Doraldina Zeledón Úbeda
Una vecina tenía un hermoso
perro, en una casa con patio muy pequeño. Por asuntos de trabajo, lo dejaba
solo, dos o tres días. El animal pasaba ladrando día y noche, no sé si por
comida, por estar encerrado o porque le hacía falta su ama. Fue por poco
tiempo, pues otra vecina habló con ella. El ruido terminó allí, posiblemente se
trasladó a otro barrio.
No siempre es así de fácil. Algunos
dueños de animales domésticos creen que como están en su propiedad, pueden
tener los que quieran, como quieran. También hay quienes protestan porque se
pretenda callar a los animales. El asunto es que los perros no son los
culpables, sino los dueños; que, o no les dan condiciones o no los entrenan
para evitar molestias a toda hora.
Varias son las personas que
se quejan por el ladrar de los perros, los gritos de las loras, el canto de
gallos en la madrugada, las carreras de gatos en los techos (por lo que se hay
quienes se sienten con derecho hasta de matarlos). Es quizás uno de los
problemas de ruido más difíciles de lograr que los controlen, pues los animales
no tienen conciencia de que sus sonidos sean dañinos. Y a veces, los dueños
tampoco; pero éstos son los responsables de lo que hacen sus mascotas, por los
daños que causen.
Según la Ley los dueños de mascotas deben asegurar que
los animales no sufran por hambre, sed, maltrato, malestar físico, dolor,
heridas, enfermedades, miedo, angustia, ni abandono, proporcionándoles un
alojamiento adecuado a su raza o especie (Arto. 5 3).
También deben evitar que ensucien las vías o espacios
públicos, así como la molestia a los vecinos o la puesta en peligro de los que
habitan a su alrededor. En este sentido, quien en su momento tenga la custodia
del animal, será responsable de los daños y perjuicios que ocasione a terceros (Arto.
54).
Pero
las leyes poco se conocen, y a lo mejor lo tilden de invivible, necio,
insensible, problemático; y no aceptarán que el perro cause daño. Y si los
vecinos lo apoyan a él, usted es el del problema: ¿Será posible que le molesten
los animales? Y se tensan las relaciones vecinales. Alguien me dijo que es más
molesta la actitud del dueño del animal que la de éste, y prefieren aguantar. Hay
que buscar la manera de acercarse; además, hay vecinos comprensivos.
Lo mejor es solicitarle de
manera amigable que controle a su perro, que busque a un veterinario para que
lo asesore en entrenar al perro. Si no hay resultado, se le puede mandar alguna
información sobre los efectos del ruido y lo que dice la ley, tanto sobre el
ruido como sobre la tenencia de animales. Si no hay respuesta positiva, valore
si denuncia o aguanta.
Y hablando de ruido,
independiente de la fuente, sabemos que afecta la salud, la tranquilidad, los
derechos humanos, etc. Puede ser molesto y causar lesiones a la salud y éstas
se tipifican en el Código Penal. Es decir, hay leyes, pero no se utilizan.
Si decide denunciar, puede
hacerlo ante la Acaldía o la Policía; y en el caso de falta de condiciones del
animal, también ante el Ministerio Agropecuario y Forestal. Tienen que ver, además, el ministerio de salud y el del ambiente.
A algunas personas no les
gusta ir a la Alcaldía o la Policía. El asunto es que a veces ni siquiera
denunciamos y ya decimos que es perder el tiempo. Entonces, está la vía penal,
búsquese un abogado penalista. Y también puede hacerlo por la vía civil, por
inmisiones a la propiedad. Pero, donde hay tantos asuntos jurídicos por
resolver, ¿será necesario llegar a estos extremos? No será peor el resultado?
Lo mejor es llegar a una
mediación. Incluso, un acuerdo privado; si no amigable, al menos donde nadie
salga perdiendo. No digo que sea fácil. Y seguramente hay otras soluciones que
se pueden agregar.
Y, ¿somos conscientes de que
nuestro ruido, como pólvora, disparos, tambores, gritos, también puede afectar
a los animales?