En la cuna de la “Marcha Triunfal”
Editado
Doraldina Zeledón Úbeda
Si voy a Argentina, me dije, visitaré la isla Martín García; cuna del poema “Marcha Triunfal”, de Rubén Darío, escrito en 1895; según estudiosos darianos, a solicitud el Gobierno de Buenos Aires para ser leído el 25 de mayo. Este día los argentinos conmemoran el “Primer Gobierno Patrio”, el cual fue producto de la sublevación de un grupo de patriotas que pidieron un cabildo para que deliberara el pueblo sobre su propio destino.
Después de tres horas en barco por los ríos Tigre y La Plata, llegamos a la Isla. En la excursión, iban sobre todo estudiantes.
Mi interés era conocer dónde estuvo el poeta y qué había y se decía de él ahí. Pero, gracias a las guías, pude conocer algo más de la Isla, por ejemplo, que es un monumento histórico nacional y reserva de flora y fauna, protegido no sólo por la ley, pues se nota que es una realidad: observé cómo los animales andan tranquilos sin que nadie los moleste y menos que sean agredidos o los maten. También fue interesante escuchar que no hay propiedad privada, quienes habitan ahí: maestros, personal de salud, autoridades, etc. tienen sus casas, pero no son de ellos, además, están sólo por cierto tiempo en la Isla. No se permite la sobre explotación turística, es decir, construcciones privadas o casas de campo (en Nicaragua, pensé, ya estuviera pedaceada).
Bien, volviendo al objetivo de mi viaje, le dije a la guía que quería conocer la casa donde estuvo Darío. Espere, me dijo. Vamos a llegar, pero es uno de los últimos lugares en la visita. Luego leí en los rótulos de señalética: “Centro de Interpretación Ecológica Rubén Darío”. La alegría me aceleró el corazón al ver que era un centro ecológico. Después pasamos frente al “Jardín de Infantes Rubén Darío”, pero estaba cerrado. En una isla y con pocas construcciones, dos de ellas en homenaje al poeta. Una ecológica y la otra para la niñez. “¡Argentinos! ¡Dios os guarde!”
Llegamos al Centro de Interpretación Ecológica. Me quedé ahí. A la entrada está un busto del poeta, instalado en homenaje al centenario de Marcha Triunfal (1895-1995). Al entrar, lo primero que se ve es un manuscrito de ese poema. Seguí por otra puerta. La pequeña sala estaba llena de estudiantes y una guía les hablaba precisamente de Darío. Les dije que era de Nicaragua y hablé un poco sobre el poeta.
Fue un día feliz. Se había cumplido uno de mis sueños, junto a otros, como contemplar la majestuosidad del río Paraná, que pude admirarlo desde la acogedora ciudad de Rosario. Y sobre todo, me dio una gran satisfacción saber cómo cada excursión que llega cada día a la Isla, puede saber algo de Darío y de Nicaragua. Sólo esto sobrepasó mis expectativas del viaje soñado a ese país, cuyo objetivo principal era un congreso sobre violencia acústica e intercambios académicos y con ambientalistas.
No me queda más que dar las gracias al verdadero Hacedor de Agendas y a las amistades de la “Argentina universal”, como la llamara Darío en su “Canto a la Argentina”, el cual ahora puedo comprender mejor.
Salimos de la Isla al atardecer. Ya el paisaje no era tan llamativo, por conocido, entonces comencé a recorrer mentalmente lo que observé. Y capturé en mi cámara, precisamente, la puesta del sol argentino, que irradiaba sobre las islas y el río.
Publicado originalmente en El Nuevo Diario http://impreso.elnuevodiario.com.ni/2005/11/14/nacionales/5699
Managua, Nicaragua - Lunes 14 de Noviembre de 2005 - Edición 9071
Editado
Doraldina Zeledón Úbeda
Si voy a Argentina, me dije, visitaré la isla Martín García; cuna del poema “Marcha Triunfal”, de Rubén Darío, escrito en 1895; según estudiosos darianos, a solicitud el Gobierno de Buenos Aires para ser leído el 25 de mayo. Este día los argentinos conmemoran el “Primer Gobierno Patrio”, el cual fue producto de la sublevación de un grupo de patriotas que pidieron un cabildo para que deliberara el pueblo sobre su propio destino.
Después de tres horas en barco por los ríos Tigre y La Plata, llegamos a la Isla. En la excursión, iban sobre todo estudiantes.
Mi interés era conocer dónde estuvo el poeta y qué había y se decía de él ahí. Pero, gracias a las guías, pude conocer algo más de la Isla, por ejemplo, que es un monumento histórico nacional y reserva de flora y fauna, protegido no sólo por la ley, pues se nota que es una realidad: observé cómo los animales andan tranquilos sin que nadie los moleste y menos que sean agredidos o los maten. También fue interesante escuchar que no hay propiedad privada, quienes habitan ahí: maestros, personal de salud, autoridades, etc. tienen sus casas, pero no son de ellos, además, están sólo por cierto tiempo en la Isla. No se permite la sobre explotación turística, es decir, construcciones privadas o casas de campo (en Nicaragua, pensé, ya estuviera pedaceada).
Bien, volviendo al objetivo de mi viaje, le dije a la guía que quería conocer la casa donde estuvo Darío. Espere, me dijo. Vamos a llegar, pero es uno de los últimos lugares en la visita. Luego leí en los rótulos de señalética: “Centro de Interpretación Ecológica Rubén Darío”. La alegría me aceleró el corazón al ver que era un centro ecológico. Después pasamos frente al “Jardín de Infantes Rubén Darío”, pero estaba cerrado. En una isla y con pocas construcciones, dos de ellas en homenaje al poeta. Una ecológica y la otra para la niñez. “¡Argentinos! ¡Dios os guarde!”
Llegamos al Centro de Interpretación Ecológica. Me quedé ahí. A la entrada está un busto del poeta, instalado en homenaje al centenario de Marcha Triunfal (1895-1995). Al entrar, lo primero que se ve es un manuscrito de ese poema. Seguí por otra puerta. La pequeña sala estaba llena de estudiantes y una guía les hablaba precisamente de Darío. Les dije que era de Nicaragua y hablé un poco sobre el poeta.
Fue un día feliz. Se había cumplido uno de mis sueños, junto a otros, como contemplar la majestuosidad del río Paraná, que pude admirarlo desde la acogedora ciudad de Rosario. Y sobre todo, me dio una gran satisfacción saber cómo cada excursión que llega cada día a la Isla, puede saber algo de Darío y de Nicaragua. Sólo esto sobrepasó mis expectativas del viaje soñado a ese país, cuyo objetivo principal era un congreso sobre violencia acústica e intercambios académicos y con ambientalistas.
No me queda más que dar las gracias al verdadero Hacedor de Agendas y a las amistades de la “Argentina universal”, como la llamara Darío en su “Canto a la Argentina”, el cual ahora puedo comprender mejor.
Salimos de la Isla al atardecer. Ya el paisaje no era tan llamativo, por conocido, entonces comencé a recorrer mentalmente lo que observé. Y capturé en mi cámara, precisamente, la puesta del sol argentino, que irradiaba sobre las islas y el río.
Publicado originalmente en El Nuevo Diario http://impreso.elnuevodiario.com.ni/2005/11/14/nacionales/5699
Managua, Nicaragua - Lunes 14 de Noviembre de 2005 - Edición 9071
Imágenes
“Jardín de Infantes Rubén Darío” |