Nicaragua

Madre, que dar pudiste de tu vientre pequeño

tantas rubias bellezas y tropical tesoro,

tanto lago de azures, tanta rosa de oro,

tanta paloma dulce, tanto tigre zahareño.



Yo te ofrezco el acero en que forjé mi empeño,

la caja de armonía que guarda mi tesoro,

la peaña de diamantes del ídolo que adoro

y te ofrezco mi esfuerzo, y mi nombre y mi sueño.


Rubén Darío (1889).



Anidando en el porche

Anidando en el porche
dzu2012

jueves, 21 de abril de 2011

Por los Caminos del silencio del padre Pallais

Doraldina Zeledón Úbeda



Generalmente cargo un libro para espantar mis males y malos pensamientos. Y para aprovechar el tiempo cuando viajo o cuando paso horas y días esperando resoluciones mediante trámites rápidos. Ahora le tocó el turno a Caminos, del padre y poeta Azarías H. Pallais (León, 1884-1954). Lo comencé en una oficina. Para terminarlo me lo llevé de viaje a Estelí, por si acaso en el bus se podía leer. Lo disfruté un rato, a pesar de la música con muy mal sonido. Luego vino la película de boxeo, karate y ruido que el chofer eligió para confort de sus clientes; que, en su mayoría, iban conversando, hablando por teléfono, queriendo dormir o escuchando su propia música desde un reproductor personal. Ya no pude leer más.

Como me dejó motivada, tras regresar a Managua, me lo comencé de nuevo. Me atrapó con sus colores, sonidos, armonías, metáforas, y sentí un ritmo y un encanto que me apresuró mi ritmo de lectura. Me refrescó el espíritu con los caminos lavados por la lluvia y, en la última parte, “Yo soy el camino”, me recordó que estaba en Semana Santa, cuando el ruido se va de la ciudad, que ojalá se convirtiera en “Una ciudad lavada, sin polvo, nuevecita, / donde reza el aseo su plegaria bendita.” En silencio, con palmas y burritos. Y sin pólvora ni parlantes.

Azarías H. Pallais me había interesado por el poema “Entierro de pobre”, o al menos fue lo que me motivó a saber más sobre él. Pensaba que su poesía estaba relacionada más con la caridad, con los pobres, con las injusticias y con asuntos religiosos. A medida que leía me di cuenta de que es eso y más: cuando avanzaba por sus Caminos, sucedió lo que tenía que suceder: en los caminos, y más en los que él describe, o más bien pinta y musicaliza, es lógico encontrarse con animales y plantas, y con la tranquilidad del campo. Ahora mi interés se multiplicó. Y “envueltos en profundo silencio, los caminos / nos inician en todos los secretos divinos.”



En casi todos los poemas está el silencio, inclusive uno lleva por título “Nuestro hermano el silencio”. El libro está compuesto de varias partes o caminos: los caminos después de la lluvia, los de las mañanitas inocentes, los soleados del mediodía, los del crepúsculo, lo no tan inocentes caminos de la noche; por último, “Yo soy el camino”. “Y todos los caminos ofrecen lo mejor, /cada cual a su modo su predilecta flor:”

Sus temas se van entremezclando y reiterando. Son como enredaderas tejiendo los caminos con una serie de bellas imágenes; “¡Silencio de los cielos, por la estrella dormida, / se empapan de silencio las rosas de mi vida!”. Y en ellos se juntan las diferentes sensaciones: hay “luces auditivas y músicas visuales”, color en los sonidos, sonido en los colores: “!Rumor de la hoja verde, silencioso rumor, / no hay cosa en este mundo que tenga mejor voz!” Y Todas las manifestaciones de la naturaleza hablan, callan, sienten: las estrellas tienen “voz callada” y hay silencio en la floración: “La tierra es un silencio de rama florecida”. Y las aves cantan en silencio: “De todas esas voces, yo prefiero el sonido / del ave que en sus notas prefiere no hacer ruido.”

