Nicaragua

Madre, que dar pudiste de tu vientre pequeño

tantas rubias bellezas y tropical tesoro,

tanto lago de azures, tanta rosa de oro,

tanta paloma dulce, tanto tigre zahareño.



Yo te ofrezco el acero en que forjé mi empeño,

la caja de armonía que guarda mi tesoro,

la peaña de diamantes del ídolo que adoro

y te ofrezco mi esfuerzo, y mi nombre y mi sueño.


Rubén Darío (1889).



Anidando en el porche

Anidando en el porche
dzu2012

sábado, 20 de septiembre de 2008

Mi voto es ecológico

Doraldina Zeledón Úbeda

Madre, que dar pudiste de tu vientre pequeño
tantas rubias bellezas y tropical tesoro,
tanto lago de azures, tanta rosa de oro,
tanta paloma dulce, tanto tigre zahareño.

Yo te ofrezco el acero en que forjé mi empeño,
la caja de armonía que guarda mi tesoro,
la peaña de diamantes del ídolo que adoro
y te ofrezco mi esfuerzo, y mi nombre y mi sueño.
“Nicaragua”, Rubén Darío (1889).

Ríos sin agua, bosques sin árboles, fauna sin aves ni “tigre zahareño”; urbanismo sin urbanización, terrenos sin suelo, lagunas-basureros, descanso sin tranquilidad, niños sin futuro: sucios, desnutridos, enfermos. Todo producto de los problemas ambientales originados por la misma humanidad: contaminación de ríos que hacen escasear el agua, incendios sin planes de prevención, tala incontrolada de bosques; consumismo y falta de educación que aumentan el problema de la basura y el agotamiento de los recursos naturales; el ruido que no nos importa; la emisión de gases de los vehículos que contamina y calienta la atmósfera; en fin, la muerte de los “lagos azures”, el deterioro de ecosistemas y paisajes, pérdida del “tropical tesoro”, de la biodiversidad gracias a la cual vivimos y que Darío cantara hace más de un siglo, pero que si viniera, no encontraría.
Son estos algunos de los problemas ambientales en el país y en cada municipio, además de la pobreza, debido a la injusta distribución de la riqueza que Dios le dio a Nicaragua, pero que no hemos sabido valorar ni compartir. Las autoridades municipales son las responsables inmediatas de la solución a los problemas del municipio, entre ellos los problemas ambientales. Todas las áreas de la gestión edilicia deberían contemplar la dimensión ambiental: en la ordenación del territorio, en la construcción, en el transporte, en el comercio, en la educación.
El medioambiente debería ser parte de los planes y programas, y por ende de los presupuestos, porque si dicen que defienden el ambiente, pero no contemplan una partida financiera, no harán mucho. También se debe integrar en las relaciones internacionales, para adquirir recursos, económicos, técnicos, profesionales, etc.
Y los municipios vecinos, muchas veces pertenecientes una misma región natural o que comparten un recurso natural, como un río o un bosque, no deberían preocuparse sólo por ver a quién le pertenece, sino unirse por el desarrollo y protección de esos recursos y de la región. El trabajo por el medio ambiente tenemos que tomarlo más en serio, no sólo las autoridades, todos tenemos la obligación, no podemos seguir contaminando y destruyendo los recursos naturales. Ni quejándonos por la falta de agua, del calor o del ruido, tenemos que actuar conjuntamente con las autoridades. Si cada persona aporta en la medida de sus posibilidades, si no esperamos a que nos resuelvan todos los problemas sin mover un dedo, la sociedad sería otra.
Hay municipios muy laboriosos, de los cuales emana vida, dinamismo y hasta orgullo, que si se lo proponen, arrancarían de verdad, sin estar esperando que el país arranque sobre la base de discursos y pactos. Y corrupción sobre corrupción. Pero se necesita líderes, autoridades municipales que no defrauden al pueblo. Y se necesita ciudadanos y ciudadanas que, como Rubén Darío, cada quien en su dimensión, le digan a su terruño: “y te ofrezco mi esfuerzo, y mi nombre y mi sueño”. Estamos en período de elecciones. Seguramente cada candidato habrá integrado a su programa la defensa del medio ambiente.
Tiscapa, el río Estelí, el río Negro, las Canoas, el barrio Hugo Chávez, el turismo ecosostenible, las vedas, las tierras indígenas, etc., serán ingredientes en las campañas. Ahora que comiencen, desmenucemos los programas, veamos cuál es la realidad o si sólo serán parte de los discursos. Analicemos a los candidatos y candidatas, cuál ha sido su compromiso por el medioambiente y su grado de credibilidad, porque en las elecciones municipales es más fácil este análisis, ya que los candidatos son más cercanos y por lo tanto más conocidos.
Entonces, nuestro voto sería por el programa que más defienda el medioambiente y por el candidato más creíble. Y si el medioambiente sigue siendo la cenicienta, entonces, en cada municipio deberíamos hacer un listado de los problemas ambientales y las estrategias para enfrentarlos, y aportar sugerencias para que los candidatos las integren en sus programas. Por ejemplo, incluir planes contra incendios, para estar preparados y que las llamas no se lleven nuestros pinos, y no seguir apagando el fuego con las ramas de los mismos árboles.
Proyectos de educación ambiental, no sólo en las escuelas, ni sólo relacionados con la siembra de árboles o recogida de basura, sino programas integrales relacionados con las diferentes áreas del medio ambiente; y no como una asignatura que haya que aprobar, sino para formar hábitos y valores, para sensibilizarnos y actuar con responsabilidad en el medio y por el medio. Incentivos para las personas y organizaciones que trabajan por el medio ambiente, como lo contempla la Ley 217. Reforestación.
Iniciativas de leyes, por ejemplo para un sistema de reducción y gestión de residuos y no quedarnos sólo en recoger la basura y trasladar el problema a otro lugar, es como quitar la basura del frente de la casa y llevarla al patio, para que no se vea. O la ley de ruido, o de costas, para que el turismo desordenado no siga comiéndose la tranquilidad que buscan los turistas o los pedacitos de costa que aún quedan, como en San Juan del Sur.
Tantos problemas ambientales, tantas acciones por realizar. Las elecciones municipales deberían ser un reto para mejorar la calidad de vida de todos, mejorando el medioambiente. Veamos qué ofrecen. Y digámosles: “mi voto es ecológico”. Pero no basta el voto, hay que darles seguimiento y apoyarlos. ¿Y si no cumplen?, ¡a botarlos!
Publicado en El Nuevo Diario.