Nicaragua

Madre, que dar pudiste de tu vientre pequeño

tantas rubias bellezas y tropical tesoro,

tanto lago de azures, tanta rosa de oro,

tanta paloma dulce, tanto tigre zahareño.



Yo te ofrezco el acero en que forjé mi empeño,

la caja de armonía que guarda mi tesoro,

la peaña de diamantes del ídolo que adoro

y te ofrezco mi esfuerzo, y mi nombre y mi sueño.


Rubén Darío (1889).



Anidando en el porche

Anidando en el porche
dzu2012

domingo, 17 de junio de 2012

Cumbre de la Tierra Río+20

Del 15 al 23 de junio se está realizando en Río de Janeiro, la cuarta Cubre de la Tierra “Río+20”, para dar seguimiento a Río92.


La primera cumbre fue la “Conferencia sobre el Medio Ambiente Humano". Se realizó en Estocolmo, Suecia, en 1972, del 5 al 16 de junio. Fue la primera vez que mandatarios del mundo se reunieron para discutir sobre la protección del medioambiente.



Veinte años después, del 3 al 14 de junio de 1992, en la Cumbre de Río92, se reunieron para evaluar los logros, y por la creciente destrucción del medioambiente. Aquí se aprobaron importantes acuerdos, como la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático; Convenio sobre la Diversidad Biológica, los Acuerdos sobre Medio Ambiente y Desarrollo (Programa 21 o Agenda 21) y la Declaración de Río sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, con 27 principios, y que participantes en la actual cumbre se niegan a ratificar.


Por ejemplo, algunos países piden que se elimine el principio de responsabilidades compartidas pero diferenciadas, mediante el cual se reconoce que todos deben responsabilizarse por el medioambiente, pero los que más han contaminado deben contribuir más. Sin embargo, ahora quieren que todos respondan por igual sobre el daño que han ocasionado los países desarrollados.


El principio 7 de la Declaración de Río92 dice: “Los Estados deberán cooperar con espíritu de solidaridad mundial para conservar, proteger y restablecer la salud y la integridad del ecosistema de la Tierra. En vista de que han contribuido en distinta medida a la degradación del medio ambiente mundial, los Estados tienen responsabilidades comunes pero diferenciadas. Los países desarrollados reconocen la responsabilidad que les cabe en la búsqueda internacional del desarrollo sostenible, en vista de las presiones que sus sociedades ejercen en el medio ambiente mundial y de las tecnologías y los recursos financieros de que disponen.”


Está claro que hay una responsabilidad diferencial. Los países ricos se han desarrollado gracias al uso desmedido de los recursos naturales de todo el Planeta y han generado la mayor parte de los problemas de contaminación y degradación, cuyas consecuencias las sufren los países pobres, como está sucediendo con los efectos del cambio climático. Por tanto, los ricos tienen mayor responsabilidad y deberían ratificar los compromisos pasados, y buscar las formas de real implementación, pues en muchos casos han sido sólo buenos documentos.


La tercera cumbre, Río+10, "Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible”, se realizó en el 2002, del 2 al 4 de septiembre, en Johannesburgo, Sudáfrica, para dar seguimiento a Río92. A partir de aquí se comenzó a utilizar más el término de desarrollo sostenible, que no lleve al agotamiento de los recursos naturales, sino que busque el desarrollo económico, social y la protección del medioambiente. Pero hasta el momento esto ha sido una utopía. El consumismo es antónimo de desarrollo sostenible.


Entonces, en este contexto de antecedentes, se espera que Río+20 ratifique los logros de las diferentes cumbres. Para esto los participantes deberían centrarse en el consumismo y en los medios para concretar los acuerdos. Y tomar en cuenta el grito de los pueblos. A propósito, ¿cuántos niños podrían acostarse cenados con los residuos de la Cumbre? ¿Cuántas botellas de plástico pudieron recoger los recolectores de basura? ¿Y cuántos de los pobres que participan en las cumbres paralelas, se acuestan sin cenar? “Para alcanzar el desarrollo sostenible y una mejor calidad de vida para todas las personas, los Estados deberían reducir y eliminar las modalidades de producción y consumo insostenibles”, dice el principio 8 de la Declaración de Río92.


Pero si unos países continúan derrochando sin medida, como si los recursos fueran inagotables, y si no se dispone de los medios y la voluntad para ejecutar los acuerdos, éstos de nada sirven. Y seguirán siendo solamente declaraciones pintadas de verde.


Y, dando un voto de confianza, ojalá que digan como en la Declaración de Johannesburgo: “Reconociendo que la humanidad se encuentra en una encrucijada, nos hemos unido resueltos a responder de manera positiva a la necesidad de formular un plan práctico y concreto que nos permita erradicar la pobreza y promover el desarrollo humano”.


La autora es docente, comunicadora y abogada ambientalista.


Managua, 16 de junio de 2012.