Si existe un San Francisco de Asís que habla con la naturaleza, los nicaragüenses tenemos a un padre Pallais que le canta en silencio. No con altoparlantes, como en las ferias de medioambiente y de turismo ecológico. Nos dice: “El blasfemo de enfrente, burgués, cuerdo, sensato, /de Letras y de Ciencias, habla con aparato / Solemne, tan solemne, que pienso, con tristeza, / lástima que no sea verdad tanta belleza”.

Y no sólo nos habla de los caminos lavados por la lluvia, también de los caminos ensuciados por la sociedad: “Pasen los charlatanes con sus gritos ruidosos, / Yo riego mi Evangelio sobre los silenciosos.” “Y viendo los detalles del paisaje inocente, /me olvido de las burlas amargas de la gente”. O, “Que se hunda el mentiroso, que muera el opresor, / Que venga a nos tu Reino de Justicia y Amor.” Y como en todos los tiempos las leyes son para violarlas, nos recuerda que “En el poder, los hombres se burlan de las leyes”.

Con esta obra, estrella silenciosa, si se quiere comprender, hay para rato; sus menciones a lugares, culturas, escritores, poetas, pintores, etc. necesitan una lectura profunda, investigativa. Aún así, leído con la rapidez de las “mariposas explosivas”, me dejó un dulce sabor. Pienso que el padre Pallais debería ser más conocido, más estudiado, más difundido.

¡ Y “Ahora, que la estrella me da su luz callada, / del ruido de este mundo no quiero saber nada.” !

18 abril 2011.

sábado, 26 de febrero de 2011

Campaña electoral y contaminación ambiental

Doraldina Zeledón Úbeda

Madre, que dar pudiste de tu vientre pequeño
tantas rubias bellezas y tropical tesoro,
tanto lago de azures, tanta rosa de oro,
tanta paloma dulce, tanto tigre zahareño.

Yo te ofrezco el acero en que forjé mi empeño,
la caja de armonía que guarda mi tesoro,
la peaña de diamantes del ídolo que adoro
y te ofrezco mi esfuerzo, y mi nombre y mi sueño.

“Nicaragua”, Rubén Darío (1889).

Ríos sin agua, bosques sin árboles, fauna sin aves ni “tigre zahareño”; urbanismo sin urbanización, terrenos sin suelo, lagunas-basureros, descanso sin tranquilidad, niños sin futuro: sucios, desnutridos, enfermos. Todo producto de los problemas ambientales originados por la misma humanidad: contaminación de ríos que hacen escasear el agua, incendios sin planes de prevención, tala incontrolada de bosques; consumismo y falta de educación que aumentan el problema de la basura y el agotamiento de los recursos naturales; el ruido que no nos importa; la emisión de gases de los vehículos que contamina y calienta la atmósfera; en fin, la muerte de los “lagos azures”, el deterioro de ecosistemas y paisajes, pérdida del “tropical tesoro”, de la biodiversidad gracias a la cual vivimos y que Darío cantara hace más de un siglo, pero que si viniera, no encontraría.

Son estos algunos de los problemas ambientales en el país y en cada municipio, además de la pobreza, debido a la injusta distribución de la riqueza que Dios le dio a Nicaragua, pero que no hemos sabido valorar ni compartir.

Todas las áreas de la gestión deberían contemplar la dimensión ambiental: en la ordenación del territorio, en la construcción, en el transporte, en el comercio, en la educación. El medioambiente debería ser parte de los planes y programas, y por ende de los presupuestos, porque si dicen que defienden el medio ambiente, pero no contemplan una partida financiera, no harán mucho. También se debe integrar en las relaciones internacionales, para adquirir recursos, económicos, técnicos, profesionales, etc.

