Nicaragua

Madre, que dar pudiste de tu vientre pequeño

tantas rubias bellezas y tropical tesoro,

tanto lago de azures, tanta rosa de oro,

tanta paloma dulce, tanto tigre zahareño.



Yo te ofrezco el acero en que forjé mi empeño,

la caja de armonía que guarda mi tesoro,

la peaña de diamantes del ídolo que adoro

y te ofrezco mi esfuerzo, y mi nombre y mi sueño.


Rubén Darío (1889).



Anidando en el porche

Anidando en el porche
dzu2012

lunes, 6 de abril de 2015

Chile - Los desafíos socio-ambientales, locales y globales que nos plantea

Santiago, jueves 2 de abril de 2015, por Luis Gallegos, editorial de Boletín GAL.- Según las informaciones oficiales, los desastres de las tormentas en el Norte ya suman muchos muertos y desaparecidos. Aparte de los miles de damnificados y de los millones de pesos de daños producidos por el desastre climático, es incalculable el dolor humano que este tipo de tragedias produce en nuestra gente. Nuestra profunda solidaridad con todos y todas ellas.
 Lo primero que surge al sentido común de todos nosotros es quién es el responsable de todo este drama. Y, por supuesto, también quién reparará todo el daño producido en los bienes materiales y productivos y, sobre todo, en el alma y el mundo social de nuestras comunidades afectadas.

Claro, lo primero que surge a nuestro imaginario colectivo es que la naturaleza nuevamente nos eligió. O, también, que las autoridades y la clase política no se dieron tiempo para prever o tomar las medidas oportunas.
 La verdad de fondo
 Todo ello puede ser cierto, pero no es toda la verdad del fondo de toda esta tragedia. Y no lo es simplemente porque uno de los mayores riesgos que está ahora y para las décadas siguientes en nuestro entorno, es el cambio climático. Chile es uno de los países vulnerables a este fenómeno, y cumple con siete de las nueve vulnerabilidades que los científicos del IPCC de la ONU, han anunciado.
 El calentamiento global es el desastre producido por el capitalismo, desde la revolución industrial de 1850 en adelante, que está a la base de las tragedias climáticas que hoy estamos viviendo en Chile y en el  Mundo.
 Y este fenómeno generado por las grandes empresas capitalistas y las grandes potencias mundiales, nos afecta alterando nuestros climas locales, desestabilizando nuestros entornos ambientales y afectando la regulación de los factores de la naturaleza y la atmósfera.

