Nicaragua

Madre, que dar pudiste de tu vientre pequeño

tantas rubias bellezas y tropical tesoro,

tanto lago de azures, tanta rosa de oro,

tanta paloma dulce, tanto tigre zahareño.



Yo te ofrezco el acero en que forjé mi empeño,

la caja de armonía que guarda mi tesoro,

la peaña de diamantes del ídolo que adoro

y te ofrezco mi esfuerzo, y mi nombre y mi sueño.


Rubén Darío (1889).



Anidando en el porche

Anidando en el porche
dzu2012

lunes, 29 de septiembre de 2008

Campaña electoral y contaminación ambiental

Doraldina Zeledón Úbeda

END - 19:25 - 28/09/2008

Los responsables de las campañas de los partidos políticos deberían analizar sus productos de comunicación, antes de publicarlos. Y no sólo los discursos directos de los textos y las imágenes, sino su interrelación, que a veces genera mensajes contradictorios o no deseados. Además, sería conveniente analizar el soporte de sus campañas, pues también “el medio es el mensaje”.

Un día de estos fui a Estelí y me encontré con bolsas de plástico que un partido regalaba como parte de su campaña. Entonces, mientras instituciones y organizaciones motivan para no usarlas, ellos, sin una reflexión sobre el efecto de sus acciones, comienzan a repartirlas; lo cual trasluce que eso no les preocupa y que cuando se muestran amigables con el entorno, es solamente una máscara verde para atraer votos, como si los electores no razonaran.

Las bolsas plásticas tardan miles de años en desintegrarse. Además de ensuciar y contaminar el ambiente, para su fabricación se necesita mucha energía. Pero no sólo ensucian y afean la ciudad, sino que se conviertan, como alguien dijo, en la “flor nacional”, que se ve por todos lados: proliferan en las calles y atascan los cauces, florecen en los árboles, en los cercos, en los pantanos y hasta en el polvo de los caminos. Y van a dar al mar y al lago. Y son una trampa para algunos animales que las confunden con alimentos, se las tragan, y se asfixian. Y esas mismas bolsas son tragadas por otros y así van en cadena, por lo que el peligro se multiplica.

Mientras a nivel mundial se está impulsando el uso de bolsas de tela, aquí los que buscan llegar al poder para dirigir los asuntos municipales, promueven y propician el uso de las bolsas plásticas. Ni siquiera piensan que su mensaje se desechará al primer uso; mientras que si regalaran bolsas de tela, su mensaje sería más duradero, menos contradictorio y no contaminarían, al menos el medioambiente físico; pero podrían contaminar el medioambiente emocional, si se dedican a atacar a los adversarios en vez de ofrecer propuestas atractivas, congruentes, inteligentes y realistas.

Y el problema también es por contaminación acústica. No sólo me lo han comentado, lo he presenciado; y el mensaje ni se escucha, debido al estruendo y a la mala calidad del sonido o al mal uso del equipo. La publicidad ambulante es para eso: para difundir mientras se está desplazando, no para estacionarse. Sin embargo, se parquean frente a las casas de habitación, o pasan una y otra vez. Y en vez de dar un mensaje que atraiga a los electores, lo que generan es rechazo, lo cual es lógico pues están afectando su salud y tranquilidad.

¿Por qué será tan difícil que se entienda que el ruido afecta la salud? ¿Será necesario ver chorrear sangre de los oídos cada vez que el ruido sea insoportable? Antes había, al menos para Managua, un decreto sobre la publicidad ambulante; se derogó, pero no se aprobó otro. ¿Será tan difícil?

La publicidad ambulante necesita un horario, pues no se puede estar a toda hora con los anuncios. Y debería indicar cuestiones de calidad del sonido, ya que a veces es tan malo que no se entiende y molesta tanto como el alto volumen. Aunque esto de la calidad deberían normarlo los clientes y los propietarios de los equipos, unos no contratando malos servicios, y los otros, ofreciendo un mejor sonido, que incluya volumen adecuado para no afectar la salud. Y no es que se esté en contra de la publicidad ambulante, pues cumple una función social y genera empleos, pero debe normarse. Y debería ser atractiva. Pero bien, el caso no es la publicidad ambulante normal, sino el ruido de las campañas, que igualmente debe ser regulado.

Y no sólo es el estruendo de los equipos de sonido, sino los bocinazos de las caravanas de vehículos, que irrespetan y maltratan a los electores. La Ley 431, de circulación vehicular, estipula multas para quienes provoquen “ruidos escandalosos y perturbadores del medioambiente” (Art. 26, inciso 40).