El trabajo por el medioambiente tenemos que tomarlo más en serio, no sólo las autoridades, todos tenemos la obligación, no podemos seguir contaminando y destruyendo los recursos naturales. Ni quejándonos por la falta de agua, del calor o del ruido, tenemos que actuar conjuntamente con las autoridades. Si cada persona aporta en la medida de sus posibilidades, si no esperamos a que nos resuelvan todos los problemas sin mover un dedo, la sociedad sería otra. Hay municipios muy laboriosos, de los cuales emana vida, dinamismo y hasta orgullo, que si se lo proponen, arrancarían de verdad, sin estar esperando que el país arranque sobre la base de discursos y pactos. Y corrupción sobre corrupción. Pero se necesita líderes, autoridades que no defrauden al pueblo. Y se necesita ciudadanos y ciudadanas que, como Rubén Darío, cada quien en su dimensión, le digan a su terruño: “y te ofrezco mi esfuerzo, y mi nombre y mi sueño”.

Estamos en período de elecciones. Seguramente cada candidato habrá integrado a su programa la defensa del medioambiente. Ahora que comiencen, desmenucemos los programas, veamos cuál es la realidad o si sólo serán parte de los discursos. Analicemos a los candidatos y candidatas, cuál ha sido su compromiso por el medioambiente y su grado de credibilidad. Entonces, nuestro voto sería por el programa que más defienda el medioambiente y por el candidato más creíble.

Y si el medioambiente sigue siendo la cenicienta, entonces, deberíamos hacer un listado de los problemas ambientales y las estrategias para enfrentarlos, y aportar sugerencias para que los candidatos las integren en sus programas. Por ejemplo, incluir planes contra incendios, para estar preparados y que las llamas no se lleven nuestros pinos, y no seguir apagando el fuego con las ramas de los mismos árboles. Proyectos de educación ambiental, no sólo en las escuelas, ni sólo relacionados con la siembra de árboles o recogida de basura, sino programas integrales relacionados con las diferentes áreas del medioambiente; y no como una asignatura que haya que aprobar, sino para formar hábitos y valores, para sensibilizarnos y actuar con responsabilidad en el medio y por el medio. Y aplicar la Ley. Incentivos para las personas y organizaciones que trabajan por el medioambiente, como lo contempla la Ley 217. Reforestación. Iniciativas de leyes, por ejemplo para un sistema de reducción y gestión de residuos y no quedarnos sólo en recoger la basura y trasladar el problema a otro lugar, es como quitar la basura del frente de la casa y llevarla al patio, para que no se vea. O la ley de ruido, o cumplir la ley de costas, para que el turismo desordenado no siga comiéndose la tranquilidad que buscan los turistas o los pedacitos de costa que aún quedan, como en San Juan del Sur.

Tantos problemas ambientales, tantas acciones por realizar. Las elecciones deberían ser un reto para mejorar la calidad de vida de todos, mejorando el medio ambiente. Veamos qué ofrecen. Y digámosles: “mi voto es ecológico”. Pero no basta el voto, hay que darles seguimiento y apoyarlos. ¿Y si no cumplen?, ¡a botarlos!


Mayo, 2004, año de elecciones municipales. Editado febrero 2011, año de elecciones nacinales.

http://www.elnuevodiario.com.ni/opinion/28219
24 de MAYO de 2004 Hora local 09:14 A.M. | Managua, Nicaragua

Quien contamina paga

Doraldina Zeledón Úbeda

“Quien contamina paga” es un principio internacional del Derecho Ambiental. Significa que las empresas, instituciones, organizaciones, partidos políticos, países y personas que contaminan deben asumir los costos que implica esa contaminación. Se debe evitar que las víctimas, el Estado o la sociedad asuman los costos por los efectos adversos de sus actividades sobre el medio ambiente y las personas.

Después de las elecciones, las alcaldías están limpiando o buscando cómo limpiar la basura que deja la campaña. Algunos alcaldes han dicho que los partidos políticos es difícil que paguen y que solicitarán apoyo al Consejo Supremo Electoral para que les ayude: de lo que corresponde rembolsar a cada partido en concepto de gastos en la campaña, que se le retenga lo concerniente a la limpieza de la basura electoral.