Si queremos encontrar responsables del dolor que hoy Chile padece por estos desastres, entonces hablemos de las enormes empresas mundiales que se resisten a reducir sus emisiones de dióxido de carbono, y de las grandes potencias desarrolladas que se niegan a suscribir y comprometerse a acuerdos de mitigación y adaptación al cambio climático.
 No son nuestros alcaldes, intendentes y gobiernos los responsables de estas tragedias. Son los grandes decidores de las políticas mundiales sobre el medio ambiente y el cambio climático, los que se aferran a un sistema de gobierno global que mantiene un sistema capitalista y, a su vez, el uso de los combustibles fósiles como fuente de energía para sus grandes industrias.
 Entonces, ¿qué hacer ante estos poderes globales que tanto daño producen en nuestro clima, en nuestro barrio, nuestra comuna y a nuestras familias?
 La lucha socio-ambiental ciudadana, democrática y climática
 La lucha socio-ambiental ciudadana, democrática y climática. Esa es, en este Siglo XXI y hasta que finalice, por lo menos, la única o la principal bandera que nos permitirá enfrentar estos dramas que hoy nos asaltan.  
 La lucha contra los poderes globales que se resistieron en la Cumbre de Cambio Climático de Lima en diciembre 2014, o más conocida como la COP 20, a suscribir un acuerdo de reducción de emisiones de CO en sus países; la lucha contra quienes hoy se niegan a querer entender que si en la Cumbre de Cambio Climático de París en diciembre 2015 o COP 21 no se acuerda una drástica reducción de emisiones, simplemente estarían siendo los verdugos de nuestra propia especie humana. Quizá no del Planeta Tierra, que tiene suficientes recursos propios para adaptarse y recuperarse asimisma, pero sí de todos nosotros, nuestras familias y nuestras comunidades.
 Atender la emergencia, es lo prioritario
 Por cierto, hay tareas inmediatas para atender nuestras emergencias. Hay planes de contingencia que los gobiernos locales, regionales y nacional han activado junto con los recursos necesarios para atender las urgencias de estos dramas. Esperamos que ello se cumpla a cabalidad, con la oportunidad y la eficiencia que la situación amerita.
 También, nuevamente, se ha vuelto a poner en marcha esa hermosa solidaridad de nuestro pueblo en todo el país y de los pueblos hermanos a nivel internacional. Nuevamente se ha reavivado esa cálida esperanza de toda nuestra gente que se une a los damnificados y les brinda su generosidad y apoyo para salir adelante con fuerza, dignidad y amor.
 Pero también hay desafíos que nos corresponde como ciudadanía. Y tales, son de carácter socio-ambiental.
¿Cuáles son esos posibles desafíos?
 Primero, podríamos exigir el derecho a organizarnos como ciudadanía y como afectados, junto al municipio y a otras instancias sociales, ambientales y políticas locales, a fin de poder participar activamente en los planes de emergencia y de reconstrucción de las zonas afectadas.
 Segundo, podríamos exigir el derecho a la información y a la capacitación respecto a los conocimientos técnicos, científicos y políticos del cambio climático que nos afecta. El derecho ciudadano no solo es el de ser atendido por el Estado eficazmente ante estas emergencias, también lo es el derecho a saber qué está ocurriendo exactamente con el clima y el medio ambiente en nuestra comuna, el país y el Planeta.
 Tercero, podríamos exigir nuestro derecho a participar en los diálogos, análisis y elaboración de propuestas sobre los planes de prevención ante desastres, adaptación al cambio climático e incidir sustancialmente en las políticas públicas nacionales y locales relacionadas a estos temas.
 Cuarto, podríamos exigir el derecho a participar como ciudadanía en los procesos nacionales, regionales y globales sobre el cambio climático, a fin de poder expresar nuestros testimonios, reflexiones y sugerencias acerca de los impactos que el calentamiento global está produciendo en nuestros territorios. Por ejemplo, las autoridades nacionales deberían garantizar la asistencia de las organizaciones de los damnificados en las reuniones públicas que convoque la Oficina de Cambio Climático del Ministerio del Medio Ambiente; asimismo podríamos acceder, con apoyo del Ministerio de Relaciones Exteriores y el del Medio Ambiente, a las cumbres globales que este año se realizarán sobre el cambio climático, del mismo modo como lo han hecho en cumbres anteriores los pueblos afectados de los países insulares en riesgo climático, como las Maldivas.
 Quinto, -y esto es muy importante- deberíamos exigir el derecho, junto con las autoridades nacionales, a ser incluidos entre las comunidades beneficiarias a los recursos financieros del Fondo Verde creado por la ONU, precisamente para atender este tipo de desastres climáticos. Nuestra emergencia y la reconstrucción de nuestras casas y localidades, no es solo responsabilidad del gobierno de Chile. Este es un tema de implicancia mundial, por tanto, la ONU y el Fondo Verde, deberían -mediante gestión urgente del actual gobierno de Chile-, exigir el derecho de los damnificados del Norte a ser beneficiarios de estos recursos mundiales. Este Fondo ha acumulado hasta el momento más de 10 mil millones de dólares, dentro de una meta de 100 mil millones de dólares. Atención, y este derecho no solo es para los damnificados de los desastres del Norte, también es válido y operativo para los damnificados de los incendios y la sequía del país, que también son impactos del cambio climático.
 Sexto, deberíamos generar alianzas, asociatividad y unidad ciudadana junto a otros pueblos de países hermanos en riesgo climático de América Latina y del Mundo, para enfrentar a quienes hoy son los responsables del aumento de las emisiones de CO, a quienes hoy se resisten a suscribir un nuevo acuerdo climático en la COP 21 de este año, y a quienes indolentemente optan por sus jugosas ganancias capitalistas antes que el bienestar de la humanidad y de nuestras poblaciones. Estas asociatividades ciudadanas podrían tener como meta preparar propuestas concretas a nivel nacional o regional para ser presentadas en la Cumbre Mundial de Cambio Climático o COP 21, a realizarse en noviembre de este año en París, Francia. (FIN)