Nicaragua

Madre, que dar pudiste de tu vientre pequeño

tantas rubias bellezas y tropical tesoro,

tanto lago de azures, tanta rosa de oro,

tanta paloma dulce, tanto tigre zahareño.



Yo te ofrezco el acero en que forjé mi empeño,

la caja de armonía que guarda mi tesoro,

la peaña de diamantes del ídolo que adoro

y te ofrezco mi esfuerzo, y mi nombre y mi sueño.


Rubén Darío (1889).



Anidando en el porche

Anidando en el porche
dzu2012

miércoles, 27 de agosto de 2008

¿Educación ambiental en el Año Nuevo?

Doraldina Zeledón Úbeda

Nada muere, nada nace. Nada es totalmente nuevo. Lo que fue es, en lo que vive, porque nada nace de la nada. El Año Nuevo es un retoño del año viejo. Pero no podemos sentarnos a esperar a que todo siga su cauce por inercia, sin hacer nada para enderezar los hechos por el camino más saludable. No podemos cruzarnos de brazos y esperar qué hará el nuevo gobierno (y todos los electos), deberíamos sumarnos y ayudar a cumplir lo que sea de beneficio para Nicaragua, a realizar nuevas propuestas u oponernos ante lo que pueda perjudicar. Nos toca a todos y todas sembrar y cultivar para cosechar. No permitir que lo que cuidamos otros lo destruyan y apropien, porque no siempre “quien cultiva cosecha” ni quien cosecha es porque cultiva. Como no siempre el ahorro es para nuestro bolsillo, como en el caso de la energía, sino que las monedas “se distribuyen”, rodando sobre la mar...

El año viejo nos enseñó que el medio ambiente lo estamos destruyendo. Sabemos que el calentamiento global es cierto y cercano, lo tenemos aquí. Por eso “el tiempo está loco”. Aprendimos que la energía es esencial y que no podemos depender sólo del petróleo, tanto por su agotamiento como por los precios y el costo ambiental. El problema del agua es cada vez más grave, los residuos nos van a ahogar, el ruido se tomó las ciudades y nuestra tranquilidad, y la corrupción se tomó la madera. Tenemos infinidad de problemas. El año viejo nos los mostró bien claro y lo sentimos, ahora debemos actuar para construir un Año Nuevo mejor. Y para que proyectistas, nacionales y extranjeros, no lleven agua a su molino, aprovechando las necesidades del país. Cada quien, desde su ángulo, debería conocer los proyectos de su localidad y sus efectos socioambientales; pero no podemos proponer, ni opinar o denunciar sin conocimientos y sin tener conciencia ambiental.

Hay quienes dicen que el problema medioambiental continuará por años porque no se le da importancia, que la forma más segura es la educación ambiental, pero ésta es a largo plazo, y sus efectos pueden llegar demasiado tarde. Que las leyes son para engavetarlas y no cumplirlas. Un profesional me dijo que los movimientos ambientalistas son como el feminismo, que nada concretizan.

Ante estas situaciones se debe dar más énfasis a la educación ambiental, para sensibilizar y formar científicamente. Es cierto que poco a poco la temática ambiental ha ido entrando en los diferentes sectores, y que la educación ambiental ya está en algunas escuelas. Sin embargo, debería estar inmersa en toda la educación, en sus diferentes formas y subsistemas, y en todos los ámbitos de la vida.
A veces decimos que hay educación ambiental porque en el currículo se agregó una asignatura, porque se celebra la semana del medio ambiente o porque en la “oferta académica” se agregó una carrera ambiental. ¿Y qué sucede con los graduados en las demás carreras? ¿Cómo van a integrar el medio ambiente en su trabajo profesional? ¿Cómo los futuros formadores de políticas públicas van a tener una visión ambiental? Si las autoridades tuvieran perspectiva ambiental, no aprobarían proyectos que afecten el medio ambiente, ni los diputados, la “ley del ruido”, conocida así por el polémico y arbitrario artículo 9, que debe reformarse.

¿Pero qué es la educación ambiental? Hay muchos conceptos, la mayoría coincide en que es un proceso: dinámico, continuo e interdisciplinario, encaminado a la formación ética y científica para el aprovechamiento, gestión y conservación de los recursos naturales, para prevenir o buscar solución a los problemas ambientales.

La declaración “Elementos para una Estrategia Internacional de Acción en Materia de Educación y Formación Ambientales” la define así: “Es un proceso permanente a través del cual los individuos y la comunidad cobran conciencia de su medio y adquieren los conocimientos, los valores, las competencias, la experiencia y la voluntad de actuar de forma individual o colectiva en la resolución de los problemas ambientales presentes y futuros.”

“Para lograr este propósito, los esfuerzos deben dirigirse hacia: 1) la investigación y puesta en práctica de modelos efectivos de educación, formación e información; 2) sensibilización hacia las causas y los efectos de los programas ambientales; 3) reconocimiento de la necesidad de enfoques integrados para la resolución de los problemas; 4) formación de personas con el objetivo de lograr una correcta gestión del medio”.

Como vemos, la educación ambiental no es una asignatura, ni exclusiva de una carrera o un subsistema educativo. Y es tan importante la sensibilización como la formación científica, pues de nada serviría estar concientes de los problemas si no tenemos los conocimientos para afrontarlos. Tampoco serviría de mucho tener los conocimientos si no hay recursos; por ello, para ser realidad, la educación ambiental debe contar con presupuesto. Esto requiere que las autoridades de los ministerios, universidades, escuelas, medios de comunicación, instituciones, empresas, estén conscientes de su importancia; por tanto, debe ser también parte en la formación de los funcionarios de gobierno, de cualquier institución, empresa, organización, diputados, etc.

La educación ambiental se relaciona también con la erradicación de la pobreza, a través de la justicia social y la solidaridad, manifestaciones éticas tan necesarias como olvidadas y que la educación en general debería rescatar.

¡Feliz Año! Ojalá reverdecido con una educación global integral, con perspectiva ambiental.

Managua, Nicaragua - Miércoles 03 de Enero de 2007 -