Hay dos situaciones, en primer lugar, debería estar establecido en la Ley Electoral; segundo, si se paga por esta vía, sería el pueblo quien pague con sus impuestos, y no quien contamina. Pero al menos que no se les regrese lo que significa el desmontaje; sin embargo, el costo en recursos, y el costo que significa para el medioambiente toda esta basura, seguirá sin pagarse.

Quienes deberían pagar son los partidos políticos y las agencias de publicidad. El presupuesto de las campañas debería incluir el desmontaje. Pero como esto tampoco arregla el problema ambiental y de gastos, debería establecerse un costo máximo para las campañas. Y no sólo para asumir la descontaminación, debe establecerse una cantidad máxima de soportes publicitarios. Se debe cuantificar todo, por varias razones: evitar la contaminación con la propia campaña, evitar que el pueblo pague el desmontaje; minimizar la producción de residuos; ahorrar recursos. Porque no es ético que mientras haya tanta pobreza se gaste tanto en promesas (alguien dirá que soy ingenua al pensar en ética electoral, pero a lo mejor sí es válido, si se reconcilia la necesidad con el derroche). Y es injusto que cerca de un ranchito a oscuras en la carretera haya un gran rótulo iluminado y a todo color; que por todas las calles haya mantas publicitarias, mientras por todas las calles y campos andan personas con trapos rotos. Es una burla que mientras en el Hospital Materno Infantil Fernando Vélez Paiz haga falta un rótulo para pedir a los conductores que no suenen la bocina, haya cientos de mensajes electorales ofreciendo salud y besando niños y niñas. Es triste que mientras se gasta tanto en las campañas, haya estudiantes que no tienen cuadernos, ya no digamos los que ni siquiera tienen acceso a la escuela. Bueno, podría todo esto ser aceptable si gracias a tanta publicidad, las personas no olvidan las promesas de todos los partidos y exigen para que se hagan realidad con el actuar de todos los electos.

Pero “quien contamina paga” no se refiere sólo a los políticos. Incumbe a todo el que contamina. Por ejemplo, ante los malos olores o los gases emanados por una fábrica, o los residuos que pudren las aguas y el aire, como en el valle de Sébaco, la gente tiene que gastar en recuperar su salud. Ante el ruido de un restaurante, una discoteca, una fábrica, las víctimas, si pueden, tienen que aislar sus viviendas para evitar la inmisión sonora y gastar en medicina debido a los efectos que sufren, pero quien debe asumir todos esos gastos es la empresa que contamina. Dice la Organización Mundial de la Salud que “los responsables de la fuente de ruido deben asumir los costos totales asociados con la contaminación sonora (incluido el monitoreo, manejo, reducción y supervisión)”.

Hay que enfatizar que el principio “quien contamina paga” no se refiere sólo a indemnizar o a mitigar los daños al medioambiente, sino a invertir para evitar la contaminación. No significa que voy a contaminar y luego voy a pagar, sino evitar la contaminación pagando para implementar medidas preventivas; de ahí que los principios del Derecho Ambiental van concatenados: junto a quien contamina paga tenemos los principios de prevención y precaución.

Para asegurar que las empresas indemnicen, hay muchos instrumentos, como el seguro ecológico. Un requisito para cada partido debería ser este seguro no sólo para desmontar la campaña, sino para indemnizar a quienes fueron afectados, por ejemplo, los controlistas de los estruendosos equipos de sonido.

Ojalá que para las futuras campañas los partidos políticos ya tengan seguro ecológico, para que las alcaldías, vale decir el pueblo, no asuman el desmontaje de la basura electoral. Esto debería ser para todas las empresas, instituciones y organizaciones contaminantes.


Managua, Nicaragua - Miércoles 29 de Noviembre de 2006 - Edición 9446
http://impreso.elnuevodiario.com.ni/2006/11/29/opinion/35085

jueves, 6 de enero de 2011

Sistema de salud: “¿por qué tiene que ser el único?”

