos sobre Medio Ambiente y Desarrollo (Programa 21 o Agenda 21) y la Declaración de Río sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, con 27 principios, y que participantes en la actual cumbre se niegan a ratificar.
Por ejemplo, algunos países piden que se elimine el principio de responsabilidades compartidas pero diferenciadas, mediante el cual se reconoce que todos deben responsabilizarse por el medioambiente, pero los que más han contaminado deben contribuir más. Sin embargo, ahora quieren que todos respondan por igual sobre el daño que han ocasionado los países desarrollados.
El principio 7 de la Declaración de Río92 dice: “Los Estados deberán cooperar con espíritu de solidaridad mundial para conservar, proteger y restablecer la salud y la integridad del ecosistema de la Tierra. En vista de que han contribuido en distinta medida a la degradación del medio ambiente mundial, los Estados tienen responsabilidades comunes pero diferenciadas. Los países desarrollados reconocen la responsabilidad que les cabe en la búsqueda internacional del desarrollo sostenible, en vista de las presiones que sus sociedades ejercen en el medio ambiente mundial y de las tecnologías y los recursos financieros de que disponen.”
Está claro que hay una responsabilidad diferencial. Los países ricos se han desarrollado gracias al uso desmedido de los recursos naturales de todo el Planeta y han generado la mayor parte de los problemas de contaminación y degradación, cuyas consecuencias las sufren los países pobres, como está sucediendo con los efectos del cambio climático. Por tanto, los ricos tienen mayor responsabilidad y deberían ratificar los compromisos pasados, y buscar las formas de real implementación, pues en muchos casos han sido sólo buenos documentos.
La tercera cumbre, Río+10, "Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible”, se realizó en el 2002, del 2 al 4 de septiembre, en Johannesburgo, Sudáfrica, para dar seguimiento a Río92. A partir de aquí se comenzó a utilizar más el término de desarrollo sostenible, que no lleve al agotamiento de los recursos naturales, sino que busque el desarrollo económico, social y la protección del medioambiente. Pero hasta el momento esto ha sido una utopía. El consumismo es antónimo de desarrollo sostenible.
Entonces, en este contexto de antecedentes, se espera que Río+20 ratifique los logros de las diferentes cumbres. Para esto los participantes deberían centrarse en el consumismo y en los medios para concretar los acuerdos. Y tomar en cuenta el grito de los pueblos. A propósito, ¿cuántos niños podrían acostarse cenados con los residuos de la Cumbre? ¿Cuántas botellas de plástico pudieron recoger los recolectores de basura? ¿Y cuántos de los pobres que participan en las cumbres paralelas, se acuestan sin cenar? “Para alcanzar el desarrollo sostenible y una mejor calidad de vida para todas las personas, los Estados deberían reducir y eliminar las modalidades de producción y consumo insostenibles”, dice el principio 8 de la Declaración de Río92.
Pero si unos países continúan derrochando sin medida, como si los recursos fueran inagotables, y si no se dispone de los medios y la voluntad para ejecutar los acuerdos, éstos de nada sirven. Y seguirán siendo solamente declaraciones pintadas de verde.
Y, dando un voto de confianza, ojalá que digan como en la Declaración de Johannesburgo: “Reconociendo que la humanidad se encuentra en una encrucijada, nos hemos unido resueltos a responder de manera positiva a la necesidad de formular un plan práctico y concreto que nos permita erradicar la pobreza y promover el desarrollo humano”.
La autora es docente, comunicadora y abogada ambientalista.
Managua, 16 de junio de 2012.
La primera cumbre fue la “Conferencia sobre el Medio Ambiente Humano". Se realizó en Estocolmo, Suecia, en 1972, del 5 al 16 de junio. Fue la primera vez que mandatarios del mundo se reunieron para discutir sobre la protección del medioambiente.
Veinte años después, del 3 al 14 de junio de 1992, en la Cumbre de Río92, se reunieron para evaluar los logros, y por la creciente destrucción del medioambiente. Aquí se aprobaron importantes acuerdos, como la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático; Convenio sobre la Diversidad Biológica, los Acuerdos sobre Medio Ambiente y Desarrollo (Programa 21 o Agenda 21) y la Declaración de Río sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, con 27 principios, y que participantes en la actual cumbre se niegan a ratificar.
Por ejemplo, algunos países piden que se elimine el principio de responsabilidades compartidas pero diferenciadas, mediante el cual se reconoce que todos deben responsabilizarse por el medioambiente, pero los que más han contaminado deben contribuir más. Sin embargo, ahora quieren que todos respondan por igual sobre el daño que han ocasionado los países desarrollados.
El principio 7 de la Declaración de Río92 dice: “Los Estados deberán cooperar con espíritu de solidaridad mundial para conservar, proteger y restablecer la salud y la integridad del ecosistema de la Tierra. En vista de que han contribuido en distinta medida a la degradación del medio ambiente mundial, los Estados tienen responsabilidades comunes pero diferenciadas. Los países desarrollados reconocen la responsabilidad que les cabe en la búsqueda internacional del desarrollo sostenible, en vista de las presiones que sus sociedades ejercen en el medio ambiente mundial y de las tecnologías y los recursos financieros de que disponen.”
Está claro que hay una responsabilidad diferencial. Los países ricos se han desarrollado gracias al uso desmedido de los recursos naturales de todo el Planeta y han generado la mayor parte de los problemas de contaminación y degradación, cuyas consecuencias las sufren los países pobres, como está sucediendo con los efectos del cambio climático. Por tanto, los ricos tienen mayor responsabilidad y deberían ratificar los compromisos pasados, y buscar las formas de real implementación, pues en muchos casos han sido sólo buenos documentos.
