Nicaragua

Madre, que dar pudiste de tu vientre pequeño

tantas rubias bellezas y tropical tesoro,

tanto lago de azures, tanta rosa de oro,

tanta paloma dulce, tanto tigre zahareño.



Yo te ofrezco el acero en que forjé mi empeño,

la caja de armonía que guarda mi tesoro,

la peaña de diamantes del ídolo que adoro

y te ofrezco mi esfuerzo, y mi nombre y mi sueño.


Rubén Darío (1889).



Anidando en el porche

Anidando en el porche
dzu2012

miércoles, 6 de febrero de 2019

En la cuna de la “Marcha Triunfal”

En la cuna de la “Marcha Triunfal”

Doraldina Zeledón
(Especial para EL NUEVO DIARIO)

¡Yo os saludo desde el fondo de la Pampa! ¡Yo os saludo
bajo el gran sol argentino,
que como un glorioso escudo
cincelado en oro fino
sobre el palio azul del viento,
se destaca en el divino firmamento!
Rubén Darío (“Desde la Pampa”).

Si voy a Argentina, me dije, visitaré la isla Martín García; cuna del poema “Marcha Triunfal”, de Rubén Darío, escrito en 1895; según estudiosos darianos, a solicitud el Gobierno de Buenos Aires para ser leído el 25 de mayo. Este día los argentinos conmemoran el “Primer Gobierno Patrio”, el cual fue producto de la sublevación de un grupo de patriotas que pidieron un cabildo para que deliberara el pueblo sobre su propio destino.

Después de tres horas en barco por los ríos Tigre y La Plata, llegamos a la Isla. En la excursión iban sobre todo estudiantes.

Mi interés era conocer dónde estuvo el poeta y qué había y se decía de él ahí. Pero, gracias a las guías, pude conocer algo más de la Isla, por ejemplo, que es un monumento histórico nacional y reserva de flora y fauna, protegido no sólo por la ley, pues se nota que es una realidad: observé cómo los animales andan tranquilos sin que nadie los moleste y menos que sean agredidos o los maten. También fue interesante escuchar que no hay propiedad privada, quienes habitan ahí: maestros, personal de salud, autoridades, etc. tienen sus casas, pero no son de ellos, además, están sólo por cierto tiempo en la Isla. No se permite la sobreexplotación turística, es decir, construcciones privadas o casas de campo (en Nicaragua, pensé, ya estuviera pedaceada).

Bien, volviendo al objetivo de mi viaje, le dije a la guía que quería conocer la casa donde estuvo Darío. Espere, me dijo. Vamos a llegar, pero es uno de los últimos lugares en la visita. Luego leí en los rótulos de señalética: “Centro de Interpretación Ecológica Rubén Darío”. La alegría me aceleró el corazón al ver que era un centro ecológico. Después pasamos frente al “Jardín de Infantes Rubén Darío”, pero estaba cerrado. En una isla y con pocas construcciones, dos de ellas en homenaje al poeta. Una ecológica y la otra para la niñez. “¡Argentinos! ¡Dios os guarde!”

Llegamos al Centro de Interpretación Ecológica. Me quedé ahí. A la entrada está un busto del poeta, instalado en homenaje al centenario de Marcha Triunfal (1895-1995). Al entrar, lo primero que se ve es un manuscrito de ese poema. Seguí por otra puerta. La pequeña sala estaba llena de estudiantes y una guía les hablaba precisamente de Darío. Les dije que era de Nicaragua y hablé un poco sobre el poeta.

Fue un día feliz. Se había cumplido uno de mis sueños, junto a otros, como contemplar la majestuosidad del río Paraná, que pude admirarlo desde la acogedora ciudad de Rosario. Y sobre todo, me dio una gran satisfacción saber cómo cada excursión que llega cada día a la Isla, puede saber algo de Darío y de Nicaragua. Sólo esto sobrepasó mis expectativas del viaje soñado a ese país, cuyo objetivo principal era un congreso sobre violencia acústica e intercambios académicos y con ambientalistas.

No me queda más que dar las gracias al verdadero Hacedor de Agendas y a las amistades de la “Argentina universal”, como la llamara Darío en su “Canto a la Argentina”, el cual ahora puedo comprender mejor.

Salimos de la Isla al atardecer. Ya el paisaje no era tan llamativo, por conocido, entonces comencé a recorrer mentalmente lo que observé. Y capturé en mi cámara, precisamente, la puesta del sol argentino, que irradiaba sobre las islas y el río. Por todo ello y por la hospitalidad de la gente argentina, me es inevitable continuar recordando este poema de Darío:

¡Argentinos! ¡Dios os guarde!
Ven mis ojos cómo riega
perla y rosa de la tarde
el crepúsculo que llega,
mientras la pampa ilumina,
rojo y puro, como el oro en el crisol,
el diamante que prefiere la República Argentina:
¡Vuestro sol!
Rubén Darío (“Desde la Pampa”).

Publicado en El Nuevo Diario http://impreso.elnuevodiario.com.ni/2005/11/14/nacionales/5699
Managua, Nicaragua - Lunes 14 de Noviembre de 2005 - Edición 9071
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Desde la Pampa
Rubén Darío

¡Yo os saludo desde el fondo de la Pampa! Yo os saludo
bajo el gran sol argentino
que como un glorioso escudo
cincelado en oro fino
sobre el palio azul del viento,
se destaca en el divino
firmamento!

Os saludo desde el campo lleno de hojas y de luces
cuya verde maravilla cruzan potros y avestruces,
o la enorme vaca roja,
o el rebaño gris, que a un tiempo luz y hoja
busca y muerde,
en el mágico ondular
que simule el fresco y verde
trebolar.

En la pampa solitaria
todo es himno o es plegaria;
escuchad
cómo cielo y tierra se unen en un cántico infinito;
todo vibra en este grito:
¡Libertad!

Junto al médano que finge
ya un enorme lomo equino, ya la testa de una esfinge,
bajo un aire de cristal,
pasa el gaucho, muge el toro,
y entre fina flor de oro
y entre el cardo episcopal,
la calandria lanza el trino
de tristeza o de amor;
la calandria misteriosa, ese triste y campesino
ruiseñor.
Yo os saludo en el ensueño
de pasadas epopeyas gloriosas;
el caballo zahareño
del vencedor; la bandera,
los fusiles con sus truenos y la sangre con sus rosas;
la aguerrida hueste fiera,
la aguerrida hueste fiera que va a toque de clarín,
el que guía, el Héroe, el Hombre;
y en los labios de los bravos, este nombre:
¡San Martín!
De la Pampa en las augustas
soledades,
al clamor de las robustas
cien bocinas del pampero, yo saludo a las ciudades,
de la mar,
con sus costas erizadas de navíos,
con sus ríos
donde mil urnas colmadas su riqueza han de volcar.

¡Argentinos! ¡Dios os guarde!

ven mis ojos cómo riega
perla y rosa de la tarde
el crepúsculo que llega,
mientras la pampa ilumina
rojo y puro, como el oro en el crisol,
el diamante que prefiere la República Argentina:
¡Vuestro Sol!