Doraldina Zeledón Úbeda
END - 19:37 - 05/01/2011
http://www.elnuevodiario.com.ni/opinion/91734

“Patch Adams” es la película basada en la historia del médico Hunter Adams. Después del suicidio de su tío, se internó en un psiquiátrico porque también él trató de hacerlo. Lo ubicaron con Rudy, quien tenía miedo a las ardillas que supuestamente invadían la habitación. En lugar de enojarse o pedirle que se callara, lo invitó a que jugaran a matarlas. Logró que pasara feliz y dejara el miedo. En una sesión con el doctor y otros internos, consiguió que éstos disfrutaran del encuentro. Se convenció de que era fácil comunicarse con los demás y ayudarles a mejorar su salud, mientras observaba que los médicos ni siquiera veían a los pacientes cuando hablaban con ellos. Un científico internado le enseñó a “ver lo que los otros no ven, lo que deciden no ver”. Y así, Patch “volvería a encontrar el buen camino, en el lugar más inesperado”.

Decidió salirse del hospital para estudiar medicina, convencido de las carencias del sistema. En la Facultad comienza a cuestionar esquemas y a querer cambiar la indiferencia, la fría relación profesional, por una relación de amor con los pacientes, especialmente mediante la comunicación, incluido el humor. De ahí, el “Médico de la Risa”. Yo diría, el médico comunicador, el médico del amor, aunque por sus conceptos, esto sería redundante.

Patch le da mucha importancia al acto de escuchar. Dice que su tío lo escuchaba, que le ayudaba. Luego él ayuda a los pacientes. “Haciendo algo tan sencillo, como es escuchar, lo que lo convierte en médico”. Consigue el apoyo de las enfermeras que le permiten entrar a las salas a escondidas del Director. También logra ser el mejor alumno. Y su estudioso compañero de habitación, que no creía en sus ideas, le pide ayuda: “sé todo lo necesario, pero no puedo hacerla que coma, tú tienes ese don”.

Cuestiona que a los hospitalizados los llamen por números. Cuando el profesor pregunta si tienen dudas, Patch interroga: “¿cómo se llama la paciente?” Y es aleccionadora su respuesta al Director de la Escuela, quien sí lo comprende, pero le dice: “el sistema es lo que es y es lo que tenemos”. Él le contesta: “¿Por qué tiene que ser el único? ¿Por qué no cambiarlo?” Y demuestra que se puede transformar, cambiando los paradigmas.

Para el Decano los médicos no se deben rebajar hasta los pacientes, porque destruyen la objetividad. Lo censura por pretender modificar las normas, producto de siglos de experiencia. Inclusive le critica ser “demasiado feliz”: si quiere ser payaso, váyase a un circo, los enfermos no buscan un payaso o un amigo, necesitan un médico. Patch afirma que en el psiquiátrico quienes le ayudaron fueron sus compañeros, no los médicos. Y cuando decide organizar su hospital declara que utilizarán el humor para curar y no habrá títulos ni jefes. El objetivo será el amor. Y el aprendizaje, la meta más alta, pero en contacto con las personas. Su método será juntar la teoría con la práctica, donde todos serán médicos y pacientes a la vez. En cambio, en la Facultad buscan el reconocimiento, la bata blanca, el título.

Y creó la clínica. Durante el juicio para ver si continuaba o lo expulsaban por ejercer sin licencia, acepta que es culpable “si dar tratamiento es abrir la puerta a los necesitados, a los que sufren, al que busca ayuda física o sicológica; cuidarlos, escucharlos…”. Y ante la pregunta de qué habría hecho en caso de muerte, responde: “Si vamos a luchar contra la muerte, luchemos contra la indiferencia que es el peor enemigo”. “¿Por qué no tratar la muerte con una dosis de humanidad, dignidad, decencia y si no hay otro remedio, con humor?” “La misión del médico no debería reducirse sólo a prevenir la muerte, sino en mejorar la calidad de vida; por eso, si se trata una enfermedad se gana o se pierde. Si se trata a la persona, puedo garantizarles que siempre se gana, no importa el resultado” Y les dice que quiere ser médico para servir y que si no le permiten seguir en la Facultad, no le impedirán estudiar y ayudar a los demás, aunque no tenga la bata blanca.