Seguramente ésta es una excepción que se auto conceden los políticos. ¿O será que las autoridades otorgan este permiso? Y si no lo otorgan, tampoco escuchan los bocinazos. O el poder político-partidario se impone ante el deber constitucional de proteger la salud y el medioambiente.¿Por qué una propaganda con gritos, bocinazos y bolsas plásticas?

¿Por qué los partidos políticos sólo ven el voto en cada ciudadano? ¿Por qué no ven a un ser humano que merece respeto? ¿Por qué no nos hacemos respetar? La contaminación ambiental nos afecta a todos y a todas, y quienes lleguen a la silla edilicia serán los principales responsables del medioambiente saludable y la salud de la población. ¿Qué podemos esperar de estos candidatos y candidatas?

Hay que agregar la contaminación visual, con mantas, carteles y vallas. Y las botellas, plásticos y miles de papeletas que dejan las concentraciones ¿En qué les ayuda esa cantidad de papeles que quedan tirados? ¿Saben cuánta agua y cuánta energía significa fabricar ese papel? ¿Y cuánto contamina su fabricación?

Ojalá que cambien sus bolsas plásticas por unas de tela, así cambiarán, en parte, su mensaje. Y sus altos decibeles por actividades de alto contenido social, artístico y cultural. ¿Por qué no un esfuerzo de creatividad, honestidad e inteligencia, y hacer de la campaña electoral una real fiesta cívica?

doraldinazu@gmail.com

El Nuevo Diaro http://www.elnuevodiario.com.ni/opinion/28219
Managua, lunes 29 de Septiembre de 2008.

sábado, 20 de septiembre de 2008

Mi voto es ecológico

Doraldina Zeledón Úbeda

Madre, que dar pudiste de tu vientre pequeño
tantas rubias bellezas y tropical tesoro,
tanto lago de azures, tanta rosa de oro,
tanta paloma dulce, tanto tigre zahareño.

Yo te ofrezco el acero en que forjé mi empeño,
la caja de armonía que guarda mi tesoro,
la peaña de diamantes del ídolo que adoro
y te ofrezco mi esfuerzo, y mi nombre y mi sueño.
“Nicaragua”, Rubén Darío (1889).