La tercera cumbre, Río+10, "Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible”, se realizó en el 2002, del 2 al 4 de septiembre, en Johannesburgo, Sudáfrica, para dar seguimiento a Río92. A partir de aquí se comenzó a utilizar más el término de desarrollo sostenible, que no lleve al agotamiento de los recursos naturales, sino que busque el desarrollo económico, social y la protección del medioambiente. Pero hasta el momento esto ha sido una utopía. El consumismo es antónimo de desarrollo sostenible.
Entonces, en este contexto de antecedentes, se espera que Río+20 ratifique los logros de las diferentes cumbres. Para esto los participantes deberían centrarse en el consumismo y en los medios para concretar los acuerdos. Y tomar en cuenta el grito de los pueblos. A propósito, ¿cuántos niños podrían acostarse cenados con los residuos de la Cumbre? ¿Cuántas botellas de plástico pudieron recoger los recolectores de basura? ¿Y cuántos de los pobres que participan en las cumbres paralelas, se acuestan sin cenar? “Para alcanzar el desarrollo sostenible y una mejor calidad de vida para todas las personas, los Estados deberían reducir y eliminar las modalidades de producción y consumo insostenibles”, dice el principio 8 de la Declaración de Río92.
Pero si unos países continúan derrochando sin medida, como si los recursos fueran inagotables, y si no se dispone de los medios y la voluntad para ejecutar los acuerdos, éstos de nada sirven. Y seguirán siendo solamente declaraciones pintadas de verde.
Y, dando un voto de confianza, ojalá que digan como en la Declaración de Johannesburgo: “Reconociendo que la humanidad se encuentra en una encrucijada, nos hemos unido resueltos a responder de manera positiva a la necesidad de formular un plan práctico y concreto que nos permita erradicar la pobreza y promover el desarrollo humano”.
La autora es docente, comunicadora y abogada ambientalista.
Managua, 16 de junio de 2012.
martes, 12 de junio de 2012
Cauces para el agua y puentes para el pueblo
28 de mayo de 2012
Estelí, Nicaragua | elnuevodiario.com.ni
Doraldina Zeledón Úbeda | Opinión
Se ve bonito Estelí con sus calles adoquinadas. Le dan otro aspecto. Bueno, en ciertos sectores lo han postergado desde hace años, a pesar de que la gente ya pagó, como sucede en las vías que van del estadio de fútbol hacia el norte, paralelas a la Carretera Panamericana, y que la descongestionarían.
Las calles para el pueblo contribuyen a la mejor calidad de vida, comenzando porque se puede salir con facilidad a buscar los servicios como salud y educación e ir al trabajo. Además, se evitan los charcos y por ende, los insectos. Sin embargo, si no se prevén los efectos negativos, también traen problemas: cuando llueve la tierra ya no absorbe el agua, debido al cemento, sino que busca salida y se desborda.
El problema, además de que no se infiltre, es que falta acondicionar los cauces, son zanjados naturalmente por el agua, carecen de revestimiento. Hay muchas casas en sus orillas, y no todas las familias tienen cómo construir muros para evitar que se inunden.
Además, faltan puentes o son demasiado pequeños o improvisados. Hace pocos días se ahogó una persona cuando trataba de cruzar uno en el barrio “José Santos Zelaya”, del monumento al Centenario unas tres cuadras al este. Realmente ahí no hay puente, cuando llueve la corriente es fuerte, y para cruzarlo lo que hay son unos postes atravesados y tablas viejas. A unas dos cuadras hacia el este hay otro remedo de puente. Por ahí pasan niños, ancianos, mujeres. Es un milagro que no hayan caído más personas. Y así sucede por varios sectores.
Y por si fuera poco, aquí mismo hay un cauce que pasa por debajo de las viviendas, sin tener la infraestructura adecuada, la gente hace lo que puede. En muchos casos la presión del agua revienta el piso, sea de tierra o de cemento. Y ahí están los niños en la humedad y con el agua sucia que se filtra.
Hay algunos puentes que si bien están en buen estado, son muy angostos. A una cuadra de donde cayó este pobre hombre, hay otro, sobre la carretera hacia La Concordia. Es una vía con mucho tráfico, por donde circulan camiones, buses y hasta furgones. Es muy angosto, parece que le pusieron un cinturón a la carretera. Las personas tienen que esperar que pasen los vehículos, pues no hay pasada peatonal, ni baranda de protección. Y la corriente es muy fuerte, ahí se unen dos zanjones, uno de ellos trae el agua desde el sur, por donde hay más puentes angostos y otros que son “milagro de Dios”.
Otro problema que trae el adoquinado sin medidas de prevención, es que echan tanto relleno a las calles que las casas quedan hundidas. Eso pasa, por ejemplo, en el mismo sector de la salida hacia La Concordia, en algunos casos hay que subirles el piso más de un metro, por lo tanto, subir el techo.
La gente no tiene cómo enfrentar esos gastos, entonces se les inundan. O desvían las aguas pluviales hacía las tuberías de aguas residuales. “La Alcaldía no puede prohibirlo, pues ella creó el problema”, me dijo un señor. Esto trae como consecuencia que las cajas de aguas residuales se rebalsen, con la consiguiente inundación y contaminación de algunos barrios. Y sucede en varios sectores. De ahí que no es raro que se rebalsen las pilas sépticas.
Esto sucede en muchos barrios, y seguramente en todas las ciudades. Se necesitan calles para el pueblo, y también puentes y cauces. Son elementos que van de la mano para cruzar a una mejor calidad de vida; pero también de la mano con la participación de la población, para que denuncie los problemas, demande mejores condiciones y contribuya a dar soluciones para tener una vivienda digna y calles saludables y seguras, que no dejen más niños sin su padre porque el cauce lo arrastró.
* Especialista en Derecho Ambiental
doraldinazu@gmail.com
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