Lo que observaba Patch, lo vemos aquí. Y más. En los centros privados los médicos son muy amables, pero algunos, mientras hablamos, están frente a su computadora o con el celular. Y en los mal llamados hospitales gratuitos (pagamos mediante impuestos) no están frente a la computadora, sino ante una gran fila, y no tienen tiempo para volverte a ver. Pero no creo que hagan daño por dolo. El problema es el sistema enfermo o la interrelación de los sistemas que se infectan de forma crónica. Porque esto no es nuevo, pero poco hacemos. Y esperamos que alguien venga a salvarnos. O nos acostumbramos a que “el sistema es lo que es y es lo que tenemos”. Es más cómodo. ¿Por qué no eliminar el sarro que paraliza las pinzas, las mentes, los cuerpos, las instituciones y los sistemas?

Bueno, hay médicos que fabrican tiempo para escuchar y explicar. Dan confianza y devuelven la vida o al menos las ganas de vivir. A lo mejor, en cada hospital y en cada facultad, hay un Patch Adams que no encaje en el sistema, y “aprende a ver lo que los demás no ven o deciden no ver, por temor, conformismo o pereza” y se pregunte “¿por qué no cambiarlo?”

El Dr. Hunter “Patch” Adams es también payaso profesional, conferencista, escritor. Ha estado en hospitales, universidades, institutos de América Latina. Viaja por el mundo llevando salud con alegría y amor.


doraldinazu@gmail.com

miércoles, 22 de diciembre de 2010

“Enseñarás a volar...pero no volarán tu vuelo”

END - 21:01 - 21/12/2010

Pero sabrás
que cada vez que ellos vuelen, sueñen,
vivan, canten y piensen...

¡Estará en ellos la semilla
del camino enseñado y aprendido!

Madre Teresa de Calcuta

Desde mi opción por el magisterio, conocí a la profesora Socorro Bonilla. Tuve el placer de ser su alumna en la asignatura “Técnicas de expresión oral”, en la carrera de español. Sí, era placer, porque fue una clase muy bonita. Y exigente. Me gustaba observarla, siempre andaba elegante. Su postura, su vestido y accesorios, sus palabras, todo en ella armonizaba. Su sola presencia hablaba.

Eran sesiones durante las cuales nos daba de todo: rigor, arte, ciencia, sentimientos. Me gustaba, a pesar de la tensión; pues como es lógico, había que expresarse de forma oral. Y cada día sudábamos, esperando que nos llegara el turno de pasar adelante para leer, describir, narrar o argumentar algo. Con ella conocí la declamación coral. Decía que los profesores y las profesoras deberíamos ser artistas.

Lo bonito y lo exigente era aprender a comunicarnos con la voz, el cuerpo, los desplazamientos, la distancia o la cercanía, la mirada, los gestos, el silencio, el sentimiento, la vestimenta, la postura, el formato y tipo de papel que contenía nuestro mensaje; el arreglo del escenario para que no interfiera la comunicación, sino que la permita y la refuerce. Y el uso correcto de las palabras, los sinónimos para evitar el empobrecimiento del lenguaje. Desde encontrar la “palabra exacta”, la estructura de la oración, hasta llegar al discurso, a la organización del pensamiento y su coherencia y enriquecimiento con la expresión oral. Y la coherencia con el ser. Además de todos los requisitos de la forma, las lecturas que seleccionaba tenían un contenido profundo. Recuerdo “El ruiseñor y la rosa” o “Que despierte el leñador”. Las técnicas del discurso se hermanaban con el mensaje para marcar huellas poderosas. Por supuesto, se necesitaba la práctica y dominio del tema que ella tenía.