Ríos sin agua, bosques sin árboles, fauna sin aves ni “tigre zahareño”; urbanismo sin urbanización, terrenos sin suelo, lagunas-basureros, descanso sin tranquilidad, niños sin futuro: sucios, desnutridos, enfermos. Todo producto de los problemas ambientales originados por la misma humanidad: contaminación de ríos que hacen escasear el agua, incendios sin planes de prevención, tala incontrolada de bosques; consumismo y falta de educación que aumentan el problema de la basura y el agotamiento de los recursos naturales; el ruido que no nos importa; la emisión de gases de los vehículos que contamina y calienta la atmósfera; en fin, la muerte de los “lagos azures”, el deterioro de ecosistemas y paisajes, pérdida del “tropical tesoro”, de la biodiversidad gracias a la cual vivimos y que Darío cantara hace más de un siglo, pero que si viniera, no encontraría.
Son estos algunos de los problemas ambientales en el país y en cada municipio, además de la pobreza, debido a la injusta distribución de la riqueza que Dios le dio a Nicaragua, pero que no hemos sabido valorar ni compartir. Las autoridades municipales son las responsables inmediatas de la solución a los problemas del municipio, entre ellos los problemas ambientales. Todas las áreas de la gestión edilicia deberían contemplar la dimensión ambiental: en la ordenación del territorio, en la construcción, en el transporte, en el comercio, en la educación.
El medioambiente debería ser parte de los planes y programas, y por ende de los presupuestos, porque si dicen que defienden el ambiente, pero no contemplan una partida financiera, no harán mucho. También se debe integrar en las relaciones internacionales, para adquirir recursos, económicos, técnicos, profesionales, etc.
Y los municipios vecinos, muchas veces pertenecientes una misma región natural o que comparten un recurso natural, como un río o un bosque, no deberían preocuparse sólo por ver a quién le pertenece, sino unirse por el desarrollo y protección de esos recursos y de la región. El trabajo por el medio ambiente tenemos que tomarlo más en serio, no sólo las autoridades, todos tenemos la obligación, no podemos seguir contaminando y destruyendo los recursos naturales. Ni quejándonos por la falta de agua, del calor o del ruido, tenemos que actuar conjuntamente con las autoridades. Si cada persona aporta en la medida de sus posibilidades, si no esperamos a que nos resuelvan todos los problemas sin mover un dedo, la sociedad sería otra.
Hay municipios muy laboriosos, de los cuales emana vida, dinamismo y hasta orgullo, que si se lo proponen, arrancarían de verdad, sin estar esperando que el país arranque sobre la base de discursos y pactos. Y corrupción sobre corrupción. Pero se necesita líderes, autoridades municipales que no defrauden al pueblo. Y se necesita ciudadanos y ciudadanas que, como Rubén Darío, cada quien en su dimensión, le digan a su terruño: “y te ofrezco mi esfuerzo, y mi nombre y mi sueño”. Estamos en período de elecciones. Seguramente cada candidato habrá integrado a su programa la defensa del medio ambiente.
Tiscapa, el río Estelí, el río Negro, las Canoas, el barrio Hugo Chávez, el turismo ecosostenible, las vedas, las tierras indígenas, etc., serán ingredientes en las campañas. Ahora que comiencen, desmenucemos los programas, veamos cuál es la realidad o si sólo serán parte de los discursos. Analicemos a los candidatos y candidatas, cuál ha sido su compromiso por el medioambiente y su grado de credibilidad, porque en las elecciones municipales es más fácil este análisis, ya que los candidatos son más cercanos y por lo tanto más conocidos.
Entonces, nuestro voto sería por el programa que más defienda el medioambiente y por el candidato más creíble. Y si el medioambiente sigue siendo la cenicienta, entonces, en cada municipio deberíamos hacer un listado de los problemas ambientales y las estrategias para enfrentarlos, y aportar sugerencias para que los candidatos las integren en sus programas. Por ejemplo, incluir planes contra incendios, para estar preparados y que las llamas no se lleven nuestros pinos, y no seguir apagando el fuego con las ramas de los mismos árboles.
Proyectos de educación ambiental, no sólo en las escuelas, ni sólo relacionados con la siembra de árboles o recogida de basura, sino programas integrales relacionados con las diferentes áreas del medio ambiente; y no como una asignatura que haya que aprobar, sino para formar hábitos y valores, para sensibilizarnos y actuar con responsabilidad en el medio y por el medio. Incentivos para las personas y organizaciones que trabajan por el medio ambiente, como lo contempla la Ley 217. Reforestación.
Iniciativas de leyes, por ejemplo para un sistema de reducción y gestión de residuos y no quedarnos sólo en recoger la basura y trasladar el problema a otro lugar, es como quitar la basura del frente de la casa y llevarla al patio, para que no se vea. O la ley de ruido, o de costas, para que el turismo desordenado no siga comiéndose la tranquilidad que buscan los turistas o los pedacitos de costa que aún quedan, como en San Juan del Sur.
Tantos problemas ambientales, tantas acciones por realizar. Las elecciones municipales deberían ser un reto para mejorar la calidad de vida de todos, mejorando el medioambiente. Veamos qué ofrecen. Y digámosles: “mi voto es ecológico”. Pero no basta el voto, hay que darles seguimiento y apoyarlos. ¿Y si no cumplen?, ¡a botarlos!
Publicado en El Nuevo Diario.

jueves, 18 de septiembre de 2008

Los niños ante las catástrofes socioambientales

Los niños ante las catástrofes socioambientales

Doraldina Zeledón Úbeda

Vino la primera tormenta tropical y ya están los estragos causados por la lluvia y el viento. También por el estado de vulnerabilidad ante la pobreza y la falta de prevención. Y no es sólo por pobreza, sino por descuido de los gobiernos y por el gasto en actividades que consumen los recursos y poco resuelven, como las cumbres. En todas partes. Encuentros en nombre del hambre o pagados por el hambre, mientras los niños se mueren por falta de alimentos, de medicinas y de agua. Y no me refiero solamente a Nicaragua. En el mundo se hacen muchos esfuerzos por erradicar el hambre, pero también se hacen demasiadas cumbres. Se firman, se ratifican y se vuelven a ratificar acuerdos para volverse a reunir y volverlos a ratificar. Pareciera que no hay coordinación y que reina el protagonismo, en algunos casos.

La prevención es fundamental. Se ha venido hablando del cambio climático y sus consecuencias en los países pobres, y no se le ha dado la debida atención. No debería decirse que la tormenta Alma nos cogió por sorpresa, pues si los científicos han anunciado cambios, deberíamos estar preparados. Además, a tan solo unos pocos días del inicio de la temporada de huracanes, no es para que fuese sorpresa.

Ante los primeros desastres, los refugios son las escuelas. Niños y niñas pierden sus clases. Y pierden su merienda. Y si están en el albergue, habría que ver qué atención se les presta, en todo sentido: alimentación, medicina, protección física. Y sicológica. Recuerdo uno de los huracanes, en el albergue había tanta gente que el solo hecho de que todos habláramos, ya creaba caos. Más el radio que llevaba cada familia para estar informada. No sé si la situación del local era más estresante que el temor al huracán.

