¿Qué hacer ante el calor?
Doraldina Zeledón Úbeda
Al calor natural por la época del año, en algunas ciudades
se suma una serie de factores originados por la acción o inacción humana, que
incrementan la temperatura ambiental e inciden en el cambio climático.
Este aumento tiene que ver con la calidad de vida y la
salud, especialmente en los sectores sin condiciones básicas de subsistencia,
sin ni siquiera un ventilador; y si lo tienen, quizás eviten usarlo por no
aumentar la factura energética. O carecen de la sombra de un árbol cuando las
casas no tienen patio.
Pero igual que otros sucesos climáticos extremos, el
calor tiene un alto impacto en la salud de niños, adultos mayores y enfermos
crónicos, principalmente en las familias de bajos ingresos, pues hay una
relación entre aumento del calor y barrios vulnerables.
En algunas ciudades se da el fenómeno “islas de calor”.
Una alteración del clima, con temperaturas superiores a la de sus alrededores.
Son muchas las causas: los edificios y las calles, agostas y sin vegetación,
forman “cañones urbanos” (Dra. Patricia
Camporeales) que hacen más lenta la circulación del aire para
dispersar el calor.
La radiación solar es absorbida por los edificios y el
pavimento, debido a los materiales de construcción y superficies oscuras, que
acumulan energía y generan calor. La mayor parte afecta los techos. Las
actividades humanas, como transporte, industria, ventilación artificial,
generan contaminantes. Este aire contaminado y cálido favorece la absorción de
la energía solar y dificulta la reemisión a la atmósfera.
El tamaño de las ciudades y su densidad, también aumentan
la temperatura. Lo mismo que la reducción de la superficie de suelo, pues el
concreto impide la transpiración de la superficie terrestre. La poda de árboles
urbanos, para aumentar o ampliar construcciones. Y la deforestación que afecta
las cuencas de agua. En las islas de calor también incide la topografía y otros
factores meteorológicos.
Por lo anterior, la salud ambiental debería estar en
agenda de legisladores, funcionarios municipales, planificadores,
urbanizadores, ministerios, familias, organizaciones. Incluirse como un factor
transversal en todos los ámbitos, además de la razón de ser en instituciones
responsables del disfrute del derecho humano y constitucional a la salud, al
ambiente sano y a la protección de la Naturaleza.
¿Qué podemos hacer?
Descongestionar los centros de las
ciudades, impulsar lotificaciones más espaciosas y arborizadas, mediante la
planificación del desarrollo urbano. Mejorar las condiciones del transporte.
Reducir el consumo de la energía en instituciones, comercios, industria,
gobierno, etc., para disminuir la contaminación y por consiguiente, el calor.
También con ventilación e iluminación natural. Con
techos, muros, fachadas y paredes de colores claros, que absorben menos calor y
dan claridad. La vegetación sobre techos y fachadas incrementan la aislación
térmica (y sonora). Grama o vegetación baja, en vez de embaldosados. Y árboles
de sombra en patios y calles, reforestación de cuencas hídricas y crear zonas
verdes en la ciudad.
Todo esto atenúa los efectos del cambio climático, mejorando
la calidad del aire, la salud, el paisaje, y por ende la calidad de vida. Y
puede significar un ahorro. Pero
mientras en la ciudad buscamos cómo proteger un árbol, en las “áreas
protegidas” se cortan miles.
La autora es docente y comunicadora.
https://www.laprensa.com.ni/2020/03/03/opinion/2647294-que-hacer-ante-el-calor?fbclid=IwAR2dkqfuN0LwvUwSq3Pyh_LTTant8dqT21xe-b2TImyNjMpUbEB1XnhMrsk