No olvido el trabajo final. Nos orientó un discurso sobre un escritor nicaragüense. Yo elegí al Dr. Alejandro Dávila Bolaños, que recién lo había matado la guardia de Somoza, de forma terrible. Escribí sobre su vida, la obra y su muerte (lo sacaron del hospital, igual que a otros, los rociaron con gasolina y los quemaron vivos). Recuerdo que cuando leía mi trabajo, se me rodaban las lágrimas, y al ver al público, observé que a varias compañeras les pasaba lo mismo. Era algo muy fuerte y reciente; y me recordaba a familiares y conocidos que murieron durante las insurrecciones de Estelí. Todavía el ruido de los helicópteros rozando el zinc y las miradas de los guardias, me electrizaban la columna. Pensé que no estaba en condiciones de aplicar las técnicas. Y le dije: profesora, ya no puedo seguir. Se me acercó y me contestó, sí puede, lo está haciendo muy bien. Vamos, continúe. Pude contener la emoción y terminé (llorando).

Fue una asignatura que me marcó, además de ser una clase agradable, es útil en todas las profesiones y en cualquier ámbito de la vida. Y sin lugar a dudas, el hecho de aprender a callarme para poder escuchar y observar, fue otro de los elementos que me indujeron a valorar el silencio. O más bien, la ausencia de sonidos molestos, porque el silencio absoluto no existe. Entre más nos callemos, más sonidos escucharemos, inclusive el pensamiento y los sentimientos del interlocutor. Y las voces de nuestro corazón o las que claman sin hablar. O el canto apagado del ruiseñor.

Y cuando en la Universidad me preguntaron si quería impartir la asignatura para la carrera de Periodismo, no la pensé y lo primero que hice fue buscar los folletos de la profesora Socorro Bonilla y hacer mi adaptación. Al evaluar la clase, me preguntaba ¿cómo me evaluaría ella ahora? Porque nos enseñó a volar, pero jamás volaremos su vuelo.

Gracias, Profesora, que un coro de ángeles haya aplaudido a su llegada. Que tenga el escenario ideal para descansar feliz y en paz.
Publicado por Doraldina Zeledón Úbeda en 11:43

lunes, 29 de noviembre de 2010

Revirtamos el conflicto en desarrollo integral

Doraldina Zeledón Úbeda
END - 22:14 - 28/11/2010
http://www.elnuevodiario.com.ni/opinion

Hace unos años, durante un curso de Derecho Ambiental, conocí el Tratado de Cooperación Amazónica (Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guyana, Perú, Suriname y Venezuela). No es sólo para la protección de la cuenca, sino para el desarrollo y ejercicio de la soberanía de los países firmantes, donde la comunidad académica parece tener mucha incidencia. Veamos el primer artículo: “Las Partes Contratantes convienen en realizar esfuerzos y acciones conjuntas para promover el desarrollo armónico de sus respectivos territorios amazónicos, de manera que esas acciones conjuntas produzcan resultados equitativos y mutuamente provechosos, así como para la preservación del medio ambiente y la conservación y utilización racional de los recursos naturales de esos territorios.”¿Acaso no podemos hacer eso Nicaragua y Costa Rica? Me quedé pensando en nuestros eternos conflictos fronterizos.

Después me encontré con el proyecto binacional “Manejo Integrado de los Recursos Hídricos y Desarrollo Sostenible de la Cuenca del Río San Juan y su Zona Costera”. No sé si algo se llevó a la práctica. ¿Por qué no retomarlo? También he conocido intentos sobre el desarrollo conjunto del Golfo de Fonseca, pero parece que la desconfianza nos deja sólo en intentos.

Y así hay muchos tratados y convenios binacionales o multinacionales para la protección del medioambiente y el desarrollo integral, que deberíamos revisar. En estos días, según nota de la FAO, se acaba de realizar una reunión entre Paraguay, Brasil y Argentina, países que comparten la subcuenca de los ríos Paraná y Paraguay, para promover el manejo sostenible, la seguridad alimentaria y la erradicación de la pobreza en las regiones ribereñas, principalmente la pesca fluvial en los tramos limítrofes de los ríos.