Cuando pasa la tormenta, cada familia a su casa, si es que no se le derrumbó, de lo contrario continúa en el albergue. Entonces, viene el mayor problema para niños y niñas: el hambre, la necesidad de servicios higiénicos, las enfermedades, la falta de agua y energía eléctrica. Y ellos no tienen culpa de lo que sucede, menos los niños pobres. Apenas están comenzando a conocer el mundo, a abrir sus ojos ante la naturaleza para ver lo que se les ha heredado. Y sin sospechar todo lo que se les ha negado. Y también están comenzando a sufrir por culpa de quienes hemos creado el problema.

¿Pero qué podemos hacer para ayudarle a niños y niñas ante los desastres socioambientales? Resguardarlos, protegerlos. En los albergues, darles atención suficiente, en todo sentido. Valdría la pena escucharlos, saber si sienten hambre, frío, miedo. No sólo suponer lo que sienten. Y procurar que en cuando la situación pase, regresen a clase. Que la escuela vuelva a ser escuela. Sin educación, un país no puede salir de la pobreza.

El Estado debería construir albergues seguros, para no utilizar las escuelas en caso que sea necesaria la permanencia por mucho tiempo, esto evitaría que se pierdan las clases. ¿Que no hay dinero? Si no se derrocha, hay. Si las donaciones no se desvían, hay dinero. Se podrían sumar los sueldos regalados, el presupuesto para publicidad, las extras de los diputados. Una valla publicitaria podría convertirse en varias láminas de zinc para evitar que se moje el pueblo presidente. Las flores de los auditorios-jardines podrían convertirse en juguetes. Y las extras de los diputados, para llevar agua y saneamiento a los albergues. ¿Qué mejor obra social?

Lo ideal sería evitar estos problemas para que los niños no sufran. Es decir, dejar de contribuir al cambio climático. Ya los especialistas han dado muchas recomendaciones para reducir los gases de efecto invernadero y no destruir los recursos naturales. El problema es que las recomendaciones quedan para quienes contaminamos menos. Las personas y países que contaminan más, continúan con su cultura consumista, sin importarles lo que le sucede a los pobres. Mientras prometen reducir el dióxido de carbono generado por la gasolina, las fábricas de automóviles inventan vehículos menos caros para que la gente que sube de estatus en los países emergentes, puedan comprarlos. No se piensa en ahorrar, sino en buscar alternativas para continuar consumiendo. De ahí el invento de los biocombustibles, que se nos comen el maíz. ¿Qué hacen las cumbres ante esto? Acuerdos tras acuerdos, que no se cumplen.

Ante esta situación, lo que nos queda es prepararnos, teniendo en cuenta que la prioridad son los niños y las niñas. Y seguir la lucha por su presente y su futuro en un planeta que les pasa la cuenta de lo que no deben.

Fumadores Pasivos

Doraldina Zeledón Úbeda

Los fumadores pasivos son las personas que no fuman, pero comparten espacios con quienes sí lo hacen y por tanto respiran el humo que va al entorno y que contiene los mismos tóxicos que el humo que absorben los fumadores. Así, éstos no sólo afectan su salud, sino también la de quienes están cerca, principalmente su familia y los compañeros de trabajo. Ambos, fumadores y no fumadores, necesitan apoyo. Si sólo se protege a los que no fuman, no sirve de mucho. ¿O acaso sólo importa la salud de los fumadores pasivos?

Entre los componentes que están disueltos en el humo del tabaco, está el alquitrán, que es una sustancia irritativa y cancerígena; y el monóxido de carbono, gas asfixiante que disminuye la cantidad de oxígeno en el cuerpo. Por lo tanto, al respirar continuamente el humo de tabaco ajeno, el fumador pasivo está expuesto a muchas de las enfermedades que afectan al fumador, como cáncer de pulmón, enfermedades cardiovasculares, asma, infecciones de los pulmones, nariz, bronquios, etc.

Por esto podemos pasar quienes no fumamos, pero estamos expuestos constantemente al humo del cigarro. Y somos fumadores doblemente pasivos, pues nada hacemos. Si se aumentan los impuestos y se prohíbe la publicidad, las empresas tabacaleras comienzan su campaña; pero quienes respiramos el humo de tabaco, nos callamos. ¿Y qué hacen las instituciones, las organizaciones, las iglesias, los padres de familia, para que el vicio no alcance a los jóvenes? ¿Qué hacen las instituciones del ambiente, de salud, de educación, de la familia? Bueno, hay algún trabajo, pero es muy poco comparado con la cantidad de mensajes que se reciben a diario, ya sea mediante publicidad, puestos ventas, películas o la práctica social.

