Nicaragua

Madre, que dar pudiste de tu vientre pequeño

tantas rubias bellezas y tropical tesoro,

tanto lago de azures, tanta rosa de oro,

tanta paloma dulce, tanto tigre zahareño.



Yo te ofrezco el acero en que forjé mi empeño,

la caja de armonía que guarda mi tesoro,

la peaña de diamantes del ídolo que adoro

y te ofrezco mi esfuerzo, y mi nombre y mi sueño.


Rubén Darío (1889).



Anidando en el porche

Anidando en el porche
dzu2012

jueves, 11 de junio de 2020

¿Muerte o metamorfosis?




Buen día le dé Dios, Madre.
Salí al patio muy tempranito, ¿me vio? ¿lo ve?
 Mire que está florido, radiante.
 El rocío lo lava y le da brillo.
Las pastoras están frondosas.
Desde que se fue,
estaban pintándose de rojo.
Y yo de negro.

Hoy, son más lindas ¿sabe si por ventura
más arriba hay otra regadera?
Parecen alegres, como anunciando la Navidad.
Pero no es tiempo del Nacimiento,
es el día de los que ya cruzaron el río.
¿Sintió que el agua le daba vida nuevamente?

Hoy ya sabe si es igual vida y muerte…
 ¿Se empieza a morir cuando se nace
y se nace cuando se muere?
¿Hay purgatorio para purificar las almas?
¿Duele la metamorfosis?
¡A pesar de tantos rezos!
Prefiero creer que falleció…

Pero no.
Opto por conmemorar y agradecer su existencia
pensando que pasó a una vida superior.
Que la justicia celestial es justa,
y que ahora anda paseando, con los otros,
 por los jardines eternos
 y ciudades divinamente en paz.

Un abrazo hasta el más allá.
Porque aquí, no se lo puedo dar.
Y, en esta otra margen,  
le dejo las flores, Madre.