Del conflicto actual entre Nicaragua y Costa Rica, puedo desprender dos asuntos principales: la defensa de la soberanía y el desarrollo sostenible de la región. Para saber si se viola o no el territorio nacional, es necesario el amojonamiento. Esto permitiría controlar con mayor precisión la respectiva soberanía en ambos países. ¿Para qué se retrasa? ¿Por qué no dialogar, amojonar y llegar a un acuerdo para el desarrollo de la región? Estamos mano a mano, peleando por algo que ambos deberíamos proteger, no sólo usufructuar, mientras otros países buscan mejorar sus recursos compartidos.

El otro asunto es el desarrollo sostenible: desarrollo humano, económico, protección del medioambiente, uso razonable de los recursos naturales. Pero no puede darse en un contexto de confrontaciones, acusaciones e inestabilidad. Y no podemos instalar mojones para delimitar la naturaleza. La Madre Tierra no tiene fronteras, como tampoco la contaminación respeta fronteras. Y ambas partes contaminamos y deterioramos el medioambiente. El dragado afecta, ya sea en río fronterizo o interno. También el turismo, la navegación, la pesca, la construcción, la industria de la madera, los asentamientos. De ahí la necesidad de la Evaluación de Impacto Ambiental, para ver qué daños puede provocar un emprendimiento, saber si es viable y cómo reparar o mitigar.

El desarrollo sostenible implica generación de empleos y proyectos económicos y sociales. Pero se ha pensando que Managua es Nicaragua, por eso, la gente abandonada, cuando puede, tiene que venir hasta la capital para un examen, si no se mueren en el camino o en la cama. O los emprendimientos económicos permiten a extraños la explotación de los recursos naturales, mientras los lugareños son castigados. Y deberíamos pensar también en los compatriotas y familiares que están en la otra ribera. Creo que así como defendemos la soberanía, si invertimos en el desarrollo de Nicaragua, podremos generar empleos y ahorrar lágrimas y suspiros.

El medioambiente y la soberanía nacional son una responsabilidad compartida. Se necesita la intervención en todos los sectores. Y la participación de todos los actores. Si estamos unidos por la soberanía, deberíamos estar unidos por el desarrollo de la región, cada quien desde su poder. A esa pasión nacionalista (en ambos países) podemos agregarle pasión humanista y naturalista. Y razón. Y amor. Olvidemos el machismo y el racismo. Nadie es más ni menos que otro, pero a veces nos devaluamos por lo que decimos. Tenemos que respetarnos para que nos respeten. Y también respetar la soberanía de cada quien en su pedacito de mapa, sin invadir, ni destruir, ni contaminar la propiedad vecina y la colectiva, ni pisotear los derechos. En cambio, cuidar en conjunto nuestro entorno. Puede ser un ejercicio útil para entender los problemas fronterizos y las responsabilidades comunes. La soberanía y el desarrollo sostenible.

En conclusión, ¿por qué no revertir el conflicto actual en acciones concretas para el desarrollo del Río San Juan de Nicaragua? Ya veo fluir por sus aguas, nuevas escuelas, universidades, hospitales, puentes, carreteras, computadoras, excursiones, foros, investigaciones, comercio, industrias, declaraciones, empresas, planes, convenios, reforestaciones, ferias, empleos, gallopinto, exposiciones. Ya me imagino el Río renaciendo entre los pinceles de todo el país, o varios caños de música y poesía que llevan paz y armonía. No me gustaría ver navegar banderas y promesas electoreras, porque hacen mucho ruido y siempre naufragan. Sólo ver ondear el azul y blanco de nuestro cielo y nuestras aguas, entre el reflejo del verde natural. Creo que sería la mejor manera de hacer patria y de adherirnos a las declaraciones por la Madre Tierra.

Mientras tanto, mucha precaución, por la fragilidad de la zona y por la fragilidad de las relaciones. Y a disfrutar, cuidar y dar gracias por este terruño y el caudal inmenso de vida con que la naturaleza nos bendijo. Y tener presente las otras fronteras.

viernes, 19 de noviembre de 2010

Río San Juan de Nicaragua -Límites Nicaragua Costa Rica-

1- Tratado Jerez Cañas

2- Laudo Cleveland

3- Laudo Alexander