En algunas universidades se percibe en los pasillos, el humo y el olor a tabaco, especialmente en los recesos. Y mientras se habla durante la clase, en medio de la bruma del tabaco, ayudada por el ruido, la garganta de los docentes sufre. Y en los trabajos sucede igual. Los empleadores deberían garantizar que en ahí no se fume. Y los trabajadores exigirlo, podría ser parte de las condiciones laborales en el convenio colectivo. Debería haber una campaña de sensibilización y atención para quienes deseen dejar el vicio. Atendiendo a los fumadores, se protege a los no fumadores. Y la campaña de algunas universidades debería ser ejemplo para las otras.

Un día de éstos leí una noticia sobre una entidad ecológica, en otro país: anduvieron repartiendo ceniceros por la playa. Por supuesto que con eso disminuirían la contaminación por residuos sólidos, pero, ¿el humo de tabaco acaso no contamina? Más aún cunado al parecer se fuma mucho, pues, según la nota, las colillas “suponen el 60% de los residuos acumulados en la arena”. Claro, con lo difícil que es el control del tabaco, algo se hace con evitar que las colillas ensucien las playas.

Hay un poco de conciencia sobre la basura, pero no tomamos en cuenta que el humo, residuo de una actividad humana, contamina el medioambiente, llega a nuestro organismo, y nos va matando poco a poco. Si alguien nos tira la basura frente a la casa, nos molestamos. Sin embargo, por el humo no decimos nada. Inclusive, a veces un amigo nos pregunta, “¿no te importa que fume?” Y como nos da vergüenza o temor decir “sí, me molesta, porque afecta mi salud. Y también me preocupa porque afecta tu salud”, entonces contestamos, “no, no importa”. O no decimos nada, aunque la tos hable por nosotras.

Quizás un temor para la lucha antitabáquica sea que al disminuir el consumo se afecte la economía y el empleo. Sería bueno tener estudios para comparar: ¿Cuántos ingresos recibe el Estado por la producción de tabaco? ¿Cuánto gasta en atención de las enfermedades que provoca? ¿Cuánto gastan las familias en forma privada? ¿Cuánto se pierde por subsidio o por inasistencia laboral? ¿Cuánto se gasta en salud de las personas afectadas en los procesos de producción? ¿Cuánto gastan los fumadores en cigarrillos?, etc. Si no se siembra tabaco, se puede sembrar otro producto, por ejemplo maíz, que dará trabajo y alimentos. ¿Que no es igual? Puede ser, pero el maíz no enferma ni mata, da vida. Sin embargo, no decimos nada y seguimos pasivamente entre la bruma del tabaco y sus secuelas. Y sufriendo cuando los amigos adictos al cigarro, se enferman.

Otro temor es que los fumadores se enojen, y nos reclamen que ya saben que es dañino, pero que no necesitan que se los digan. Además, es su dinero el que queman. Entonces, antes de que nos contesten mal (no todos), preferimos callar. Por eso, el trabajo debería ser campañas de sensibilización general, no directas con cada fumador. Si está verdaderamente consciente de que el cigarro contamina el medioambiente, daña su salud y la de quienes tiene cerca, muy probablemente buscará dejar de fumar. El asunto no es rechazarlos, sino dejar de ser pasivos y ayudarles, aunque digan que no necesitan apoyo.

Lo ideal sería que quienes deseen dejar el vicio, se unan. Ahora que están de moda las redes, ¿por qué no juntarse para auto ayudarse y rescatar su salud?

“Quien contamina paga”

Doraldina Zeledón Úbeda
“Quien contamina paga” es un principio internacional del Derecho Ambiental. Significa que las empresas, instituciones, organizaciones, partidos políticos, países y personas que contaminan deben asumir los costos que implica esa contaminación. Se debe evitar que las víctimas, el Estado o la sociedad asuman los costos por los efectos adversos de sus actividades sobre el medio ambiente y las personas.
Después de las elecciones, las alcaldías están limpiando o buscando cómo limpiar la basura que dejó la campaña. Algunos alcaldes dicen que los partidos políticos es difícil que paguen y que solicitarán apoyo al Consejo Supremo Electoral para que les ayude: de lo que corresponde rembolsar a cada partido en concepto de gastos en la campaña, que se le retenga lo concerniente a la limpieza de la basura electoral.
Hay dos situaciones, en primer lugar, debería estar establecido en la Ley Electoral; segundo, si se paga por esta vía, sería el pueblo quien pague con sus impuestos, y no quien contamina. Pero al menos que no se les regrese lo que significa el desmontaje; sin embargo, el costo en recursos, y el costo que significa para el medio ambiente toda esta basura, seguirá sin pagarse.
Quienes deberían pagar son los partidos políticos y las agencias de publicidad. El presupuesto de las campañas debería incluir el desmontaje. Pero como esto tampoco arregla el problema ambiental y de gastos, debería establecerse un costo máximo para las campañas. Y no sólo para asumir la descontaminación, debe establecerse una cantidad máxima de soportes publicitarios. Se debe cuantificar todo, por varias razones: evitar la contaminación con la propia campaña, evitar que el pueblo pague el desmontaje; minimizar la producción de residuos; ahorrar recursos. Porque no es ético que mientras haya tanta pobreza se gaste tanto en promesas (alguien dirá que soy ingenua al pensar en ética electoral, pero a lo mejor sí es válido, si se reconcilia la necesidad con el derroche). Y es injusto que cerca de un ranchito a oscuras en la carretera haya un gran rótulo iluminado y a todo color; que por todas las calles haya mantas publicitarias, mientras por todas las calles y campos andan personas con trapos rotos. Es una burla que mientras en el Hospital Materno Infantil Fernando Vélez Paiz haga falta un rótulo para pedir a los conductores que no suenen la bocina, haya cientos de mensajes electorales ofreciendo salud y besando niños y niñas. Es triste que mientras se gastó tanto en las campañas, haya estudiantes que no tienen cuadernos, ya no digamos los que ni siquiera tienen acceso a la escuela. Bueno, podría todo esto ser aceptable si gracias a tanta publicidad, las personas no olvidan las promesas de todos los partidos y exigen para que se hagan realidad con el actuar de todos los electos.
Pero “quien contamina paga” no se refiere sólo a los políticos. Incumbe a todo el que contamina. Por ejemplo, ante los malos olores o los gases emanados por una fábrica, o los residuos que pudren las aguas y el aire, como en el valle de Sébaco, la gente tiene que gastar en recuperar su salud. Ante el ruido de un restaurante, una discoteca, una fábrica, las víctimas, si pueden, tienen que acondicionar sus casas para evitar la inmisión sonora y gastar en medicina debido a los efectos que sufren, pero quien debe asumir todos esos gastos es la empresa que contamina. Dice la Organización Mundial de la Salud que “los responsables de la fuente de ruido deben asumir los costos totales asociados con la contaminación sonora (incluido el monitoreo, manejo, reducción y supervisión)”.
Hay que enfatizar que el principio “quien contamina paga” no se refiere sólo a indemnizar o a mitigar los daños al medio ambiente, sino a invertir para evitar la contaminación. No significa que voy a contaminar y luego voy a pagar, sino evitar la contaminación pagando para implementar medidas preventivas; de ahí que los principios del Derecho Ambiental van concatenados: junto a quien contamina paga tenemos los principios de prevención y precaución.
Para asegurar que las empresas indemnicen, hay muchos instrumentos, como el seguro ecológico. Un requisito para cada partido debería ser este seguro no sólo para desmontar la campaña, sino para indemnizar a quienes fueron afectados, por ejemplo, los controlistas de los estruendosos equipos de sonido.
Ojalá que para las futuras campañas los partidos políticos ya tengan seguro ecológico, para que las alcaldías, vale decir el pueblo, no asuman el desmontaje de la basura electoral. Esto debería ser para todas las empresas, instituciones y organizaciones contaminantes,
Managua, Nicaragua, 29 de noviembre 1006.

Convenio marco para la lucha antitabáquica

Doraldina Zeledón Úbeda
END - 09:50 - 14/08/2008
Unos cinco millones de personas mueren cada año en el mundo por los efectos del tabaco, según la Organización Mundial de la Salud, es decir, casi la población de Nicaragua. Sin embargo, sigue siendo una droga de consumo legal y un problema de salud pública y familiar, pues, ¿cuántos hemos pasado por el dolor de ver a un familiar, a un amigo o compañero de trabajo que se muere por esta causa? O, ¿cuántos tenemos un amigo, un pariente, un compañero de trabajo que fuma? ¿Y quién no ha estado expuesto al humo de tabaco? Los gobiernos saben que enfrentan una epidemia, pero no se toman medidas suficientes, o no se llevan a la práctica, sino todo lo contrario, se permite la inducción de los niños y jóvenes al vicio, de diferentes formas.
El control no debería ser sólo la restricción de fumar, sino medidas integrales que incluyan el apoyo a los que deseen dejar de fumar y la información y concienciación a los que no intentan hacerlo. Y, considerando que el hábito se adquiere en la vida social, su control debería ser una preocupación de toda la sociedad. Los gobiernos, las instituciones y organizaciones tienen mucho por hacer ante la epidemia. Los consumidores pasivos deberíamos ser menos pasivos y apoyar campañas de concienciación y convencimiento sobre la necesidad de no fumar, pues vale más la convicción que la exigencia. Y vale más hacerlo sin enojo hacia los adictos a esta droga, pues también son víctimas del sistema. El rechazo o reclamo inadecuado no llevan a nada. Deberíamos recordar que quien no “peca” por una acción, peca por otra.
Algunos fumadores manifiestan conocer los efectos del tabaco, pero quizás no están del todo conscientes, o la adicción y los problemas son tantos que todo esfuerzo que hagan será en vano. Por ello algunos dicen, “claro que quisiera dejar de fumar, pero no es fácil, ante tantos problemas es lo único que te queda, auque sepás que te enferma”. Una información más detallada sobre los efectos y el apoyo médico podrían ayudar. Y también podría ayudar, analizar la situación de los que están sufriendo enfermedades o ya han fallecido por los efectos del tabaco. Y sobre los efectos en la familia, no sólo las consecuencias directas, sino el dolor que originan tantas muertes por su causa. Si un padre y una madre pensaran que sus hijos sufrirán cuando los vean mal de salud o que morirán por una enfermedad evitable, posiblemente esto los motive a buscar cómo dejar de fumar. Si analizaran que el cigarrillo los puede llevar a la situación en que están otros fumadores: con asma, bronquitis, neumonía, cáncer en los pulmones, en la laringe, boca, dedos; o problemas cardiovasculares, y todas las complicaciones que causa el tabaco en los niños, posiblemente dejarían el vicio.
Estas enfermedades producidas por los efectos del tabaco son la primera causa de fallecimientos evitables, según la Organización Mundial de la Salud. Por esta razón, desde 1996 ha venido trabajando para contrarrestar su consumo. En el año 2000 convocó a los Estados a organizar un plan mundial contra el hábito del cigarro, y en octubre del mismo año los representantes de 191 Estados trataron el Convenio Marco para el Control del Tabaco, el que fue adoptado en mayo de 2003. Entró en vigencia el 27 de febrero de 2005. Sus disposiciones son jurídicamente vinculantes para los países que lo han ratificado. Este Convenio Marco busca proteger a las personas de la exposición al humo de tabaco; proteger contra el inicio, el mantenimiento o el aumento de su consumo; lo mismo que contra los efectos nocivos del proceso de producción y fabricación. Y proteger el medioambiente.
Entre los compromisos a los que se obligan los Estados que han ratificado el Convenio están, medidas legislativas, ejecutivas y administrativas para promover la educación, la concienciación y participación de organismos públicos y privados y organizaciones no gubernamentales en la elaboración y aplicación de programas y estrategias de control del tabaco; el conocimiento público de las consecuencias económicas, sanitarias y ambientales de la producción de tabaco; programas de formación dirigidos a profesionales de la salud, trabajadores de la comunidad, asistentes sociales, educadores, dirigentes políticos, administradores; información al consumidor; control de la publicidad, la promoción y el patrocinio, aumento de los impuestos al tabaco y restricciones para fumar en lugares públicos. Según el Convenio, estas medidas deben completarse con otras: “el control del contrabando que evita la repercusión de los impuestos y presenta cigarrillos más baratos. Alternativas al cultivo de tabaco para la conversión de la producción. Y supresión progresiva de subvenciones y ayudas estatales al tabaco”.
La Asamblea Nacional de Nicaragua este año ratificó el Convenio. También ya existe el proyecto de ley sobre control del tabaco, iniciando así su implementación. Y, aunque se cuenta con la “Ley de Protección de los Derechos Humanos de los no Fumadores”, esta otra deberá regular el consumo, publicidad y producción del tabaco, de acuerdo con el Convenio Marco de la OMS. También debería incluirse la obligación de difundirla ampliamente.
El Nuevo Diario. Managua, Nicaragua - 14 de agosto 2008
Los Heraldos Negros

César Vallejo

Hay golpes en la vida, tan fuertes… Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios, como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma… Yo no sé!

Son pocos, pero son… Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.

Son las caídas hondas de los Cristos del alma,
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos son golpes sangrientos, son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.

Y el hombre…Pobre… pobre! Vuelve los ojos como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como un charco de culpa, en la mirada.

Hay golpes en la vida, tan fuertes… Yo no sé!

El ruido en el nuevo Código Penal

Doraldina Zeledón Úbeda END - 19:06 - 14/04/2008

El miércoles 16 de abril se celebra el duodécimo “Día Internacional de Lucha Contra el Ruido”. Hubiese sido bueno celebrarlo aquí con el nuevo Código Penal ya publicado, pues ahora incluye los delitos contra el medioambiente. También sería bueno contar con nuestro propio día nacional.
El artículo 566, numeral 33, del Código aprobado, deroga la “Ley especial de delitos contra el medioambiente y los recursos naturales” (Ley 559). Ésta fue integrada con algunas modificaciones al Código. Entonces, “la ley del ruido”, como se le llamaba al artículo 9, pasa a ser el artículo 534, en el que se incluye también el anterior artículo 41 de la Ley, sobre escala de intensidad de sonidos.
En el Código Penal, en su libro segundo, de “Delitos”, el Título XV abarca los delitos contra la naturaleza y el ambiente. La contaminación acústica no se tipifica como tal, sino simplemente como una falta de “perturbación por ruido”, en el artículo 534, del capítulo II, “Perturbaciones del sosiego público”, del Título II “Faltas contra el orden y la tranquilidad pública”, libro tercero de “Faltas”.
Sin embargo, el ruido no sólo es un problema de perturbación del sosiego o la tranquilidad, sino, también, de contaminación ambiental que afecta la salud, los derechos humanos, la tranquilidad pública y privada, y la economía. Es un problema de salud laboral, salud pública y convivencia. Y también de educación, respeto, solidaridad y seguridad. Además de causar molestia, es dañino. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) en el Convenio 148 lo define como “cualquier sonido que puede provocar una pérdida de audición o ser nocivo para la salud o entrañar cualquier otro tipo de peligro” (art. 3.b).
Como novedad, el Código integra el trabajo comunitario; así, según el artículo 534, los que hagan ruido serán sancionados “con diez a treinta días de multa, o trabajo en beneficio de la comunidad de diez a treinta jornadas de dos horas diarias, y además de la suspensión, cancelación o clausura de las actividades que generan el ruido o malestar.”
Y como reiteración se dejó el cuestionado párrafo de la Ley 559, referido a las congregaciones religiosas, según el artículo 534, las “actividades tales como campañas evangelísticas masivas realizadas al aire libre en plazas, parques y calles requerirán la autorización correspondiente. Se exceptúan las actividades de las congregaciones religiosas dentro de sus templos, tales como cultos, ayunos congregacionales diurnos y vigilias nocturnas”. Esto implica que para actividades al aire libre se necesita permiso, pero no para las realizadas dentro de los templos.
En general, los establecimientos cerrados no requerirán permiso “siempre que tengan sistemas de protección acústica que impidan la emisión de sonidos, música o ruidos hacia fuera”; deben contar con la autorización correspondiente y funcionar dentro de los horarios permitidos.
Además de los artículos que se refieren directamente al ruido están los relacionados con la salud, las lesiones y el incumplimiento de funciones de las autoridades. No podemos quejarnos por falta de leyes, lo que se requiere es conocerlas y sobre todo que se cumplan; pero para hacerlas realidad hacen falta normas técnicas y reglamentos; por ejemplo, sobre horarios, construcción de centros de diversión, acondicionamiento acústico, niveles de ruido según la actividad, lugar y hora.
Ojalá que la Policía, el Instituto de Transporte Interurbano, los ministerios de salud, transporte, etc., vayan recopilando todas las leyes que tienen que ver con la contaminación acústica urbana, tal vez algún día se cumplen. En el caso de los trabajadores, desde hace tiempo han tenido normativas para el control del ruido, sin embargo, no se hace uso de ellas, ni existe preocupación manifiesta. Sin embargo, en todos los ambientes laborales hay ruido, aunque sus efectos no siempre se ven, debido a las preocupaciones del mismo trabajo, o al trabajo que implica poder soportar toda la carga que conlleva subsistir con el alto costo de la vida y los bajos salarios. O lo que es peor, subsistir sin saber cómo. Quizás por eso una persona me dijo durante un programa de radio que el único ruido que le molestaba era el de las tripas cuando tenía hambre. Pero, por eso mismo, se le debería presentar atención, pues se suma a la lista de problemas. En un país con hambre no es prioridad la lucha contra la contaminación acústica, pero no debería ser obviada.
Recordemos los efectos que puede causar el ruido: pérdida de la audición, trastornos del sueño y el reposo, dolor de cabeza; problemas cardiovasculares, efectos sobre la presión, el sistema digestivo, el sistema nervioso, sobre el rendimiento, la concentración y el comportamiento, interferencia en actividades y molestias. Una de los principales efectos del ruido es el estrés. Los médicos nos recuerdan con frecuencia que éste afecta la salud, baja las defensas y por tanto puede empeorar las enfermedades o prolongar la recuperación.
El Código Penal fue aprobado el 13 de noviembre de 2007, pero todavía no se ha publicado. Entrará en vigencia sesenta días después de su publicación en La Gaceta.
Fuente: Asamblea Nacional. Proyecto de Ley No. 641, Código Penal, aprobado el 13 de noviembre 2007.
Agregado: se publicó en mayo 2008.